Hace algunos años que el término “tóxico” empezó a utilizarse, además de para referirse a cosas como la contaminación ambiental, para describir relaciones. ¿Y quién no ha tenido una relación tóxica? Parejas, amigos, familiares, incluso jefes, estas personas que intoxican, invalidan, empequeñecen y destruyen pueden afectar drásticamente el rumbo de tu vida.
En su nuevo libro, Personas tóxicas, la española Silvia Congost vuelca sus años de experiencia como psicóloga experta en autoestima, dependencia emocional y conflictos de pareja para dar consejos sobre cómo identificar estas relaciones que pueden hundirte como un ancla para deshacerse de ellas y evitar el estancamiento.
Publicado por la editorial Diana, Personas tóxicas aporta la claridad, la comprensión y las respuestas necesarias para ver estos patrones en los que es tan fácil caer y actuar en consecuencia, además de ofrecer herramientas para empoderarte, alejarte de quienes te hacen daño y, de una vez por todas, aprender a cuidar tu esencia, tu autoestima y tu dignidad.
Escribe Congost al comienzo de su libro: “¿Qué hacer con todo el dolor? ¿Qué hacer con todo el sufrimiento y la impotencia que genera ver cómo te arrebatan algo que sientes tan tuyo? ¿Cómo lidiar con las consecuencias de esos traumas vividos en momentos de inmadurez y de máxima vulnerabilidad? De nosotros depende hasta qué punto nos impliquemos en nuestro proceso de crecimiento y de mejora”.
Personas tóxicas (fragmento)
¿CÓMO RECUPERARTE Y RECONSTRUIRTE?
Tener una relación con un perfil narcisista te destruye hasta límites que no habrías podido ni imaginar. Y después de que algo haya sido brutalmente destruido, si queremos seguir adelante, solo hay un camino: la reconstrucción.
Obvio que reconstruirse tras una experiencia tan dañina como esta no es fácil. Ni rápido. Ni hay ninguna fórmula mágica. Es un camino que hay que transitar, sí o sí. Lo que te puedo asegurar es que si sigues unos pasos concretos, a tu ritmo, a tu manera, adaptados, llegarás a la salida. Siempre. Eres tú quien debe decidir la velocidad de tu marcha y el ritmo al que quieres avanzar. Si te quieres detener o si prefieres ir hacia delante de una forma constante. El «cómo» siempre estará en tu mano, pero yo voy a indicarte «qué» hacer para que termines llegando.
Los pasos que voy a proponerte los han puesto en práctica cientos de personas que han pasado por nuestros consultorios, personas que acababan de salir, completamente destruidas, de relaciones con un perfil narcisista. Hombres y mujeres. De todas las edades. Con hijos y sin hijos. Con amigos y sin amigos. Con trabajo y sin trabajo. En pueblos y en ciudades. Da igual el origen, la ubicación o las circunstancias personales.
Y también quiero que tengas claro que cuando hablo de «reconstrucción» no me refiero a volver a tener pareja y seguir adelante con todas las heridas abiertas y con un sentimiento de que tu vida no vale nada, pensando cada día en lo mucho que sufriste y sintiendo que no eres nadie por haber permitido todo aquello. No. Reconstrucción y recuperación significa pasar de página. Volver a ser feliz. Dejar eso en el pasado para empezar un nuevo capítulo, sonriéndole a la vida y agradeciendo todo lo aprendido. Se trata, simplemente, de llegar al punto en el que uno tenga claro que el aprendizaje nunca está de más.
PASOS IMPRESCINDIBLES PARA LA RECUPERACIÓN
1. Analizar los daños
Ser capaz de mirarte para analizar cuáles son los daños ocasionados tras tu relación con una persona narcisista es el primer paso que siempre debes dar. Algunos aspectos son comunes en todos los casos, mientras que otros pueden estar más presentes en unas personas que en otras.
