El escritor Osvaldo Lamborghini solía decir: “En tanto poeta, ¡zas!, novelista”, no sin un dejo irónico, claro está. Sin ningún problema la frase podría mutar en: “En tanto presidente, ¡zas!, escritor”, y sería un buen espejo de la realidad y no desde hace pocos años, como se verá, sino como una tradición que atravesó el siglo XX.
Algunas producciones no solamente fueron exitosas sino que calaron hondamente en los imaginarios políticos de distintas sociedades o adherentes a un planteo político que podía trascender fronteras, ser internacional. O, claro, podían convertirse en excusas para que la figura del autor y la tapa del libro se irradien en spots en redes sociales, televisión de aire, afiches en la vía pública, fungiendo de este modo como un elemento más de la comunicación política, aquella que responde a coacheos, encuestas y un sofisticado aparato de marketing destinado al posicionamiento de un político o candidato en la arena político electoral.
El nuevo libro de del ex presidente Mauricio Macri, que llega este martes a librerías y que lleva el sugestivo nombre de ¿Para qué?, ¿formará parte del primer grupo de libros excepcionales o confluirá con los de la segunda categoría? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, Infobae Leamos pone a consideración de los visitantes de esta nota algunos de los libros más exitosos que hayan escrito presidentes, ex presidentes o figuras de similar relevancia en la política que llevaron adelante en sus propias naciones. Un listado de libros que sirve no sólo como guía de best-sellers políticos del último siglo, sino como guía donde encontrar joyas librescas que conmovieron a sus lectores y también libros desechables. Sepa el lector discernir.
“Mi vida”, de León Trotski
¿Qué sucede cuando la revolución más grande de todos los tiempos –por extensión poblacional y geográfica y por el alcance de sus objetivos programáticos– comienza su remisión? Bueno, muchas cosas, pero una de ellas implica el apartamiento de sus líderes originarios, la conversión del proyecto en uno burocrático y con métodos bárbaros y asesinos, en el borramiento de la historia. Al menos todo eso sucedió en la Unión Soviética con el ascenso de Stalin cuando, además de la hambruna y muerte de millones de personas por la colectivización forzada de los campesinos, se produjo el asesinato de toda la primera plana que en 1917 había conducido la revolución y la quita del pasaporte y nacionalidad de uno de los líderes de ese movimiento histórico junto a Lenin, León Trotski, que permanecía confinado en la isla de Prínkipo, en Turquía.
Diez años después moriría asesinado por un agente de Stalin. Pero en aquel momento, corría el año 1929, decide escribir un libro (en realidad, se lo había pedido su editor alemán Harry Schumann, director de la casa editorial Reissner) llamado 50 años, que era la edad que tenía, para dar cuenta de los acontecimientos protagonizados por él y de los que fue testigo en ese medio siglo acelerado de su vida.
Sí, no fue presidente, pero en las manifestaciones que en octubre de 1917 exigían que el poder pasara a los soviets, organismo deliberativo de los trabajadores y soldados, los manifestantes sostenían su imagen. Luego fue Comisario de Relaciones Exteriores (que firmó los acuerdos de paz) y constructor del Ejército Rojo. Este libro permitió a Trotski presentar a través de su vida la adhesión a un programa socialista, primero, y toda una vida en medio de acontecimientos históricos para llevarlo a cabo.
Tuvo un gran éxito de ventas pero con dos lecturas que eran ajenas a la voluntad de Trotski: los posibles lectores de los Partidos Comunistas de alrededor del mundo le fueron indiferentes al libro, ganados por la idea de la traición de Trotski a la revolución desplegada por el estalinismo; luego, fue ampliamente leído en círculos literarios pequeñoburgueses, que no encontraron en sus páginas un planteamiento político relevante. Sólo sus futuros lectores lo incorporarían al bagaje de aportes al socialismo.
Fue editado en alemán: Mein Leben: Versuch einer Autobiographie (Berlín, S. Fischer Verlag, 1929). Al año siguiente, en ruso en dos tomos: Moia Zhizn: Opyt autobiografii (Berlín, Granit, 1930); en Francia, en tres tomos: Ma Vie: Essai autobiographique (Paris, Rieder, 1930); en inglés tuvo dos ediciones: My Life: An Attempt at an Autobiography (Nueva York, Charles Scribner’s Sons, 1930) y My Life: The Rise and Fall of a Dictator (Londres, Thornton Butterworth, 1930); en Mi vida: Ensayo autobiográfico (Madrid, Cenit, 1930).
