Gabriela Roca Barrenechea asumió la dirección de la filial colombiana del Fondo de Cultura Económica en junio de 2020, y se convirtió en la primera mujer en llegar a este cargo. Paco Ignacio Taibo II, quien dirige en la casa matriz del FCE, dio el visto bueno para su nombramiento y hoy la destaca por su trabajo.
Antes, había estado ya vinculada al sector editorial. Durante quince años fue editora y directora de proyectos en la editorial colombiana Taller de Edición Rocca. Es una de las mujeres de mayor rol en el panorama actual del mundo del libro en el continente.
El Fondo de Cultura Económica está presente en Colombia desde 1975. En entrevista con Infobae, Gabriela Roca habla sobre su llegada al cargo de directora de la filial colombiana y el curso actual por el que se dirige la industria del libro en el país.
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— Desde su llegada a la filial colombiana del FCE, ¿cómo evalúa el crecimiento de la editorial y su alcance? ¿En qué van los planes de ampliación a otras ciudades de Colombia?
— Hemos logrado el sostenimiento de las relaciones, hemos llegado a encontrar desde hace unos meses el resultado operacional en números negros y hemos crecido también en lo que se refiere a presencia a lo largo del territorio colombiano. Precisamente este año, en el mes de junio, abrimos nuestra sede en el norte de Bogotá, la librería María Mercedes Carranza. Ya son cerca de tres meses y medio en los que hemos podido ver los resultados de este nuevo espacio, la acogida que ha tenido por parte de la gente del sector.
Por otro lado, además de la librería Fernando del Paso en Medellín, estamos en conversaciones para abrir dos sedes más en Cartagena y próximamente en Cali. Esta es una buena noticia no solamente para la región sino para todo el grupo del Fondo de Cultura Económica. En el caso de la primera librería se da gracias a una alianza que hemos logrado con la Universidad de Cartagena, con el propósito de crear una nueva dinámica y un espacio cultural en la ciudad y los municipios más cercanos, atrayendo a nuevos lectores. Se espera lo propio con la segunda, pero la más avanzada es esa.
En cuanto a la distribución, estamos asegurándonos de forma prudente, pero también arriesgada, buscando nuevos lugares, no solamente librerías, que son los lugares tradicionales en los que se ponen los libros, sino explorando nichos diferentes, tiendas de barrio, por ejemplo. La idea es no solamente llegar con los libros sino con nuestros autores, asegurando la circulación de ellos, de sus libros, y generando discusión. Por supuesto, nuestros autores son los primeros aliados y entusiastas en llevar sus libros para cautivar nuevos lectores. En ese sentido, con un crecimiento controlado, pero también siendo bastante osado, porque de otra manera no podríamos explorar estos nuevos terrenos y territorios donde podemos cautivar más lectores, decidimos ampliarnos. El Fondo de Cultura Económica es más que una red de librerías.
— Es la primera mujer que llega al cargo y la única en todas las filiales. ¿Qué supone para usted saberse pionera al frente de una editorial como esta y con qué objetivos trabaja a diario?
— En este momento soy la única mujer directora. Para mí ha sido una gran experiencia, independientemente de ser mujer, porque sé que los demás directores, mis compañeros de las otras subsidiarias, le ponen su sello particular a los proyectos que, junto con sus equipos, le dan la presencia y empuje que necesita el Fondo de Cultura Económica, y la verdad es que trabajamos todos con un mismo objetivo: llegar a más lectores con títulos que tengan contenidos inteligentes, retadores. Esa es casi una premisa, una consigna desde nuestra casa matriz en México, cuidando editorialmente los contenidos, pero también bajando los precios y aumentando la calidad de los libros, asegurándonos de tener una red de distribución en diferentes frentes.
En Colombia estamos asegurándonos de tener presencia través de nuestras tres librerías actuales: la librería México, acá en el centro cultural Gabriel García Márquez; la librería María Mercedes Carranza en el centro y norte de Bogotá, respectivamente, la librería Fernando del Paso, en Medellín, que se encuentra ubicada en la Biblioteca Pública Piloto. A través de estos de estos tres canales de librerías, espacios que acogen a los lectores, hacemos presencia, pero, además, con un ejercicio potente de inclusión en las diferentes regiones del país, y eso mismo que hacemos en Colombia, lo hacen a su escala los diferentes directores de las otras filiales. Yo creo que somos el proyecto que más que creer en la activación de la imaginación, pretende servir en todo sentido.
— ¿Qué tanto ha podido avanzar la editorial respecto a los cambios establecidos en materia tributaria que, de alguna u otra manera, permean la industria del libro?
— Nos ha golpeado la expectativa que se está generando en este momento. Las propuestas del nuevo gobierno todavía son inciertas, pero esto no es lo único que nos viene afectando, también el precio del papel para la impresión de los libros. Su precio actual es bastante elevado, por diferentes circunstancias: las importaciones y demás. En materia tributaria hay una sensación de incertidumbre. Estamos muy atentos y expectantes a lo que se defina, pero también actuamos para poder contener la reforma, o trabajando para que por lo menos quede bien elaborada y nos permita seguir funcionando, dando así campo a nuestro último fin, el propósito más grande, que los libros puedan circular con bajos precios, con contenidos inteligentes y a través de canales que les permitan llegar a nuevos lectores.
— ¿Existe algún tipo de labor social que genera la editorial en el país? Teniendo en cuenta la filosofía de su director en la filial madre.
