Escribió sobre el nazismo y advierte: “Si no tomamos conciencia podemos vivir aquello que no se imaginaban los alemanes en los años 36, 37, 38″

La española Paloma Sánchez-Garnica es autora de “Últimos días en Berlín”, un éxito de ventas que perdió el premio Planeta por un voto. En Buenos Aires, dialogó con Infobae Leamos.

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Paul von Hindenburg y Hitler
Paul von Hindenburg y Hitler en 1933. La novela de Sánchez-Garnica se sitúa en los años previos a que el Führer desatara la Segunda Guerra Mundial (Culture Club/Getty Images)

La historia ya es conocida. El año pasado la novela presentada por la escritora española Paloma Sánchez-Garnica resultó finalista del premio Planeta. Se presentaron 664 obras. No ganó por un voto. Cuando le preguntan por el resultado, responde con el refrán andaluz: “No hay alegría pequeña”. Y lo cierto es que el reconocimiento se lo están dando los lectores. A menos de un año de su publicación, su novela Últimos días en Berlín, lleva once ediciones.

La trama está centrada en un triángulo amoroso. Yuri es un joven que huye de Rusia hacia Alemania, donde se encuentra con una sociedad que celebra el nazismo. Allí conocerá a Claudia, la esposa de un oficial nazi, y a Krista, una médica alemana que lucha por mantener a flote sus ideales.

Últimos días en Berlín es su octava novela. De las anteriores se destacan La sonata del silencio (2014), que incluyó una adaptación en televisión, Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido, ganadora del Premio de Novela Fernando Lara 2016, y La sospecha de Sofía (2019), que cuenta con diecinueve ediciones.

En su paso por Buenos Aires, la escritora habló con Infobae Leamos.

Paloma es menuda, el pelo castaño intenso, corto y espumoso. Lleva una chaqueta roja, remera negra y pantalón negro. Hace semanas que está fuera de su hogar en Madrid, por la gira de presentación del libro en Latinoamérica, y esta es la última parada antes de regresar. Pero se muestra serena y entusiasta. Unas horas atrás recibió un llamado. Al otro lado del océano su editora le dijo que ingresó a imprenta una nueva edición de Últimos días en Berlín.

-¿Por qué fascina tanto a los lectores la novela?

-Porque es una historia muy pegada a la calle. Una historia en la que se puede ver reflejado cualquiera. Es muy cotidiana, te ves y piensas, “me puede pasar a mí si la sociedad en la que vivo cae en este totalitarismo”. Es una novela muy transparente con quien la lea.

-Solés aclarar que no es una novela histórica.

-No quería entrar en la Segunda Guerra Mundial, no quería entrar en las trincheras ni en el horror del Holocausto, ni en las consecuencias. Quería entender cómo se llegó a eso para que ocurriera lo que ocurrió. Cómo los alemanes, una sociedad muy parecida a la nuestra, con una intelectualidad muy potente, se dejaron llevar de forma fanática, de forma arrolladora, por un salvapatrias como Hitler y por una ideología tan perversa como el nazismo. ¿Qué falló?

-Yuri Santacruz, el protagonista, está basado en Doctor Zhivago, la novela del escritor ruso Boris Pasternak. ¿Qué tomaste de ese personaje?

-El sentido de la justicia que tiene. Bajo esa contradicción de un amor apasionado y un respeto reverencial y un cariño brutal por su mujer. Yuri Santacruz se me presentó clarísimo desde el principio. Era los ojos a través de los cuales quería que el lector paseara por toda esta época y estos acontecimientos tan brutales que les tocó vivir a toda esta generación que nació a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

La historia de la novela inicia cuando Yuri, escapando de Rusia, llega a Alemania, se instala en Berlín y en el edificio donde vive conoce a su vecina, Claudia. Queda fascinado con ella, pero es la esposa de un oficial de alto rango de las fuerzas de las SA, la milicia del partido nazi.

Paloma Sánchez-Garnica es una escritora
Paloma Sánchez-Garnica es una escritora ya consagrada por éxitos anteriores.

Así describe ese encuentro la autora:

“También lo hizo él, quitándose el sombrero empapado. Ella llevaba un pañuelo atado a la cabeza y un vestido claro con un delantal de cuadros que le cubría la parte delantera.

Yuri se quedó sorprendido al reconocerla sin ninguna duda como la chica que había intervenido en el altercado con los SA y Axel Laufer. Ella también lo reconoció, pero desvió de inmediato la mirada; lo esquivó y salió a la calle.

Yuri se mantuvo en el interior del portal, observando atónito cómo ella se inclinaba hacia el interior del coche. Sus ojos se posaron en las sinuosas curvas de su trasero y no pudo evitar pensar que era perfecto. Hizo desaparecer la expresión embobada de su rostro cuando ella se volvió con dos pesadas maletas.”

-A pesar de los hechos tan adversos que vivencian los personajes es posible el amor.