Una publicidad de la editorial Charles Scribner’s Sons en una revista en Nueva York decía: “La asombrosa historia de vida de un revolucionario eterno, exjefe del ejército de Rusia soviética y líder junto con Lenin en el levantamiento que derribó un imperio y dejó sorprendido al mundo. Emil Ludwig dice de él: ‘Un gran escritor ha expuesto aquí su fantástica vida de tal manera que hace que me pregunte por qué las gentes continúan leyendo novelas o las escriben incluso. El libro comienza como Hamsun, y termina como un tercer acto.’”
“Mi lucha” (”Mein Kampf”), de Adolf Hitler.
Escrito en 1925 en prisión ya que cumplía una pena debido a su fallido putsch (intento de Golpe de Estado) de Munich de 1923, el panfleto de Adolf Hitler era un compendio de las ideas que constituían el nazismo, llamado nacionalsocialismo, que sostenía la superioridad aria, la decadencia de la civilización debido a la conspiración entre judíos y marxistas y la determinación de erradicar a ambos enemigos, lo que el austríaco llevaría a la acción años después en el poder, cuando ejecutó el Holocausto.
En su libro, dedicaba varios pasajes a convalidar el libelo Los protocolos de los sabios de Sion y citaba a Henry Ford, dueño de la fábrica de automóviles y perteneciente a una fracción de la gran burguesía estadounidense bárbaramente antisemita) y la expansión del nuevo imperio germano hacia el Este, más específicamente, a la conquista de Rusia.
A su salida no tuvo gran repercusión ni ventas: en realidad, los nazis fueron un grupo marginal y Hitler fue un personaje extravagante y hasta pintoresco hasta un nuevo ascenso del movimiento obrero que, entre los partidos Socialista y Comunista, reunió a las grandes masas alemanas (pero que de ningún modo planteaban una acción unificada).
Esto allanó el ascenso de Hitler, con el acuerdo de la burguesía alemana y amparado en el miedo de ciertos sectores medios a la clase obrera, que en las elecciones de 1932 configuraron la pronta edificación del programa nazi: a los pocos meses se disolvió el parlamento y Hitler se convirtió en dictador bajo la figura del Führer, el líder. Los nazis en el Estado lanzaron una edición de un millón de ejemplares que se vendió rápidamente, luego otra a precios populares y lo mismo, y así durante los años del III Reich se convirtió en el libro más vendido después de la Biblia, incluso durante la guerra. El éxito de ventas produjo que Hitler se convirtiera en un escritor acaudalado.
Sin embargo, Richard J. Evans en su libro Hitler y las teorías de la conspiración señala que el panfleto hitleriano no era necesariamente leído, sino que su presencia en cada hogar señalaba una pertenencia a la ideología de Estado y a la consideración de ella como verdad. Como se sabe, luego de realizar un genocidio de seis millones de personas y provocar la muerte de muchos millones más en la guerra que inició, la Segunda Guerra Mundial, Hitler se suicidó en el búnker que habitaba en Berlín.
Los derechos del libro fueron cedidos al Estado de Baviera, que decidió no publicar ni permitir la publicación del texto (las copias que circulaban eran clandestinas, en cualquier idioma) hasta 2016, cuando caían los derechos de propiedad del libro. Se dio entonces un debate acerca de la peligrosidad o no de leerlo, si su prohibición era adecuada o no, si el texto podía provocar nuevos nazis a partir de 2016. Se puede señalar que una lectura veloz de Mi lucha delata la pobreza de argumentos y la ignorancia supina del autor. Pero, claro, es un debate que permanece, más cuando el mundo asiste a una posible conflagración mundial con centro en Rusia y Ucrania.
