Las reediciones de cada mes invitan a pensar la dicotomía literatura – mercado desde nuevos enfoques, géneros de escritura y posibilidades. Sobre un sinfín de novedades, las reediciones rescatan textos singulares, valiosos por motivos diversos, y dignos de volver a ser leídos desde el presente para dar otra vuelta al círculo virtuoso de lectura, crítica y reflexión.
En la sociedad de consumo, que siempre pide y ofrece productos nuevos, más relatos, sagas y ficciones o no ficciones para devorar, la reedición de ciertos y puntuales textos demuestra que las bases fundantes de la literatura son, justamente, la diversidad de colores y tonos, la audacia y la posibilidad de irrumpir, quebrar un orden, conmover ideas y sensaciones usando simplemente (¿simplemente?) el viejo sistema de imprimir palabras sobre papel (o traerlas en pantallas, por supuesto).
Este mes hay reediciones que van de Borges a Vonnegut, pasando por la crónica futbolera, el panorama de la vida cotidiana bajo el socialismo soviético y una novela de Sergio Olguín que fue devorada por generaciones de teens (y encontrará, sin duda, nuevos lectores). Y hay más: lecturas que merecen un tiempo-espacio particular, que el mundo se detenga para leer. Entonces, ¿literatura o mercado? Pasen y vean.
Un Borges que fue “figurita difícil”
“El nombre de este libro justificaría la inclusión del Príncipe Hamlet, del punto, de la línea, de la superficie, del hipercubo, de todas las palabras genéricas y, tal vez, de cada uno de nosotros y de la divinidad. En suma, casi del universo. Nos hemos atenido, sin embargo, a lo que inmediatamente sugiere la locución «seres imaginarios», hemos compilado un manual de los extraños entes que ha engendrado, a lo largo del tiempo y del espacio, la fantasía de los hombres”.
Así comienza el prólogo de El libro de los seres imaginarios, de Jorge Luis Borges, agotadísimo durante décadas y de vuelta ahora a librerías por editorial Sudamericana. La primera edición de este libro, escrito por Jorge Luis Borges con la colaboración de Margarita Guerrero, apareció con el título de Manual de Zoología Fantástica en 1957. Fue traducido al italiano, al alemán y al francés. Fue ampliado y publicado nuevamente en castellano con el título de El Libro de los Seres Imaginarios en 1967 y traducido al inglés, en 1969.
También apareció en japonés y en portugués y sigue inquietando a lectores de todo el mundo. Basta solamente abrir alguna de sus páginas, preferentemente al azar: “En la época del Renacimiento, el concepto del cielo como animal reapareció en Vantini; el neoplatónico Marsilio Ficino habló de los pelos, dientes y huesos de la Tierra, y Giordano Bruno sintió que los planetas eran grandes animales tranquilos, de sangre caliente y de hábitos regulares, dotados de razón. A principios del siglo XVII, Kepler discutió con el ocultista inglés Robert Fludd la prioridad de la concepción de la Tierra como monstruo viviente, «cuya respiración de ballena, correspondiente al sueño y a la vigilia, produce el flujo y el reflujo del mar». La anatomía, la alimentación, el color, la memoria y la fuerza imaginativa y plástica del monstruo fueron estudiados por Kepler”, dice el artículo “Animales esféricos”.
Y también dice: “La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez más rara que la de un hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la imagen del laberinto conviene a la imagen del minotauro. Queda bien que en el centro de una casa monstruosa haya un habitante monstruoso”, en el artículo “Minotauro”, sin duda una de las obsesiones de Borges.
Quimeras, desvaríos, ensoñaciones y más en un libro infinito. Que en su prólogo advierte: “Un libro de esta índole es necesariamente incompleto; cada nueva edición es el núcleo de ediciones futuras, que pueden multiplicarse hasta el infinito. Invitamos al eventual lector de Colombia o del Paraguay a que nos remita los nombres, la fidedigna descripción y los hábitos más conspicuos de los monstruos locales. Como todas las misceláneas, como los inagotables volúmenes de Robert Burton, de Fraser o de Plinio. El Libro de los Seres Imaginarios no ha sido escrito para una lectura consecutiva. Querríamos que los curiosos lo frecuentaran, como quien juega con las formas cambiantes que revela un calidoscopio. Son múltiples las fuentes de esta «silva de varia lección»; las hemos registrado en cada artículo. Que alguna involuntaria omisión nos sea perdonada. J. L. B. M. G. Martínez, septiembre, 1967″.
Románticas y furiosas
“Las mujeres escritoras no son un fenómeno exclusivo de la vida contemporánea, sino que existieron desde mucho antes”, advierte Graciela Battiocure, autora de La mujer romántica – Lectoras, escritoras y lectores en la Argentina 1830-1870 (Sudamericana). Se trata en este caso de una reedición ampliada y actualizada (post feminismo verde) de un trabajo de investigación minucioso sobre escritoras argentinas del siglo XIX.
