“Cuando al amanecer del jueves 21 de octubre de 1982 supimos que la Academia Sueca le había concedido a Gabriel García Márquez el Premio Nobel de Literatura, el colombiano era acaso el escritor más famoso del mundo. Y el “realismo mágico” tal vez la corriente literaria más rica y vital en el ámbito de la creación literaria de cualquier idioma en ese momento. Y Cien años de soledad, la novela más poética y reveladora que se hubiera escrito jamás sobre el Caribe y América Latina”.
Así inicia el nuevo libro de Gonzalo Mallarino Flórez, con el que rememora aquel día del año 82 en el que Gabriel García Márquez consiguió su tan ansiado Nobel. “El día que Gabo ganó el Nobel”, así se titula, y hace parte de la colección ‘Colombia Memoria’, de la filial colombiana del Grupo Planeta.
Aquí, el autor, hijo del también escritor Gonzalo Mallarino Botero, se remonta a aquel episodio sagrado que tuvo la fortuna de presenciar, y sintetiza, de manera atinada, el año más tumultuoso en la vida del escritor de Aracataca.
Reza la contraportada del libro:
“Terminaba el gobierno de Julio César Turbay Ayala, al cual se había opuesto toda la izquierda colombiana por sus métodos represivos y dignos de una dictadura de ultraderecha: cientos de encarcelados, torturados y perseguidos políticos bajo la doctrina del Estatuto de seguridad. García Márquez había sido férreo opositor a esa lógica y un defensor de una salida pacífica al problema de las guerrillas. Ese año, sin embargo, el gobierno lanzó la amenaza de que iba a capturarlo y el escritor se exilió en México desde donde entabló una discusión seria con el país que se resistía a su grandeza literaria. Entonces se produjo la noticia”.
Ese día, el jurado sueco estimó que el éxito alcanzado en 1967 por los millones de ejemplares de su novela Cien años de soledad hubiera “podido ser fatal a un escritor con menos recursos que los del autor colombiano, pero que su épica obra El Otoño del patriarca, publicada ocho años más tarde, puede sin desmedro medirse con la precedente. La muerte es posiblemente el más importante escenógrafo en el mundo inventado y descubierto por el escritor colombiano, un mundo —podría decirse— descubierto a la luz de la opresión y la injusticia”, señaló La Academia.
Al interior del mismo, Mallarino Flórez escribe que en ese entonces, el escritor de Aracataca pasó a ser “un héroe de la gente, un ídolo popular, como decir entonces el futbolista Willington Ortiz o el médico milagroso José Gregorio Hernández”. Cuando se conoció lo del premio, “fue un momento de intensa felicidad para el país. En medio de tantas luchas y dificultades, cuando ya se alzaba en nuestro horizonte el horror del narcotráfico y su violencia angustiante, Colombia le daba al mundo el Nobel de Literatura de ese año”.
Este libro es una crónica del antes, el durante y el después de aquella jornada. “Es la manera de honrar un hecho que nos brindó la posibilidad de que nuestra lengua se hiciera universal, la historia de lo mágico que era ese amigo de mi papá”, dice Mallarino. “Que escribía novelas, que veíamos en la casa riéndose con nosotros y nuestras novias, y de repente se ganó el Nobel y se convirtió en el escritor más famoso del mundo”.
Recordar el episodio, 40 años después, es volver atrás en la historia de un país y entender que alguna vez tuvimos al mejor escritor del planeta. Las cerca de 170 páginas del libro consiguen situar en el presente la anécdota, que si bien tuvo como actores a unos pocos, los tuvo a todos como protagonistas. La pluma de Mallarino consigue que la historia detrás del episodio termine siendo casi un relato del propio García Márquez, que hacía y deshacía lo que quería con la vida y la muerte y lo eterno a tavés del tiempo.
En conversación con Infobae, el editor Juan David Correa, director literario del Grupo Planeta, precisó que la edición impresa del libro presenta un error, que ya ha sido corregido en las ediciones digitales, y comparte su fe de erratas:
“Por alguna razón, a la hora de armar la portada, vimos un despacho apócrifo de prensa fechado el 19 de octubre. El Nobel se anunció el día 21 y no 19, como erróneamente se lee en el antetítulo del libro. Les pido excusas a los lectores y a todos los gabólogos del mundo que pondrán el grito en el cielo, con toda la razón. El error es enteramente de los editores pues, como se lee en el interior del libro, en el primer párrafo. Su autor no tiene responsabilidad en esta errata que asumimos desde la editorial. Espero que, a pesar de ella, lean con entusiasmo el libro”, expresa el editor.
El error, pienso yo, le da un aire más garcíamarquiano al libro, y si bien habrá de corregirse, a los lectores nos queda ese regalo, de la vez en que un libro sobre Gabo nos “mamó gallo” a todos.
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