“El libro rojo”, de Mao Tse Tung
Como todo lo chino, El libro rojo de Mao se llevó a cabo de manera descomunal. Editado en 1964, el texto compila citas y discursos de El Gran Timonel de la Revolución China de 1949, como le gustaba ser llamado. Como la sabiduría de Mao debía ser llevada siempre por los miembros del Partido Comunista en el poder y como era de lectura obligatoria en las escuelas, en realidad, el librito rojo era tamaño pocket, pero no así sus aspiraciones: su nombre original en chino es Libro Tesoro Rojo.
En los lugares de trabajo se organizaban grupos durante las horas laborales para estudiarlo. Un break comunista, que le dicen. Durante la Revolución Cultural que impulsó Mao para apartar de la dirección del Partido a los elementos que señalaba como restauracionistas del capital, el Libro Rojo se convirtió en un santo y seña de los partidarios del dirigente comunista que, organizados como Guardias Rojos, recorrían el país para erradicar los resquicios de costumbres burguesas, según señalaban.
Aún hoy el proceso de la Revolución Cultural permanece en el secretismo, aunque terminó tras la muerte de Mao, la Banda de los Cuatro que lo apoyaba fue fusilada por la nueva dirección del PC y se señala que las víctimas fatales del movimiento se contaron por centenares de miles. Durante sus años maoístas, el recientemente fallecido Jean-Luc Godard filmó La chinoise, en la que el libro es uno de los protagonistas. Es imposible calcular la cantidad de libros editados, ya que cada año se imprimen (aún hoy con un gobierno procapitalista en China) por millones.
“La Segunda Guerra Mundial”, de Winston Churchill
¡Y llegó el Premio Nobel de Literatura a jugar entre sus pares mandatarios! Junto a los libros autobiográficos Mi juventud: Autobiografía, La Crisis Mundial y sus libros analizando la literatura británica, Winston Churchill se consagró como un escritor realizado. Churchill pertenecía a una familia de abolengo y al haber intervenido en varios conflictos coloniales del entonces Imperio, coleccionó una serie de anécdotas que al terminar en libro constituían un texto de aventuras.
Más tarde, dado su rol central en la Segunda Guerra y como Primer Ministro de Gran Bretaña, escribió un texto que es una fuente para las historiografías del periodo. Otorgado en 1953, el premio Nobel fue el corolario de un estilo escritural que también respondía a una grafomanía invencible. En Inglaterra sus libros de Memorias también corresponden a las de las memorias de esa nación.
“La razón de mi vida”, Eva Perón
Nadie es indiferente en Argentina a la imagen icónica o histórica de Eva Perón quien, si bien no gobernó formalmente, le dio una fisionomía propia al peronismo que se sostiene en el tiempo en sus rasgos míticos. A ello contribuyó el libro La razón de mi vida, firmado por Eva Perón, en el que desarrollaba un panegírico del peronismo y de Perón, su marido, que fue presidente del país tres veces.
Escrito por el español Manuel Penella de Silva, que había intentado un esbozo de biografía de Eleanor Roosevelt, se realizó cuando Eva ya estaba enferma de cáncer. El Congreso nacional votó que fuera de lectura obligatoria en las escuelas poco antes de que Eva Perón falleciera. De ese modo se imprimieron centenares de miles de ejemplares que llegaron a las capas más jóvenes de la población. Luego del derrocamiento de Perón, fue prohibido y su distribución, penada por la ley.
Hernán Benítez, sacerdote confesor de Eva, recordaba: «Lo escribió Manuel Penella de Silva, estupendo, muy buen escritor. Ella lo conoció en Europa, durante su viaje. Después él vino a Buenos Aires. Yo tuve a sus hijas en mi curso de Antropología. Penella había escrito unos apuntes para una biografía de la señora de Roosevelt, el presidente norteamericano. ¿Sabía usted eso? Mire que es muy poco conocido. Ella le propuso que los adaptara para relatar su vida. Lo hizo y salió muy bien, requetebién. Pero escrito muy en español. Entonces, los borradores los tomó Mendé. Un escritor simple, sencillo y con un estilo muy de mujer, lo digo sin ánimo de crítica. El libro salió muy bien escrito, pero tenía muchos inventos, muchas macanas. Mendé lo escribió pensando en quedar bien con Perón. Salieron cosas ridículas. Por ejemplo, en lo que se refiere a los días de octubre del ‘45, donde dice: “No te olvides de los descamisados”. ¡Qué descamisados ni que ocho cuartos! Él no se acordó ese día. Quería el retiro e irse. El libro contiene, entonces, muchas falacias”.
