“Esto debería ser una fe de erratas pero es una fe de cucarachas”, dice una nota impresa en un papel con forma de bicho que está en la parte de atrás del libro antes de que uno lo abra, un accesorio para la lectura, un marcalibros, estrategia de los editores para llamar la atención de quien empieza a leer. “Pedimos disculpas a todos”, dice el papelito, al parecer por dos pequeñas máculas que los editores vieron en el libro, y escriben: “Editar también es vivir”.
Si bien el libro comenzó a gestarse en Brasil, a raíz de una residencia artística durante la cual se conocieron la autora y la ilustradora, ha sido en Colombia donde ha conseguido ganar más lectores, gracias al proyecto editorial, justamente, de Lectores secretos.
“Fátima Vélez fue invitada a una clase de la maestría de escritura creativa del (Instituto) Caro y Cuervo, la cual yo estaba cursando. En esa clase ella dijo que el libro solo tenía una edición en Brasil, pero que no estaba para los lectores de Colombia. Le escribí de inmediato para que charláramos y ahí empezó el proceso que llegaría hasta la publicación del libro”, le ha contado Chano Castaño, uno de los editores, a Infobae.
Y continúa: “Del porno y las babosas es un libro de un lenguaje propio, con unos ritmos y unos temas y unas texturas que sumergen al lector en unos versos sicalípticos, intensos, que transportan a un mundo sensacional en el cual el deseo se convierte en lenguaje”.
La poesía tiene que generar algo, de lo contrario, sería otra cosa, y es gracias al manejo del lenguaje que lo consigue. ¿Qué pasa si no genera nada, aunque sea repulsión? En realidad, no pasa nada, pero no podríamos hablar propiamente de poesía sino de un montón de palabras todas juntas que intentan verse bonitas.
Este poemario, finamente escrito por la escritora antioqueña Fátima Vélez, cuya pluma es hoy una de las más atractivas de la literatura colombiana. Ilustrado por Power Paola, conocida por su trabajo con Virus tropical, está sustentado en ello y, así mismo, reboza de potencia. Está lleno, llenísimo, de sexo, y no precisamente entre humanos.
“Del porno y las babosas” es como un escaloncito en un motel en el que solo se hospedan animales, bichos, tardígrados, cucarachas asexuales y babosas. Follan día y noche, y el voyeaur es la palabra.
verlos reproducirse
es ver dos ideas de intestino penetrarse analmente
porque anal es la evolución
dice la ley tardígrada
ahí, en la cloaca
sucede el encuentro de la forma intestina con la luzla cáscara del huevo milenaria
la indestructible forma del murmullo con patas
los murmullos con patas dicen más
sobre el paso terrestre
de lo que se ha dibujado en cielo alguno.
El libro puede leerse de varias maneras, y eso le agrega mayor factura. Es una historia narrada a partir de poemas, una novela escrita en verso, o textos separados que encuentran sentido de manera independiente. Los poemas, en cierta forma, el libro entero, es como una aglomeración de bichos, que se mueven, se retuercen, se arrastran por el suelo, se pegan a la ropa, mientras se revuelcan los unos con los otros.
La poética de Fátima Vélez, presente también en su novela “Galápagos”, uno de los mejores libros que se han escrito en los últimos años en Colombia, desliza a los lectores por la tierra, los ensucia, les deja esta sensación visceral que surge tras el encuentro con el animal que llevamos dentro y que se excita, y levita.
Aquí hay texturas, arritmias, cuerpos, fluidos. “Todo lo que pueda emerger de la tierra húmeda trae una carga erógena, y justo en estos poemas se advierte el uso de materiales diversos, muy orgánicos, para la estimulación de lectoras y lectores”, reza la sinopsis del libro.
no hay porno capaz de igualar
el apareamiento de las babosas
una afirmación sustentada
en no tener babas suficientes
para hacerle saber al otro
a los otros
las ganas que tenemos de que nos muerdan una oreja
que nos metan la punta de la lengua
en orificios donde no cabría
ni el más extraviado de los hongos
Leer a Fátima Vélez, cualquier cosa que escriba, es asistir al encuentro de una voz pegajosa, que se queda con uno. Su acierto está en acercar aquello que parece ajeno, inexplorable. La suya es una obra que se gesta, digámoslo desde ya, a partir de aquello que se pudre, que se ensucia, lo que se queda con uno después de pasado el tiempo y en el cuarto de al lado sigue oliendo a muerto.
SEGUIR LEYENDO: