Su bigotón definido le da un aire como de Rafael Pombo y el gesto que lleva siempre en el rostro es ya más que característico entre quienes lo conocen. Algunos dicen que es un tipo enojado, que habla poco y fuma mucho. Lo último sí es muy cierto, pero lo otro no. En realidad, es un sujeto de lo más conversador y con un sentido del humor muy particular.
Si se le visita en temporada de lluvias, dirá siempre que la situación en la librería está difícil, que nadie quiere salir por temor a mojarse, que a duras penas si se asoman para preguntar por el libro más reciente de Ricardo Silva Romero, quien incluso lo convirtió en personaje de una de sus novelas, o para saber si ya llegaron más ejemplares de “Nuestra parte de noche”, la novela de Mariana Enríquez.
Desde muy niño, durante la década de los 50, Mauricio Lleras se vio atraído por el oficio del librero. Su papá lo llevó un día a la librería del alemán Karl Buchholz, en el centro de Bogotá. En esa ocasión, lo dejó solo un momento mientras hacía unas diligencias en la zona. El niño se quedó ahí, quieto, sin saber muy qué hacer. Además, la presencia del alemán lo intimidaba. Buchholz le preguntó si sabía leer y él dijo que sí, pese a que no era cierto. El viejo librero lo sentó frente a una mesita que tenía y le puso un libro por delante. El niño comenzó a pasar las páginas, intentando hacerse el lector, hasta que su padre regresó.
El librero le dijo que su niño era muy educado y celebró que le hubiese inculcado desde tan temprano la pasión por los libros. El padre sonrió para sus adentros y, en lugar de delatar al pequeño, le compró el libro para enseñarle a leer, ahora sí, en casa. Fue así como Mauricio Lleras supo que quería ser librero toda su vida, o al menos eso fue lo que le contó al periodista Felipe Botero, en una de sus varias visitas.
Años más tarde, fundó su propia librería, que a día de hoy ha tenido tres sedes distintas, pero no ha cambiado su esencia. Prólogo Libros surgió en asocio con Rodrigo Matamoros, ante el hastío que les suponía a ambos el ambiente que se vivía en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, la cantidad de gente, el bullicio, la imposibilidad de dedicarse verdaderamente a curiosear libros.
Al principio, Lleras, que ya venía coqueteando con el mundo editorial, de hecho, sostuvo una relación de varios años con la editora Margarita Valencia, se negó a la idea de Matamoros de iniciar una librería. Él sabía muy bien que un negocio como ese podía terminar en quiebra en una ciudad como Bogotá, pero la razón no consiguió ganarle al corazón y Lleras decidió lanzarse de lleno. Finalmente se convirtió en el librero que siempre quiso.
Entrar a la librería Prólogo es como meterse a la cabeza de Mauricio Lleras, como estar viendo un apéndice de su biblioteca personal. Lo que más hay, y así fue desde el inicio, son novelas, y entre todas esas novelas, las que mayor atención reciben de su parte son las policiacas. En Bogotá no hay otro librero tan apasionado por el género como él.
A este sitio van los escritores, los editores, los cineastas, los periodistas... Cuando Hugo Chaparro Valderrama quiere ir a conversar largo y tendido, va a Prólogo; cuando Luis Fernando Afanador necesita del buen consejo de un lector, va a Prólogo; cuando Antonio García Ángel quiere explorar nuevos libros, va a Prólogo; cuando Felipe Martínez Cuéllar necesita reconectarse consigo mismo, va a Prólogo.
Con Mauricio Lleras todos consiguen siempre lo que están buscando; no solo los libros, un consejo, un regalo, una lección. Gracias a sus recomendaciones varios son los lectores que se han formado. Uno que otro ha salido de la librería con el convencimiento de querer estudiar literatura o algo relacionado al mundo del libro.
Hoy su salud no es la misma de antes y es su hijo, José Manuel, que parece una copia joven del librero, quien atiende la librería. Sin embargo, su voz quedará siempre registrada en la memoria de los lectores entusiastas, pues además de un podcast que circula por ahí, está también el recuerdo de quienes lo han conocido. Así como Buchholz fue importante en su momento para el gremio de las librerías y el circuito cultural bogotano, Mauricio Lleras es vital en estos tiempos. Su legado es inmenso.
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