“Los sueños de mi padre”, de Barack Obama.
Ya antes de haber accedido al Senado de Illinois en 1996 y desde donde comenzaría su carrera política más fuerte, Barack Obama había escrito un libro autobiográfico en el que desarrollaba la relación con su padre, un hombre inmigrante llegado desde Kenia a los Estados Unidos. El libro, reeditado con posterioridad y cuando Obama ya había sido presidente de la potencia más grande del mundo, fue incluso editado en audiolibro leído por el propio Obama, y se convirtió en un éxito de ventas, además de que ganó el premio Grammy al Mejor Álbum Hablado en 2008.
Mientras ejercía la presidencia Obama tenía tiempo, entre bomba y bomba sobre Afganistán, para escribir un libro infantil llamado A ti te canto, en el que narraba las historias de trece estadounidenses de ambos sexos que constituían un ejemplo para la nación. Paradójicamente, las regalías las destinó a los hijos de muertos o heridos graves en la guerra que, como presidente, comandaba. Todavía falta el gran libro escrito a cuatro manos con su esposa Michelle Obama, que se dice tuvo un precontrato de 57 millones de euros con la editorial Penguin Random House, según el diario francés Le Monde. Bastante más que la best-seller política argentina de la misma casa editorial.
“Sinceramente”, de CFK
¡A Cristina Fernández de Kirchner nos referimos, claro! Autora de Sinceramente, un libro que en épocas de vacas flacas editoriales hizo repuntar de un modo esplendoroso a la industria del libro local –esto dicho como dato objetivo, más allá de la evaluación del contenido del libro que responde a la lectura de cada lector, claro está. El libro marcó el debut en términos de publicaciones de la ex presidenta y actual vice de Alberto Fernández y obtuvo en sus primeras ediciones y reediciones alrededor de 250.000 ejemplares vendidos.
Fue el éxito de la Feria del Libro de Buenos Aires de 2019. Cerca en el tiempo, el libro cobró actualidad cuando su departamento era rodeado por militantes kirchneristas que protestaban contra el juicio seguido a la ex mandataria, cuando se hizo costumbre a la hora de la llegada o partida de su departamento que firmara ejemplares de Sinceramente a sus simpatizantes.
En uno de esos momentos fue que Fernando Sabag Montiel gatilló dos veces un arma de fuego, cuyos disparos no se efectuaron pese a la intención de asesinar a la vicepresidenta. Cristina Fernández no se dio cuenta de la situación probablemente, entre otras cosas, porque se agachó para recoger un ejemplar de Sinceramente que se le había caído de las manos.
“El Presidente ha desaparecido”, de Bill Clinton.
Last but not least, y por la genialidad de la idea, no debería dejar de mencionarse la novela de ficción escrita por el ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton con la colaboración del experto en novelas de suspenso James Patterson que, no podía ser de otra manera, sucede en la Casa Blanca en la que nadie encuentra al primer mandatario y provoca no sólo una crisis política nacional e internacional, sino que se nutre de intrigas y secretos palaciegos.
El libro fue escrito en 2018, recibió las mejores críticas y, claro, fue un éxito de ventas. Clinton había escrito Mi vida en 2004, libro en el que contaba su paso por la Casa Blanca y que fue un hit ya que se esperaban definiciones de todo tipo de hechos que habían sucedido bajo su mandato, incluido el affaire Monica Lewinsky. Clinton recibió en aquel momento un adelanto de 15 millones de dólares.
Como si fuera un Mundial de Qatar de los libros, contra estos contendientes sale a la cancha el ¿Para qué?, de Mauricio Macri que, en los adelantos que ofreció a la prensa, esboza el gran ajuste que tiene en mente realizar si llega nuevamente a la presidencia. Más allá de las continuas crisis que la azotan, en la industria editorial hay libros para para lectores de toda clase y todo tipo de autores, incluso los del tipo presidencial.
SEGUIR LEYENDO: