Amante de Chopin, amiga de Flaubert y con nombre de varón para publicar libros: George Sand, una escritora censurada

La autora francesa Aurore Dupin adoptó masculino un seudónimo para poder llegar a sus lectores. La prohibición de la Iglesia no logró alejarla de quienes iban detrás de sus novelas.

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Retrato de George Sand, una
Retrato de George Sand, una de las escritoras más populares del siglo XIX, hecho por Luigi Calamatta en 1937. (Foto: Fine Art Images/Heritage Images via Getty Images)

George Sand (1804-1876) es el seudónimo de Aurore Dupin, célebre escritora francesa cuya vida y obra se vieron envueltas en numerosas polémicas. Sand, de ascendencia aristócrata por parte de padre, se crió con su abuela en un castillo situado en Nohant, en el condado de Berry, en el centro de Francia.

Se casó a los dieciocho años con el barón de Dudevant, pero al cabo de ocho años se separó y se mudó a París, donde se instaló con su hijo en una modesta chambre de bonne (habitación abuhardillada destinada al personal de servicio de las familias burguesas). Fue allí donde, gracias a su talento, su constancia y sus contactos, consiguió labrarse un nombre en las letras francesas que ha perdurado hasta hoy.

Mujer libre y censurada

George Sand fue un espíritu libre que cuestionó las normas y que se vestía de hombre en contextos masculinos. Se relacionó con escritores como Honoré de Balzac y Gustave Flaubert, el pintor Eugène Delacroix o el compositor Franz Liszt. Mujer independiente y liberada, fue amante, entre otros, de Alfred de Musset, Prosper Merimée y Frédéric Chopin. Encarnaba un modelo de mujer emancipada: era crítica con el matrimonio y la familia tradicional, tenía ideas anticlericales y era simpatizante del socialismo.

A causa de su opción de vida, poco convencional, la obra de George Sand se incluyó en el Índice de Libros Prohibidos del Vaticano en 1863, trece años antes de su muerte, cuando todavía estaba activa como escritora. El Índice tenía el objetivo de preservar la ortodoxia católica y recogía sobre todo títulos de tratados religiosos. Sin embargo, en el siglo XIX se consideró que la narrativa podía ser perniciosa y que suponía una amenaza al modelo de vida católico, de modo que entraron en el Índice numerosas novelas, entre ellas, muchas obras de George Sand.

En vida, Sand se convirtió en un personaje público, vilipendiado por muchos sectores, pero con una gran masa de lectores y admiradores. Nos legó más de setenta novelas, obras de teatro, cuentos y artículos de revista. También se han conservado más de veinticinco mil cartas de su puño y letra, que presentan un interesante retrato de su época.

Una vuelta por España

El interés por la obra de esta escritora en España fue inmediato. Cuatro años después de su debut literario en Francia, ya se había traducido su primera novela al español, Leoni Leone. Antes de la Guerra Civil ya circulaban alrededor de cincuenta de sus obras.

Durante el franquismo, la recepción de la autora estuvo muy condicionada por los escándalos que protagonizó en vida y por el contundente rechazo de la Iglesia católica a su figura y su legado. Sand representaba todo aquello que la estricta moralidad del nacionalcatolicismo condenaba.

En aquel momento, todo texto que quisiera publicarse debía ser presentado y revisado sin excepción por “lectores” franquistas. Ellos decidían si autorizaban la publicación del libro tal como estaba, si debían llevarse a cabo tachaduras y modificaciones, o si se denegaba y se prohibía la publicación.

Los censores desestimaron automáticamente muchas de las obras de Sand porque se habían incluido en el Índice en el siglo XIX, lo que indicaba que los criterios morales no habían evolucionado en cien años. Así, se denegaron las solicitudes de Indiana y Ella y él y, probablemente anticipando la negativa, ni siquiera se pidió autorización para traducir los textos más anticlericales o con tintes socialistas.

En el idioma del Quijote

La novela de Sand con más éxito en español ha sido Un invierno de Mallorca, reeditada más de cuarenta veces en ocho traducciones distintas. En ella relata su estancia en la isla entre 1838 y 1839 junto con sus hijos, Maurice y Solange, y su pareja, Frédéric Chopin.

La autora destaca la belleza del paraje, pero muestra su insatisfacción por la falta de higiene, el pésimo estado de las carreteras y el trato poco hospitalario que recibe de los lugareños.

The Conversation

Si bien el hecho de presentar una visión poco favorecedora de España le valió algún revés con la censura, logró publicarse diez veces en época franquista. Uno de los expedientes que autorizó la publicación en 1958 afirmaba lo siguiente: “Todo es sucio, pobre, triste, deprimente (…). No es un libro precisamente para el turismo”. Paradójicamente, sin embargo, la estancia de George Sand en la Cartuja de Valldemosa es hoy un reclamo turístico y los libros de Sand se venden en tiendas de souvenirs.

Retrato de Sand, una mujer
Retrato de Sand, una mujer que vivió adelantada a su época. (Foto: Art Images via Getty Images)

Evolución de la censura

Cabe decir que, en el caso de esta escritora, se percibe una flexibilización de la censura a lo largo del periodo franquista. Los últimos informes que denegaron la publicación o la importación de obras de Sand datan de 1952. A partir de 1959, se resolvieron todos favorablemente.

El rechazo se apoyaba fundamentalmente en la condena vaticana, pero la última edición del Índice se había publicado en 1948 y fue abolido definitivamente en 1966. Este periodo coincide con la relajación de los criterios morales tras el Concilio Vaticano II que, entre otras cuestiones, desvinculaba las relaciones sexuales de la reproducción.

George Sand había sido castigada a causa de su vida poco ejemplar (más que por transgresiones literarias), pero, en el nuevo contexto, las presiones para moldear un patrón único de mujer a través de la censura literaria habían dejado de surtir efecto.

Quién fue George Sand

♦ George Sand fue en realidad Aurore Dupin, una escritora nacida en Francia en 1804 y fallecida en ese mismo país en 1876.

♦ Escribió con nombre de varón para superar un primer gran obstáculo: publicar era infinitamente más difícil para las mujeres del siglo XIX.

♦ Se opuso a los mandatos de la época: no permaneció casada cuando dejó de desearlo, no ocultó a sus amantes y escribió reportajes y ficciones que perturbaron a la Iglesia.

♦El Vaticano incluyó algunas de sus obras en su Índice de Libros Prohibidos.

♦ Publicó, entre otros títulos, Indiana, La Marquesa y Un invierno en Mallorca.

Las autoras se desempeñan en la Universidad de Vic.

Este artículo fue publicado originalmente por The Conversation.

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