Porque mientras Echeverría y Sarmiento debatían y producían sus textos e ideas, dice la especialista, las mujeres del siglo XIX “actuaron en la sociabilidad cultural, impulsaron cambios y plantearon reivindicaciones, se granjearon como pudieron un lugar de pertenencia en los círculos letrados, desarrollaron estrategias para insertarse y ser reconocidas por sus pares, probaron géneros literarios variados y dejaron su marca en la literatura argentina. No todo empieza recién, sino que hay una historia compartida y un camino abierto por ellas mismas, en el fragor y las limitaciones de otro siglo. La mujer romántica se ocupa de indagar los pliegues de esa historia”.
El trabajo de investigación de Batticuore -aggiornado a una mirada desde el presente, en plena época de auge y celebración de las narradoras locales- analiza las peripecias de un núcleo de escritoras que se las ingeniaron para salir del clóset del intimismo y ser reconocidas ante el público de salones literarios o de la prensa moderna, mientras un conjunto de varones célebres componía los clásicos de la literatura nacional y se disputaba el lugar emergente del “escritor americano”. “No solo eso, sino que Domingo F. Sarmiento, Juan B. Alberdi, José María Gutiérrez, José Mármol, Ernesto y Vicente Quesada y otros románticos de la primera o la segunda ola se preguntaron por el lugar que convenía dar a las mujeres en una nación joven que se debatía entre civilización y barbarie.
Esos hombres enfrentaron, no sin contradicciones, la ilusión de una mujer romántica emancipada a través de la lectura y el temor de que los libros pudieran liberarlas “más de la cuenta” (¿adónde iría a parar el dulce encanto femenino si ellas entraban también en “la guerra de los papeles” o en las competencias letradas?). En el medio de ese fuego batallaron las lectoras y escritoras del pasado, obligadas a lidiar o a elegir entre el ideal del amor familiar y los derechos del individuo moderno”, señala Batticuore.
Los capítulos de este libro se encargan de explorar “las tácticas de las escritoras” para establecer interlocuciones o ser legitimadas en diversos círculos (tertulias americanas, salones europeos, prensa, librerías). Un viaje al mundo de la lectura y la circulación de la palabra en el siglo XIX con documentos, fotos de ellas y un análisis minucioso del campo intelectual de esa época, no tan distinta y no tan lejana. Imperdible.
El maestro del sarcasmo
Howard W. Campbell Jr. es un escritor estadounidense que vive en Alemania a inicios de la Segunda Guerra Mundial, transmite por radio discursos favorables al nazismo, mientras a través de las pausas, las toses y los acentos comunica información valiosa para la causa aliada. Como doble agente, Campbell desconoce el sentido de los mensajes que envía a sus compatriotas, y no se interesa por las consecuencias de sus ardientes proclamas radiales.
En su universo personal, Campbell jura formar parte de una nación de dos personas: él y su amada esposa Helga, la única patria a la que desea servir. Pero, cuando la guerra termina, deberá hacerse responsable tanto de sus actos como de sus omisiones. Madre noche de Kurt Vonnegut (editado por La Bestia Equilátera) es un desafío moral en el que las fronteras entre el bien y el mal, la traición y la lealtad, la verdad y la mentira aparecen siempre confundidas.
“Esta es la única novela mía cuya moraleja conozco. No creo que sea una moraleja espectacular, es solo que sé cuál es: somos lo que fingimos ser, así que debemos tener cuidado con lo que fingimos ser”, dijo alguna vez el autor. Madre noche ha sido traducida por Carlos Gardini y tiene –como todos los libros de Vonnegut en La Bestia Equilátera, ilustración de tapa de Liniers. Y la versión para cine (con Nick Nolte) es de las buenas. ¿Qué más pedirle a la vida?
Narrar el Juicio a las Juntas
Argentina, 1985. Comenzaba el Juicio a las Juntas y, aunque había temores de una restauración militar, se iban a juzgar las atrocidades de la dictadura. Los comandantes que habían gobernado a sangre y fuego durante siete años años se sentaban en el banquillo de los acusados, mientras que un grupo de abogados hacía mover los resortes de la Justicia. Luis Moreno Ocampo, por entonces un joven fiscal, junto a un puñado de funcionarios judiciales, fue uno de los encargados de la acusación: reunir pruebas, armar un (primer) mapa del infierno aún humeante de secuestro y tortura, familias desesperadas, muertos sin cuerpo, terror real.
En Cuando el poder perdió el juicio - Argentina, 1985 (Editorial Capital Intelectual), Moreno Ocampo cuenta los hechos que en este presente vienen a resignificar el sentido de la palabra Justicia e invitan a observar los engranajes y modos del cuestionado sistema judicial. Ocampo narra desde el lugar de los hechos, analiza las pruebas y nos recuerda algo fundamental: los acusados gozaron del derecho a defenderse, el mismo que le habían negado a sus víctimas.
