Este año se publicó Sabor peruano. Travesías musicales (UPC, 2022), editado por los investigadores y periodistas Lucho Pacora y Enrique Blanc, que reúne 21 ensayos, crónicas y perfiles de las figuras mas relevantes de la música peruana como Yma Sumac, Pastorita Huaracina, Alfredo Linares, Tania Libertad, Chacalón, Novalima o Los Destellos.
Infobae conversó con Pacora acerca del libro, la cultura musical peruana, los artistas nacionales y el problema de la difusión en la radio.
“El gran problema en el Perú no es que no existan músicos talentosos y creativos, sino que el 80% o 90% de peruanos no saben ni siquiera que existen”, comenzó en esta entrevista.
—En la introducción escribes que no nos damos cuenta que los peruanos almorzamos o comemos escuchando música.
—Es una particularidad de nuestra cultura que demuestra la importancia que tiene la música y que ha tenido siempre nuestra colectividad en nuestra sociedad. Lamentablemente, eso no se condice con el apoyo que se le da en todos los niveles.
—La música peruana necesita más apoyo.
—La cultura siempre es la última rueda del coche. El problema es que no hay una conciencia real del valor que tiene la música peruana. Se disfruta la música cuando estamos almorzando, cuando se asiste a un show o cuando se escucha en las radios, pero no pasa lo mismo cuando los artistas salen a pedir algún tipo de apoyo. Hay desconocimiento muy profundo respecto a nuestra propia música.
Algo que me ha llamado la atención es que mucha gente canta a viva voz una cumbia antigua de Los Destellos o Los Pakines, pero no recuerdan quiénes son, incluso a nivel visual. No hay una conexión con esa tradición más allá del goce que se le da. Es un desconocimiento con nuestro patrimonio cultural que es bastante grave porque tranquilamente se puede equiparar con cualquier artista mundial. En el Perú conocen más a Mick Jagger que a Enrique Delgado de Los Destellos.
—En Sabor peruano, Raúl Cachay escribe acerca de la nueva guardia como La Lá o Renata Flores que apelaron a YouTube para que tengan mucho mayor acogida, para que el público peruano las considere.
—Hay una serie de condiciones. Renata no hubiera aparecido si previamente no hubiera habido un movimiento feminista también importante para lograr visibilizar a las mujeres en el tema de la música.
El problema radica principalmente en que no hay un apoyo importante, tampoco hay ninguna política desde el Estado para fomentar la música, pese a que tiene tanta importancia y tanta calidad, sobre todo, la independiente como lo tuvo la comida hace quince años; los peruanos sabíamos que nuestra comida era muy rica, pero en el extranjera nadie la conocía. No fue hasta los cocineros peruanos se preocuparon e hicieron conocer a nuestra comida afuera con un apoyo importante del Estado: Promperú gastó millones en publicidad y generó una campaña gigante alrededor de la gastronomía.
Es lamentable que todavía nadie se haya dado cuenta del potencial musical que tenemos en el Perú. Pese a tener todo en contra, la música más creativa sigue subsistiendo; siguen saliendo proyectos de calidad que son apreciados en el extranjero que aquí nadie conoce.
—Ahora que hablas de personajes de la música que no han sido reconocidos puedo mencionar a Yma Sumac que no fue valorada en el Perú en su momento y aparece en el libro.
—No hay que olvidar que Yma Sumac fue rechazada hasta por el mismo José María Arguedas que estuvo en contra de ella porque no aceptaba que una artista peruana rompiera el canon tradicional de la música andina. Lo que no entendió es que no puedes mantener una tradición si es que no la renuevas. No le puedes poner fronteras a la música y tomar una posición ortodoxa porque la matas.
Tampoco ha existido un nivel de los músicos más consagrados con una intención de llevarla afuera porque en muchos casos no dan la talla. Todo bien con el Grupo 5, Armonía 10 y todos esas orquestas de cumbia, pero eso ya se escucha en otros países hace varias décadas.
—¿Cuando inició el apogeo de la música tropical en el Perú?
—Tuvo su momento extraordinario entre los años 60 y 70. Es la música que ahora está siendo revalorada en Europa donde se están haciendo revisiones de discos de Los Destellos o Chacalón. Muchos peruanos conocen la canción “Cariñito”, pero no se dan cuenta que allí está el valor de lo nuestro.