Debes evaluar cómo está tu autoestima y cómo ha quedado tu dignidad, así como las consecuencias. Es probable que tengas numerosas inseguridades y miedos que dificulten tu camino o que te impidan avanzar al ritmo que te iría bien hacerlo.
Cuando una persona siente que no es valiosa, que no tiene capacidad para vencer las dificultades de la vida, que no puede alcanzar el éxito o que no consigue que las cosas le salgan bien, cuando se siente poco inteligente, menos preparada y nada merecedora, lo más probable es que esté atascada, escondida en sí misma, y que, encima, ni siquiera intente salir de allí. Es posible que simplemente permanezca sentada en el triste banquito de la resignación, desde el que vaya viendo pasar de largo las constantes oportunidades que le brinda la vida… Sin hacer nada, solo observándolas y lamentándose por tener que cargar con la desdicha de no merecerlas ni estar a la altura y poder, así, aprovecharlas.
Y es que, por si esto fuera poco, cuando te encuentras atrapado en este eslabón, parece que todo lo negativo y doloroso te va aplastando poco a poco. Te vas aislando y sintiéndote cada vez más solo, más incomprendido, más triste y sin esperanza alguna. Y aunque esa soledad te atrape, quieres escapar de ella, pero no sabes cómo hacerlo. Te aíslas, pero no quieres soledad. No quieres hablar con nadie y te sientes profundamente solo. Perdido. Deshecho.
Puede que sientas que no tienes amigos, que los has perdido o que ya no quieren saber nada con tu comañía. Puede que hayas olvidado quién eras, qué te gustaba o cuáles eran tus sueños, ilusiones y deseos. Puede que una vez fuera de esa relación sientas que tu punto de partida está muy abajo. Sea como sea, lo importante es que tomes conciencia de dónde estás, de cuáles son los daños causados y de qué es todo lo que hay que sanar, reconstruir y reparar.
2. Terminar con la fase de autovictimización y lamentos
Es muy habitual que, tras salir de una relación de este tipo, a medida que uno va tomando conciencia y despertando, conecte con un sentimiento de pena muy profundo, que se victimice y se lamente de forma constante al verse en esa situación tan humillante y poco comprensible para los demás. Es fácil caer en ese punto en el que no se entiende cómo se ha llegado hasta ahí y, después de analizar los daños, que uno no pueda dar crédito a las incontables pérdidas y todas las consecuencias con las que tendrá que lidiar de ese punto en adelante.
3. Definir qué queremos conseguir
Puede que cuando uno viene de un túnel tan oscuro como este, al principio le cueste mucho definir hacia dónde quiere ir. Ni siquiera se siente cómodo sabiendo que puede elegir. Ni preparado, ni capaz. El miedo a equivocarse, a hacerlo mal, a la pérdida, a las críticas, a los juicios o, de nuevo, al sufrimiento puede paralizar por completo.
Aun así, hay que hacer el esfuerzo, porque eso es algo que siempre vale la pena. Aunque cueste, ya estarás fuera. Y cuando sales de esa cárcel y de repente te das cuenta de que tienes el mundo a tus pies, tienes que decidir hacia dónde quieres dirigirte.
Para eso, lo más adecuado y recomendable es empezar por objetivos pequeños, por hábitos y decisiones del día a día:
♦ Superar la vergüenza de mostrarte de nuevo al mundo.
♦ Decir «sí» a aquella amiga que te ha insistido un millón de veces para salir y a la que has dicho un millón de veces que no por miedo a lo que pensaría de tu situación.
♦ Dejar desde ya de ingerir ciertos alimentos que sabes perfectamente que no son buenos.
♦ Hacer ejercicio, aunque sea ir a caminar, dar tres vueltas a la manzana o hacer cincuenta abdominales al día. Lo importante es empezar.
♦ Si no tienes trabajo, sentarte delante de la computadora y actualizar tu currículum.
♦ Salir una vez a la semana con alguien, compartir, intentar disfrutar de un paseo por la ciudad o la montaña, o de un concierto (aunque sea detenerte a escuchar a un músico que está tocando en la calle). Déjate embriagar por el arte y la cultura, permite que te inspiren.
