La pandemia del Covid-19 ha cobrado muchas vidas desde su aparición a finales de 2019, entre ellas la del escritor Luis Sepúlveda, a quien se llevó a la edad de 70 años. Su partida fue más que repentina y generó la sorpresa de sus lectores y de la prensa cultural en casi toda Hispanoamérica, así como la solidaridad de quienes fueron más cercanos a él durante los últimos años.
El autor de “Historia de un caracol que descubrió la importancia de la lentitud” estaba radicado en España, en la ciudad de Oviedo, desde hacía unos años. El 29 de febrero de 2020, fue confirmado como el primer paciente contagiado de Covid-19 en Asturias. El chileno regresaba de un festival literario en Portugal. Rápidamente fue ingresado a la UCI Del Hospital Universitario Central de Asturias y permaneció 48 días en coma, con respiración asistida, hasta que falleció en el mes de abril.
En octubre de 2022, Sepúlveda habría cumplido 73 años. En su momento, consiguió ser el escritor latinoamericano más leído en Europa, con millones de ejemplares traducidos a casi todos los idiomas. El éxito de sus obras estuvo respaldado por su carismática personalidad y su buen humor, que según el escritor colombiano Santiago Gamboa, “hacía que todos sus lectores quisieran no solo leerlo, sino tenerlo de invitado para la cena en su casa, cada día de su vida”.
Precisamente el autor de “Perder es cuestión de método” ha aprovechado sus redes sociales para recordar a su amigo en el día de su natalicio, y cuando uno de los usuarios le preguntó en los comentarios sobre qué libros de Sepúlveda recomendaba, él mencionó tres:
Un viejo que leía novelas de amor (1988)
Antonio José Bolívar Proaño vive en El Idilio, un pueblo remoto en la región amazónica de los indios shuar (mal llamados jíbaros), y con ellos aprendió a conocer la Selva y sus leyes, a respetar a los animales y los indígenas que la pueblan, pero también a cazar el temible tigrillo como ningún blanco jamás pudo hacerlo. Un buen día decidió leer con pasión las novelas de amor -«del verdadero, del que hace sufrir»- que dos veces al año le lleva el dentista Rubicundo Loachamín para distraer las solitarias noches ecuatoriales de su incipiente vejez. En ellas intenta alejarse un poco de la fanfarrona estupidez de esos codiciosos forasteros que creen dominar la Selva porque van armados hasta los dientes pero que no saben cómo enfrentarse a una fiera enloquecida porque le han matado las crías. Descritas en un lenguaje cristalino, escueto y preciso, las aventuras y las emociones del viejo Bolívar Proaño difícilmente abandonarán nuestra memoria.
Fuente: Planeta de Libros
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Patagonia Express (1995)
En este libro, Sepúlveda nos invita a acompañarle, codo con codo, en algunos de sus periplos por las solitarias tierras de Patagonia y Tierra del Fuego. Así, conocemos a Ladislao Eznaola, vagabundo del mar en busca de un nave fantasma, a su hermano Agustín, el bardo de Patagonia, a Jorge Díaz y La voz de Patagonia de Radio Ventisquero, la ternura de Panchito y su delfín, a aviadores enloquecidos que lo transportan todo, desde vino hasta muertos, por encima de la desolada inmensidad del paisaje... El libro se abre y se cierra con dos encuentros extraordinarios del autor con Bruce Chatwin y con Francisco Coloane, escritor chileno que alimentó la imaginación inquieta del niño Sepúlveda.
Apuntes de viajes, sí, pero también un aprendizaje de cómo viajar, de cómo conocer el mundo, de cómo mirarlo y quererlo. Luis Sepúlveda prolonga en cierto modo la tradición aprendida por él en los libros de su maestro Coloane y procura contagiarnos la inmensa felicidad de la verdadera aventura.
Fuente: Planeta de Libros
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Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar (1996)
Están narradas aquí las aventuras de Zorbas, un gato «grande, negro y gordo», cuyo inquebrantable sentido del honor le conduce un día a comprometerse a criar un polluelo de gaviota. Su madre, una hermosa gaviota, atrapada por una ola de petróleo vertido en el mar por un buque varado, le deja en prenda a Zorbas, justo antes de morir, el huevo que acaba de poner. Zorbas, que es gato de palabra, cumplirá sus dos promesas: no sólo criará al polluelo, sino que le enseñará a volar. Los amigos de Zorbas, Secretario, Sabelotodo, Barlovento y Colonello, le ayudarán en una tarea que, como se verá, no es tan fácil como parece, y menos para una banda de gatos más acostumbrados a hacer frente a la dura vida en un puerto como el de Hamburgo que a hacer de padres de una cría de gaviota...
Pensada en principio como un cuento para “enanos”, Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar se dirige en realidad a todos aquellos que, chicos o mayores, no solo disfrutan con las historias bien contadas que estimulan la imaginación y el ingenio, sino que, a la vez, aprenden a ver el mundo bajo una óptica distinta, conociéndolo mejor y, por lo tanto, amándolo y cuidándolo con más inteligencia.
Fuente: Planeta de Libros
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Unos días después de su muerte, Gamboa escribió en su columna de El País, una semblanza acerca del Luis que él conoció y el que quedó para los lectores. “Lucho fue un escritor tocado por la fortuna y un amigo excepcional, diferente a todos”, dijo. “Es tal vez por eso que lo queríamos tanto”.
La obra de Luis Sepúlveda es una de las más interesantes y originales que ha visto la literatura latinoamericana en los últimos cincuenta años. Más de treinta libros publicados y un buen número de premios y reconocimientos, dan cuenta de la versatilidad del chileno y su enorme capacidad narrativa. Muy pronto se fue de este mundo, pero su obra aquí nos queda, y si el universo no lo quiere distinto, será eterna.
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