Cuando el poder perdió el juicio instala la insoslayable pregunta: ¿de dónde venimos en temas de justicia y, fundamentalmente, hacia dónde vamos? La reedición de este testimonio único acompaña el estreno de la película Argentina, 1985 (anunciado para el 29 de septiembre) dirigida por Santiago Mitre, con Ricardo Darín y Peter Lanzani.
Precalentando el Mundial
“Cuando el Mundial comenzó, en la puerta de mi casa colgué un cartel que decía: Cerrado por fútbol. Cuando lo descolgué, un mes después, yo ya había jugado sesenta y cuatro partidos, cerveza en mano, sin moverme de mi sillón preferido. Esa proeza me dejó frito, los músculos dolidos, la garganta rota; pero ya estoy sintiendo nostalgia”, dice Eduardo Galeano en Cerrado por fútbol (Siglo XXI Editores), un libro que compila todos los textos que el autor uruguayo escribió sobre fútbol junto con varios inéditos y verdaderos hallazgos, como la crónica en la que, con sólo 23 años, llama “traidor” al Che Guevara en persona por haber adquirido en Cuba la pasión por el béisbol.
El libro parte de una confesión: “Desde chico quise ser jugador de fútbol. Y fui el mejor de los mejores, pero sólo en sueños, mientras dormía. Al despertar, no bien caminaba un par de pasos y pateaba una piedrita en la vereda, ya confirmaba que el fútbol no era lo mío. Estaba visto: yo no tenía más remedio que probar algún otro oficio. Intenté varios, sin suerte, hasta que por fin empecé a escribir”, admite Galeano.
Cerrado por fútbol despliega también un recorrido por la historia de este deporte, desde la época en que un jugador recibía una vaca por cada gol hasta el tiempo de los jugadores multimillonarios agobiados por el éxito, pasando por el relato de los diez futbolistas que se pintaron la cara de negro en solidaridad con su compañero discriminado por la hinchada. Y Maradona, por supuesto, “el hombre que no podía vivir sin la fama que no lo dejaba vivir”. Galeano supo que el fútbol mueve emociones colectivas, esas que generan “fiesta compartida o compartido naufragio, y existen sin dar explicaciones ni pedir disculpas”. Y desde esas pasiones, escribe.
Para siempre
La primera pelota con la que jugó Diego Armando Maradona está guardada en una casa de Fiorito. Ariel, un chico de 14 años, aventurero y enamorado, le prometió a su novia jugar con esa pelota, pero cuando va a buscarla descubre que la pelota ha sido robada. ¿Quién se quedó con esa pelota de las primeras gambetas mágicas del Diez? ¿Qué intereses se esconden detrás del robo? ¿Podrán Ariel y sus amigos rescatarla y terminar vivos?
El equipo de los sueños (Grijalbo) de Sergio Olguín vuelve a las librerías. En diálogo con la novela de aventuras, Ariel, el protagonista, despliega su periplo con diversas pruebas y obstáculos en un barrio peligroso, amoroso también, donde encontrará diferencias sociales, mafias policiales, gatillo fácil, vulnerabilidad y astucias. Para chicos, para grandes, para todos, porque la buena literatura no tiene edad.
Detrás del muro
En La vida cotidiana durante el estalinismo - Cómo vivía y sobrevivía la gente común en la Rusia soviética (Siglo XXI editores), Sheila Fitzpatrick cuenta diversos avatares de gente de a pie durante el apogeo del estalinismo. Viviendas comunitarias atestadas, esposas abandonadas, falta de comida y ropa, colas interminables que consumían la jornada de las amas de casa. Escasez, queja popular y estrategias de supervivencia diversificadas se multiplicaban en el horizonte cotidiano.
Con una narrativa vívida, exacta y coral, y con una destreza deslumbrante para reconstruir toda una época, Sheila Fitzpatrick revela cómo, entre fines de los años veinte y comienzos de los treinta, al calor de los planes de industrialización rápida y colectivización de la agricultura, se produjo una desarticulación social masiva fruto del desplazamiento de millones de campesinos a las ciudades y el pasaje de una economía de mercado a una basada en la planificación estatal centralizada.
Años durísimos para un país enorme devastado por la Primera Guerra y a pocos años de la Segunda. Época de surgimiento de un sujeto inédito: el Homo Sovieticus, una especie cuyas habilidades más desarrolladas incluían “cazar y recolectar” en un entorno urbano marcado por la escasez y en el marco de un Estado revolucionario que lideraba el derrumbe de los viejos valores, y en donde la mayoría aceptaba el sacrificio porque veían en el socialismo la única vía para superar el atraso y alcanzar el porvenir. Entre la desesperación y el cálculo, entre la victimización, la pasividad y las convicciones genuinas.
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