♦ Organizar alguna actividad con los hijos y algún familiar.
♦ Decidir no hablar de él/ella durante largos períodos pactados.
♦ Enfrentarte a ese miedo (a agarrar el auto, a ir a pedir ayuda, a preguntar algo…).
♦ Aprender a bailar, tener título de algo, pasar unas pruebas que te permitan acceder a un determinado trabajo, conseguir unos ingresos mensuales determinados, o lo que sea que tengas en mente y que te pida a gritos tu corazón. Lo que sea. Atrévete a mirarlo, a escucharlo y a sentirlo. Siente el deseo de ir en esa dirección y permítete empezar a moverte hacia ese objetivo. Sin miedo. O aunque sea con él, pero sin dejar que nada ni nadie más te detengan. Solo si tienes tu mirada puesta en ese futuro al que quieres ir, podrás conseguirlo.
4. Cultivar actitudes de empuje que aporten energía, motivación, ilusión y ganas.
Solo así sentiremos la fuerza suficiente para avanzar hacia ese objetivo que buscamos. Cuando te quejas, pataleas, te sientes frustrado, rabioso, obsesionado, enojado o perdido, ¿qué pasa con tu energía? Está claro: desciende. Tu cuerpo se cierra, tu mirada baja, te encojes, te haces pequeño, te atascas, no fluyes y, en definitiva, te encuentras mal. Cuando estás deprimido y cerrado, no te dan ganas de ir al gimnasio, comes cualquier cosa que encuentres (generalmente comida basura), no descansas bien y no haces demasiado.
En cambio, cuando tienes una actitud positiva, alegre, vital e ilusionada, es como que la vida te empuja hacia lo bueno, hacia tus sueños y metas. Y es que la vida siempre está de tu parte, no contra ti.
Es importante que cuando ya te encuentres en esta cuarta fase de la recuperación seas capaz de dejar los lamentos atrás. Ya pasó el tiempo de las quejas, de los lamentos y de autovictimizarte. Ya te lo permitiste en un momento anterior. Ahora ya pasó y tienes que comprometerte en dejarlo atrás. Basta.
Te propongo que, si ves que no puedes, que sin darte cuenta ya estás otra vez despotricando a tu expareja, lamentando todo lo ocurrido o el enorme tiempo que has invertido (ya sea desde la pena o desde la rabia hacia la otra persona), hables con alguien de confianza y le des permiso para que, cuando esto suceda, te haga de espejo. Para que te diga que ya basta, que te haga ver que ya vuelves a estar con la misma cantinela y que lo dejes.
Cuando tenemos a alguien que nos ayuda a ver aquello que hemos normalizado y que nos daña, esto nos permite tomar conciencia y, por lo tanto, poder controlarlo.
Debemos hacer un pacto con nosotros mismos: «Hoy no voy a hablar del tema»; «si me encuentro pensando en eso o rememorando mi oscuro pasado, voy a dar un golpe en la mesa y gritaré “¡basta!” para poder cambiar de tercio». O cuando esa otra persona nos lo haga ver, por supuesto que no deberemos enojarnos con ella, sino justo lo contrario, le daremos las gracias aunque en el fondo nos duela. Respiraremos hondo y cambiaremos de tema.
Y como este punto se centra en cultivar actitudes de empuje que nos den energía y nos conecten con la ilusión y las ganas de vivir y sonreír, déjame que te cuente que esto se consigue con mi filosofía #yomeamo.
Quién es Silvia Congost
♦ Nació en España en 1977.
♦ Es una psicóloga experta en autoestima, reconocida como conferenciante por el impacto de su discurso cuando habla de relaciones tóxicas y de dependencia emocional.
♦ Tiene cientos de miles de seguidores en las redes sociales y participa habitualmente en varios medios de comunicación.
♦ Es autora de Cuando amar demasiado es depender, Autoestima automática, Si duele no es amor, A solas y La voz de mis alas, entre otros.
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