A la poeta Diana Bellessi se le hizo temprano. Tomó un taxi desde su casa en Palermo y el viaje fue tan rápido que llegó una hora antes al Centro Cultural Recoleta, una de las sedes del FILBA 2022.
Hace frío en los alrededores de la terraza, y mientras toma un té muy caliente, Diana observa a unos chicos que bailan. Lleva un poncho negro de lana, un jogging verde y unas zapatillas negras. Sonríe con esa mirada tan celeste, tan característica suya. “Estoy contenta de volver al mundo”, dice, por la posibilidad de salir y encontrarse con sus pares, mientras fuma un cigarrillo tras otro. Es que cuando ingrese a la sala ya no podrá hacerlo.
Hay una fila de jóvenes esperando para entrar. Algunos conversan entre ellos, otros se pierden en sus libros o en la pantalla del celular.
“Diana Bellessi en primera persona” se titula este encuentro, en la que la moderadora, la periodista y escritora Gabriela Borrelli se encargará de conversar con la poeta. Pero primero la presentación. Los libros: Tener lo que se tiene, Mate cocido, Rebelión del instante, La pequeña voz del mundo, la beca Beca Guggenheim, los premios y esa obra monumental que ya alcanza las cinco décadas. “Una potencia lírica, un sistema poético. Una galaxia luminosa”, dirá Gabriela Borrelli sobre el universo narrativo de la poeta. Donde la capital es “el jardín”, hay muchos planetas y “todos los perros viven para siempre”, sigue Borrelli.
Diana recuerda su pueblo natal a la hora de la siesta, la escuela secundaria en Casilda, a su maestro Aldo Oliva y los bares donde solían tomar ginebra. Y por supuesto, los viajes por toda América a finales de los años 60, recorriendo la “patria grande”, como le gusta decir.
También habla de la enseñanza, de los talleres que da desde hace mil años, de sus alumnas que -como Claudia Masin o Paula Jiménez- “se han vuelto con el tiempo mis amigas”, dice Bellessi. Y de ofrecer herramientas a los poetas nóveles. “Ha sido una de las hermosuras de mi vida”.
¿Por qué? “Descubrir a un poeta es algo extraordinario, descubrirlo cuando todavía parece que no hay nada para descubrir ahí y vos sentís que ahí sí, que van. Y que después vienen los libros y te lo demuestran los libros, eso es algo maravilloso”.
Desde las primeras filas siguieron atentas la charla la socióloga y ensayista, María Pía López, la periodista cultural Lala Toutonian, la directora editoral de la librería Eterna Cadencia, Leonora Djament y Amalia Sanz, directora del FILBA.
El público entusiasta, al igual que los lectores de Diana, estaba compuesto por estudiantes y poetas jóvenes. Una chica se saca una selfie con el libro de poemas, El jardín y son varios los que la filman con el celular o piden el micrófono para intervenir.
Alguien del público levanta la mano para hacerle una pregunta. “No te oigo, porque no venís más adelante”, le pide Bellessi. El chico de pelo rubio y rulos voluminosos se acerca y lanza. “Te quería preguntar, ¿qué es la poesía?”. Diana responde, “ah, pero eso es como preguntar qué es Dios”, dice y el auditorio ríe con ella. Pero deja pasar unos instantes y sigue, “es algo que fluye, que se mueve siempre y que no sabes cuál va a ser el próximo lugar ni el próximo puerto”.
Para cerrar la charla, Diana lee en voz alta cuatro poemas que trajo impresos especialmente: “La cara oculta”, “Día del perdón”, “Fuerte como la muerte es el amor” “Éxtasis” y “Con la bordona oscura que abandona el invierno”.
“Y fracaso en nombrarte porque nunca entra todo lo viviente en el poema”, recita Bellessi. Cuando termina, la vuelven a aplaudir como al inicio, pero con más fuerza.
SEGUIR LEYENDO