Repasar la historia de géneros como el jazz, el blues o el soul es revivir los más intensos episodios de la afroamericanidad, y asistir a las vidas de sus máximos representantes es comprender la magnitud de esos tiempos en que ser negro era el peor crimen de todos si se vivía en una tierra dominada por blancos.
Si hablamos de máximos representantes, el nombre de Nina Simone es innegable. Su influencia en la cultura pop ha sido tal que, a día de hoy, hasta los blancos la idolatran.
La artista nacida en Carolina del Norte, en la década de 1930, fue la voz de toda una época. Cargo consigo el peso de ser mujer, afroamericana y activista. Ella era todo lo que le incomodaba a Estados Unidos en los tiempos de la lucha por los Derechos Civiles.
Conquistó los escenarios de tantos países y los corazones de tantas personas. Su música se convirtió en símbolo y resguardo. Supo hacerle frente a una sociedad que le era completamente hostil y siempre alzó la cabeza ante los obstáculos que surgían a cada paso que daba.
El racismo estuvo siempre presente a lo largo de su vida y su carrera. De pequeña no lo entendía, pero conforme fue creciendo entendió que su color de piel era su mayor error sobre esta tierra. Lejos de dejarse afectar, se refugió en ello para impulsarse y cantar con todo el corazón, luchando por sus libertades y las de su raza.
Parte de lo que fue su infancia y la forma en que entró en contacto con la música y la realidad del afro en Estados Unidos, está contado en el libro Nina, escrito por Alice Brière-Haquet e ilustrado por Bruno Liance, a partir de una anécdota de la artista: una noche, mientras le cantaba a su hija Lisa una canción para arrullarla, la niña no conseguía quedarse dormida, entonces, para conseguir que sus ojos comenzaran a cerrarse, Nina le contó la historia de un bebé negro, un bebé que era ella.
Mientras su voz recorre los distintos episodios de su historia, la forma en que comenzó a tocar el piano y a comprender su condición de afro, el lector reflexiona alrededor de temas como el racismo y la igualdad, la identidad y la niñez.
“Había 52 bellos dientes blancos y 36 negros más pequeños, como clavados en el teclado. “Estos son los bemoles, los semitonos”, explicó el profesor. Yo pregunté por qué. “Porque así es”. Sí, era así. En todas partes y para todo. Del solfeo aprendí que una blanca valía dos negras, y en el bus, por la noche, yo debía ceder mi lugar. Yo hubiese podido enojarme, o peor, creerles: Nosotros solo éramos semihombres en un inmenso teclado de marfil”.
El libro, publicado en Colombia por Panamericana Editorial, es un ejemplar de tapa dura que acoge al lector y le invita a sumergirse en esta corta, pero bellísima historia, la de una mujer que encuentra en la música y su tono de piel, el sonido de su vida, aquel que le bastó para hacerse inmortal.
Nina Simone, en cuerpo presente, falleció el 21 de abril de 2003, a la edad de 70 años. Su voz sigue con nosotros, a través de las historias y las canciones, y de todos aquellos que se mantienen en pie de lucha, firmes a sus ideales.
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