“Los niños son el eslabón más débil de la humanidad”, dijo por estos días a la prensa Yuval Noah Harari, el historiador israelí que se volvió best seller con su libro Sapiens: De animales a dioses, donde explicó la historia de los humanos. Luego vinieron Homo Deus: Breve historia del mañana y 21 lecciones para el siglo XXI. Y ahora, en octubre, sale de nuevo con Imparables. Diario de cómo conquistamos la Tierra.
¿Qué tienen que ver los niños? Todo: Imparables es un libro para chicos. Les contará cómo empezamos a usar las piedras como herramientas -sorpresa, en un giro muy siglo XXI dirá que la idea fue de “una humana”-, qué habilidades conseguimos en exclusiva y cómo (y para qué) nos hicimos del fuego. Hablará de humanos diferentes a los de hoy en día, de las ventajas de los neandertales sobre nosotros, los sapiens. Y por qué, de todos modos, los sapiens prevalecimos.
“Los jóvenes deben formar parte de la conversación global sobre la situación de la humanidad y hacia dónde nos dirigimos. Para ello tienen que comprender qué son los seres humanos y de dónde vienen”, sostiene Harari. Y, para eso, el libro.
El historiador dijo que este libro “cuenta la historia de los humanos desde que éramos simples simios que vivían en la sabana hasta que casi nos convertimos en dioses volando en aviones y naves espaciales”. Y que “es un libro divertido y también muy serio, que pretende preocupar con las preguntas que plantea. Todas las preguntas, desde por qué tenemos pesadillas y por qué nos gusta el azúcar hasta por qué la gente cree en dioses y por qué hay tantas guerras. Imparables tiene un mensaje clave para los niños: el mundo en el que vivimos no tenía por qué ser como es. La gente lo hizo como es. Y la gente puede cambiarlo”.
Imparables tiene ilustraciones, capítulos breves y un lenguaje cordial y cercano. Aquí, uno de sus capítulos.
Antes éramos salvajes
Nuestra historia empieza hace millones de años. Por aquel entonces, los humanos solo eran animales normales y corrientes. La gente no vivía en casas, ni iba al trabajo ni al colegio, y no tenía coches ni ordenadores. Vivían al aire libre, trepaban a los árboles para recoger frutos, buscaban setas y comían gusanos, caracoles y ranas.
Los demás animales no temían a los humanos y no les prestaban mucha atención. Nadie habría imaginado que algún día los humanos llegarían a la Luna, fabricarían bombas atómicas o escribirían libros como este.
Al principio, los humanos ni siquiera sabían hacer herramientas. A veces usaban piedras para cascar nueces. Pero no tenían arcos ni flechas, lanzas ni puñales. Eran animales relativamente débiles y, en cuanto aparecía un león o un oso, tenían que huir, ¡y muy rápido!
Actualmente, muchos niños aún se despiertan por la noche asustados, creyendo que hay un monstruo bajo su cama. Eso es un recuerdo de hace millones de años. Entonces sí había monstruos que, por las noches, se acercaban sigilosamente a los niños. Cuando oías un leve ruido en la oscuridad, podía ser un león que iba a devorarte. Si te encaramabas enseguida a un árbol, sobrevivías. Pero, si te quedabas dormido otra vez, el león te comía.
A veces, cuando los leones mataban a una jirafa y se la zampaban, los humanos los observaban desde una distancia prudencial. Querían una parte de la carne, pero les daba demasiado miedo acercarse, incluso cuando los leones se alejaban, porque entonces llegaban las hienas para comerse las sobras…, y los humanos no se arriesgaban a buscar pelea con esas manadas tan pendencieras. Por fin, cuando los demás animales se habían ido, los humanos iban de puntillas hasta el animal muerto para buscar entre los restos…, pero solo quedaban los huesos. Así que se encogían de hombros y se iban a recoger higos.
Entonces una humana tuvo una gran idea. Cogió una piedra, con la que rompió un hueso, y lo abrió. Dentro encontró el tuétano, una materia muy jugosa. Se lo comió y vio que era delicioso. Otros se fijaron en lo que había hecho y la imitaron. Pronto empezó a hacerlo todo el mundo. ¡Por fin había algo que solo los humanos sabían hacer!
Cada animal tiene sus habilidades especiales: las arañas tejen telarañas y atrapan moscas, las abejas construyen panales y producen miel, y los pájaros carpinteros extraen larvas de los troncos de los árboles. Algunos animales tienen habilidades muy curiosas. Por ejemplo, el pez limpiador sigue a los tiburones y espera a que hayan comido. Cuando un tiburón se ha zampado un aperitivo de atún, abre la boca de par en par, y el pez limpiador se mete adentro y quita los trocitos de atún que se le han quedado entre los dientes. Este consigue una limpieza dental gratis, y el pez limpiador se da un buen banquete. De algún modo, los tiburones reconocen al pez limpiador, y nunca se lo comen por error.
Pues bien, los antiguos humanos también tenían el truco especial del tuétano: usaban piedras para romper los huesos. Y algo aún más importante: se dieron cuenta de que fabricar herramientas era una buena idea. Empezaron usando palos y piedras no solo para abrir huesos, sino también para arrancar ostras de las rocas, desenterrar cebollas y zanahorias silvestres, y para cazar animales pequeños, como lagartos y pájaros.
Con el tiempo, los humanos descubrieron una herramienta más extraordinaria que los palos y las piedras: ¡el fuego! El fuego es atroz y aterrador. Cuando un león se come una cebra, deja de tener hambre y se echa a dormir. Pero, cuando el fuego se come a un árbol, luego está aún más hambriento, y salta velozmente al siguiente. Puede engullir un bosque entero en un día. Y, si intentas tocar el fuego o contenerlo para que no se extienda, te quemará a ti también. por ello, todos los animales temen al fuego. Incluso más que a los leones. De hecho, hasta los leones tienen miedo al fuego. Pero algunos antiguos humanos empezaron a interesarse por él. Si lograran utilizarlo del mismo modo que usaban los palos y las piedras…
¿Te gusta sentarte a mirar el fuego y observar cómo bailan las llamas? Pues es otro recuerdo de los antiguos humanos. Al principio, se acercaban al fuego con mucha cautela. Quizás descubrieron que, si un relámpago prendía fuego a un árbol, luego podían sentarse a su alrededor y disfrutar de la luz y el calor. Y, lo que es mejor, mientras ardía, ningún animal peligroso se atrevía a acercarse.
Quién es Yuval Noah Harari
♦ Nació en Kiryat Atta, Israel, en 1976.
♦ Es escritor, historiador y profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
♦ Es autor de libros como Homo Deus: Breve historia del mañana y 21 lecciones para el siglo XXI, entre otros.
♦ Su libro Sapiens. De animales a dioses ha sido un éxito internacional que ha vendido más de 21 millones de ejemplares en 65 idiomas.
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