-Es que esta es una novela de amor y de amistad. El amor y la amistad son sentimientos que nos ennoblecen como seres humanos. Surgen en los momentos más trágicos, no solamente en los momentos de bonanza, florecientes, de paz y de tranquilidad, sino en los más devastadores. Como el amor entre Yuri y Claudia, a pesar de que ideológicamente están cada uno en un extremo. Pero hay que pensar que Claudia no es nazi por convencimiento, es nazi por costumbre, porque le empapa todo lo que tiene a su alrededor. No piensa, no analiza. Cuando empieza a analizar es cuando se le empieza a caer ese mito. Poco a poco se va dando cuenta. Claudia tiene esa contradicción que muchas veces nos aporta el amor. Por un lado, es egoísta, celosa, va contra su rival. Contra Krista, a quien considera su rival. Y por otro lado surge la generosidad que da el amor. Son mujeres que se unen en una amistad que las ayuda a sobrevivir, a mantenerse en esos períodos de tragedia. Creo que Claudia es mucho más humana que Krista. Hay muchas más Claudias que Kristas en el mundo. Porque Claudia es esa parte de la sociedad que se dejó arrastrar en un momento en el que la sociedad estaba muy frágil, que era muy vulnerable.

Las milicias nazis tienen un
Las milicias nazis tienen un rol central en la novela de Sánchez-Garnica. Aquí, Hitler saluda a sus tropas tras la anexión de Austria.

A lo largo de la novela hay también muchas escenas que narran con crudeza los abusos a las mujeres, y la impotencia de no poder evitarlos.

“Ulrich la agarró violentamente del cuello y se acercó tanto que ella sintió el olor rancio de su aliento.

- Atrévete a hacerlo y la mato... A ella y a esos bastardos.

Krista miraba aquellos ojos llenos de odio que le confirmaban que cumpliría su amenaza. La soltó y la empujó con brusquedad antes de cerrar con un fuerte portazo.

Se quedó inmóvil, oyendo golpes, gritos y risas que la música no ahogaba. Se sentía morir de rabia. Desolada, se dejó caer en el escalón. Angela Blumenfeld bajó hasta ella y se sentó a su lado. Cogió su mano y la acarició con cariño.

¿Por qué siempre somos nosotras las que nos llevamos la peor parte, Angela?”

Sánchez-Garnica en la entrega del
Sánchez-Garnica en la entrega del premio Planeta 2021: perdió por un voto.

-¿Las mujeres tuvieron la peor parte en la guerra?

-Los vencedores banalizaron esta tragedia de las mujeres alemanas porque no las consideraban víctimas. Los alemanes eran los culpables de todo lo que les había pasado. Lo que está pasando ahora en Ucrania, lo que pasa en todas las guerras. Las mujeres son el botín de guerra, en el afán de venganza. Somos las víctimas y al final nos consideran culpables, prácticamente que nos lo merecemos.

-En el texto, la voz de las mujeres se vuelve fundamental, repone lo que pasa en las ciudades, en el hogar, el calvario del día a día.

-Quería que el lector comprendiese las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos de las mujeres. Si no parece que los hombres son los que sufren la guerra, los que van al frente, los que mueren, los que lo pasan mal y las mujeres se quedan en el hogar cómodamente. Y no es así. El bombardeo sistemático a la población civil en donde había mujeres y niños y ancianos fue una un arma contra el enemigo. Se arrasaron ciudades en las que estaban viviendo esas mujeres que mantenían el núcleo del hogar. Y cuando llega el Ejército Rojo, las toman. Ellas conocían además lo que estaba ocurriendo. Y ese miedo latente sabiendo que están solas es lo que quería mostrar. No tienen protección. Sufren violaciones, no una vez, sino muchas, y durante días. Y lo primero que hacen las mujeres es normalizar lo que sucede. Las que pueden superarlo, porque muchas se suicidaron, hablan entre ellas, incluso bromean. Como una forma de asimilar lo que está pasando y buscar protegerse. Y eso será elegir a un oficial para que las violase uno y no todos los demás. Y cuando el peligro se va, porque se retiran, ellas tienen que guardar silencio de esa tragedia. Por vergüenza, por tabúes sociales y porque tienen que recibir a sus hombres vencidos, derrotados y humillados, para abrazarlos, para consolarlos.

-Se suele decir que los libros ayudan a que no se repita la historia. ¿Qué opinás sobre lo que está pasando en Rusia y Ucrania?

-Estamos atravesando en Occidente un momento crítico en el que si no tomamos conciencia podemos llegar a vivir lo impensable, es decir, aquello que no se imaginaban de alguna manera los alemanes en el año 36, 37, 38, que iban a vivir no solamente ellos, sino el mundo. ¿Cómo evitarlo? Tomando conciencia. La toma de conciencia nos incumbe a cada uno con nuestro granito de arena, siendo una sociedad crítica, una sociedad con opinión, una sociedad leída. Y el instrumento más fácil y más accesible que tenemos es el libro.

Quién es Paloma Sánchez-Garnica

♦ Nació en Madrid en 1962. Es licenciada en Derecho, Geografía e Historia, y escritora de ficción.

♦ Entre sus obras se destacan El gran arcano, El alma de las piedras y La sospecha de Sofía.

Últimos días en Berlín fue finalista del premio Planeta en 2021: perdió por un voto. Aún así, obtuvo el reconicimiento de los lectores y lleva once ediciones.

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