—Efraín Rozas escribe algo muy importante en La revolución invisible de la chicha que forma parte de este libro: “La cumbia peruana no solo les dio a las poblaciones urbano-andinas un elemento transnacional que los conectaba con la modernidad, sino también un espacio para la cultura del goce juvenil y la sensualidad que les habían negado en el pasado”.
—Traté de remarcar en Sabor peruano qué es la influencia de la música andina para la construcción de la música peruana. No se termina de asumir por todas las taras y la crisis identitaria que hemos arrastrado desde la colonia y seguimos reproduciendo actualmente con el racismo y la discriminación.
—Periodistas, escritores y poetas conforman este libro de Sabor peruano. Travesías musicales.
—Algo que me preocupó fue rescatar a todos estos héroes y heroínas que hemos tenido a lo largo de la historia en la música que si fuera otro país deberían tener el mismo status quo de Francisco Bolognesi o Miguel Grau porque hay un montón de músicos que hicieron mucho por el Perú. Por otro lado, quería que se contarán las historias desde distintos puntos de vista; convoqué a personas que admiro y aprecio. Quería que las historias se contaran bien y, sobre todo, porque es un lamentable reflejo de la carencia que tenemos en espacio de difusión de nuestra música. Es una vergüenza que no exista una sola revista de música peruana desde hace décadas.
Los perfiles cronicados en el libro no son simplemente una mera biografía de Wikipedia; son historias inéditas que no se habían publicado antes o aspectos que no se habían abordado como el caso de Los Saicos...
—O Alfredo Linares que debería tener un espacio especial en la salsa peruana con todo lo que ha hecho.
—Alfredito debería tener una plaza con su nombre. La gente ni siquiera sabe que está vivo y es una eminencia. Alfredo es un referente en la salsa peruana en el exterior; Alfredo Linares, el inca del piano. Es uno de los músicos más virtuosos y prolíficos que ha tenido el Perú, es un poco lo que el libro trata de contar. Lo conocen más afuera que aquí.
—Hay otra cosa que me llamó la atención de Sabor peruano: no es un libro académico.
—Para que lo lean cinco gatos, mejor no. Recientemente, en los últimos años se ha empezado a editar un poco de libros de música peruana, aunque sigue habiendo una orfandad de publicaciones e investigaciones sobre la cumbia, por ejemplo. Es increíble que el género que más se escucha en el Perú no tenga muchas investigaciones y creo que es porque hay mucha desinformación: datos inexactos y cada uno tiene su propia versión de la historia. Hace unos meses se acaba de publicar Historia de la cumbia peruana. De la música popular a la chicha del maestro Jesús Cosamalón.
Se debe romper ciertos paradigmas que se han venido desarrollando en el último siglo con respecto a la música peruana y, como decía anteriormente, el Estado debe ser consciente, incluso económicamente. Por nada, en Chile y Colombia tienen algo similar a Promperú exclusivamente para la música. Cuando aquí dicen que van a apoyar lo hacen con cantantes como Gianmarco o Eva Ayllón, que no necesitan tanta ayuda, pero acá persistimos con lo mismo.
—Otro grave problema es la difusión en las radios.
—Es un poco complejo porque en Argentina, Chile o Colombia hubo un poco de política intervencionista para que pasen a sus artistas locales, aun cuando estas empresas radiales también han intentado sacarle la vuelta a esa ley; tampoco es que haya sido completamente efectiva. La estrategia sería completamente viable en cualquier gobierno: tienes TV Perú, Radio Nacional y Canal IPe, tres grandes medios de cobertura nacional que llegan a todo el Perú.
Pero como está completamente politizado no tiene la suficiente capacidad de ambición para darse cuenta que con esos medios se podría generar un contrapeso en la oferta de las otras radios que ponen el mismo playlist de hace 40 años. Los adolescentes siguen escuchando la misma música que yo escuchaba cuando tenía su edad; lo único que está haciendo es reproducir el mismo modelo y el mismo estilo de hacer música. En la escena independiente hay excelentes músicos, pero a sus conciertos van muy pocas personas no porque sean malos, sino porque el público no sabe que existen ni que son peruanos.
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