Ni novela negra ni de aventuras, ni novela de la violencia o narconovela, testimonio no es y tampoco una novela histórica, la nueva obra de Carmen Restrepo, hermana de la también escritora Laura Restrepo, es una divertida mezcla de muchas cosas; su editorial, Penguin Random House, la define como una novela policiaca que llevará al lector a recordar una época anterior, marcada por el asombro frente al televisor, esa novedad que cambió nuestras vidas para siempre.
En la época en que se desarrolla “Pregúntale a la Luna”, pocas familias son las que tienen televisor en Colombia; el embrujo de la entonces llamada “caja mágica” todavía era una novedad, en blanco y negro y muchas veces era necesario subirse al tejado de las casas para mover la antena y así ajustar la calidad de la imagen.
“Por obra del destino y de las cartas”, reza la contraportada del libro, “Rosa (la protagonista) se transforma en Madame Rosicler, la tarotista estrella del programa De Sabatina, en pleno furor de la llegada de la televisión. Gracias a su poder adivinatorio, Rosa y su vivaz amiga Charito se convierten en ayuda imprescindible para el detective Palacios, jefe de Criminalística de la Policía, quien está al frente de una investigación truculenta y apasionante”.
Con una prosa desparpajada y un ritmo más que ágil, este nuevo libro de Restrepo sugiere para el lector un rato más que ameno, como si estuviera viendo una serie de diez episodios que parecen cinco, o comiendo el pastel que acaba de salir del horno, el cual, tras horas de espera tan solo dura unos segundos antes de que se acabe todo.
Sobre su escritura y otros temas, la autora conversó con Infobae:
— ¿De qué manera el género policiaco encuentra su cauce en este libro, atendiendo a que el lenguaje, de repente, y las acciones mismas de los personajes parecieran apuntar a otro tipo de narrativa?
— Primero, hay que recordar que la novela recrea la época en la que la televisión, esa caja maravillosa, llegaba a nuestros hogares. Un momento muy especial, lleno de magia y sorpresa, que nos traía el mundo y lo ponía en una pantalla. Nosotros producíamos sólo televisión en vivo y directo, así que hay que mirar la novela no como las que acostumbramos a leer, con estructura y personajes que no son de nuestra cultura, los personajes de “Pregúntale a la Luna” podrían salir solamente de nuestro entorno, esas dos mujeres tan peculiares en su forma de ver la vida y de actuar sólo podrían salir de nuestra particularidad, de nuestro modo de ser latinos.
— No es una novela negra, propiamente, porque no tiene todos los elementos, pero sí podría decirse que se inscribe en una tradición cercana al género en Latinoamérica. ¿Qué decisiones estéticas tomó durante la concresión de la trama para evitar que, de repente, la historia terminara etiquetada?
— En la historia aparecen dos mujeres con características muy especiales: son mayores, son madres solteras, son valientes, trabajadoras, han hecho la vida como la vida les vino, no le tienen miedo a nada; Charito y Rosa son las dos caras de una misma moneda, tan distintas, física y emocionalmente, la una alta y fuerte, la otra diminuta; una dubitativa y vacilante, la otra temeraria y frentera; ambas en permanente controversia y, sin embargo, las más unidas, las más compañeras. Con estas características tan especiales no hubieran podido terminar montadas en una aventura convencional.
— ¿Cuál es el asunto con lo astral, lo misterioso? En esta historia toma protagonismo, no solamente por las situaciones sino por la manera en que, estructuralmente, se dispone la novela.
— Charito es la encargada del maquillaje de los artistas y Rosa es la encargada del vestuario; Rosa, además, en sus ratos libres, y entre café y café, echa las cartas del tarot a los artistas o a los compañeros de trabajo, arte que le viene por herencia de sus ancestros gitanos y que se le da naturalmente. A Rosa las cartas le susurran al oído, le hablan del pasado y el futuro, pero, además, ella es intuitiva como solo los buenos lectores del tarot pueden ser, y así, en un momento en el que está saliendo al aire el programa de mayor audiencia del país y no llega el cantante de moda, al presentador se le ocurre ponerla a que le lea las cartas a la teleaudiencia. Los televidentes comienzan a llamar desesperadamente y Rosa a contestar, y así pasa de ser la encargada del café a ser la parte central del programa. Ahí comienza la aventura, aparecen los demás personajes, un homicidio espantoso, un detective compulsivo, los amados hijos, los asesinos, los miedos y los triunfos. Todo iluminado a la luz de las cartas, y bañado por el halo misterioso de la luna...
— Sus obras se han destacado por no caer en los mismos sitios que otros escritores exploran. ¿Qué tanto se ha propuesto huir, si es que lo ha hecho, de los tópicos habituales de la literatura colombiana?
— He escrito para públicos muy distintos, el primero “Las vacas comen espaguetis” lo hice con mi hermana Laura Restrepo y es una recopilación de los pensamientos y los juicios que los niños hacen de los adultos y su mundo; el segundo, “Alexa Neri y la amenaza de las sombras” es una novela juvenil, de amor y aventura que tiene como escenario la Toscana del siglo XVIII, y este, el más reciente, “Pregúntale a la Luna”, del que hemos hablado.
No me he propuesto huir de ningún tema, creo que los temas que me han llamado la atención han ido apareciendo de esa manera, sin embargo estas mujeres y estos personajes de “Pregúntale a la Luna” son muy de nuestros países, sólo en nuestras ciudades se da esa particular mezcla de sabiduría, inocencia, sagacidad, humor y sobre todo valor y ganas de enfrentar la vida.
— Hablando de obra, ¿qué tanto de esta podría llegar a ser lo mejor que ha escrito hasta ahora?
— Esta me gusta mucho, trabajé mucho tiempo en ella, en la investigación, para que la trama fuera perfectamente coherente y divertida; en los personajes, para que fueran inolvidables, entrañables y reales, gentes como las que vemos pasar todos los días, a las que no miramos y que de golpe por una casualidad extraña acaban montadas en sucesos excepcionales.
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