— Nuestra labor social, que es la misma que en la casa matriz, consiste en encontrar la forma de que más lectores tengan acceso a los libros. Lo hacemos a través de nuestras diferentes redes de distribución, con literatura de calidad, que sea provocadora, que anime cada vez más a que lectores se sumerjan en las historias de nuestros libros.
En Colombia, particularmente, hemos hecho alianza con diferentes organismos, entidades privadas de diferente orden político y diplomático, que nos permitan tener mayor impacto. Desde el año pasado, por ejemplo, pusimos en marcha un proyecto que se llama ‘Alebrije´, una sala de lectura, un espacio abierto para la ciudad donde recibimos sin costo y de manera organizada a las diferentes comunidades que quieran venir a leer, a tener un momento de lectura. Idartes, Fundalectura, la Alcaldía Local de la Candelaria, la Secretaría de Cultura y, por supuesto, el Fondo de Cultura, hemos propiciado dicho espacio. La idea es que tenemos este espacio dispuesto principalmente para los niños y jóvenes, pero se nos han ido sumando diferentes poblaciones e intereses lectores; también vienen adultos. últimamente, estamos llevando este proyecto de fomento de la lectura las ferias regionales, a partir de una apuesta comercial, un libro, un dinamizador o un recreador de la lectura.
— La llegada de Patricia Ariza al Ministerio de Cultura supone un sinfín de cambios. ¿Cómo analiza su aporte al cargo y en qué se ha avanzado con ella? ¿En qué aspectos se piensa trabajar?
— Este es un gobierno progresista, que además da cuenta del sentido que ha adquirido toda América Latina; desde México, pero pasando por Colombia y también por Chile. Próximamente vamos a ver los resultados en Brasil. Este gobierno progresista, que inicia contactos con el entorno cultural y en particular con el sector del libro, seguramente está absorbiendo como una esponja todas las necesidades y está tratando de entender qué es el sector, cuál es la Industria del libro que está planteada en nuestro país, por no reducirlo a nivel editorial.
El espíritu es de diálogo. Nosotros, particularmente, tuvimos una reunión con la ministra Patricia Ariza y la conclusión de ese encuentro fue que es necesario crear contactos horizontales. Conversamos sobre un proyecto que busca editar, en alianza con el Ministerio de Cultura, una colección de autores latinoamericanos que se conecten en las letras de América Latina; un proyecto macro que se irradia desde México, desde la misma presidencia de la República, y con la dirección del Fondo de Cultura en México. Esta es una colección que va a ser editada en siete países al mismo tiempo, con dimensiones latinoamericanas.
Entonces, ya empezamos a perfilar algunos proyectos con ese impacto, asegurándonos, por supuesto, contenidos retadores, inteligentes, seductores, con política de precios bajos y de libre acceso. En este sentido, a ministra y su equipo nos propusieron, por ejemplo, sumarnos a lo que ella denomina como ‘el estallido cultural’, que no quiere decir otra cosa distinta que sumarnos a las diferentes actividades del Ministerio de Cultura y a sus apuestas, a través de diferentes medidas y acciones, a través de los libros. Ese ha sido, pues, el primer acercamiento, el primer diálogo. Todo se irá perfilando con mayor envergadura el año que viene.
— México será el país invitado de la próxima edición de la FILBo, ¿se prepara el FCE desde ya? ¿Qué novedades van preparando?
— Para México fue una gran propuesta que le hizo la Cámara Colombiana del Libro y la Feria Internacional del Libro de Bogotá. Lo que se viene es una nutrida delegación de escritores y representantes de las letras, editores, ilustradores, traductores, impresores. Es decir, en su conjunto, el grupo del entorno del libro. México se está proyectando para la presencia y su participación en la Feria con narrativas contemporáneas y narrativas, desde todos los frentes culturales, las artes plásticas, la danza, la música y, por supuesto, las letras. Estamos cambiando un poco la imagen que se tiene de México como la tierra del mariachi o el tequila, haciéndole una apuesta distinta al México contemporáneo.
El fondo está preparando, junto con las diferentes subsidiarias, la presentación de diferentes títulos y autores. Estamos generando una propuesta, trabajando con escritores para poder llegar con novedades, pero también con importaciones de las diferentes filiales y de la misma casa matriz.
— ¿Son las ferias regionales un espacio más propicio para la consecución de nuevos lectores, o las grandes superficies siguen siendo el mejor escenario?
— Las ferias regionales tienen su particularidad. Se proyectan como el mejor formato de acercamiento a los lectores. Lo hemos constatado. Por supuesto, participamos en grandes ferias, pero en estas no hay limitaciones en la asistencia. Nos hemos dado cuenta que el formato de la feria abierta al público, a los colegios, a los jóvenes, a las familias, a los estudiantes de diferentes universidades y docentes, es la mejor forma de acercar el libro a sus lectores. Ahí hemos explorado y hemos conseguido vincular a públicos de todas las edades. Estamos muy comprometidos con las ferias porque pensamos que representan, no solo una forma de acercarnos a nuevos lectores, sino de llevar nuestros libros por unos canales distintos, sin esperar a que vengan a las librerías o a los centros culturales.
— ¿Cuál es el balance de este 2022 que va llegando a su fin? ¿Son las ferias regionales un espacio más propicio para la consecución de nuevos lectores, o las grandes superficies siguen siendo el mejor escenario?
— Es un balance positivo. responsablemente optimista. En Colombia hemos ampliado nuestras redes y conectamos con creadores constantemente, escritores, ilustradores, lectores, que se suman a nuestro catálogo, y con eso no solo logramos llegar a fin de año sino dar el impulso para sobrepasar una etapa y llegar con todo al 2023.
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