Valle Abraham es una novela de la autora portuguesa Agustina Bessa-Luís, publicada por primera vez en 1991. La actual edición de Edhasa es una de la pocas traducidas al español. Originalmente fue encomendada por el realizador de cine Manoel de Oliveira, con el fin de escribir un guion cinematográfico: la película se filmó en el año 1993.
Bessa-Luís se dedicó, principalmente, a escribir novelas de costumbres. Su narración a veces es de una estructura caótica pero siempre brilla a través de su espíritu singular. Escribió historias de vida privada y pública de la segunda mitad del siglo XX, con particular énfasis en el periodo que siguió a la Revolución de los Claveles o Revolución del 25 de abril. Sus principales referentes literarios fueron Camilo Castelo Branco, Fernando Pessoa, Gustave Flaubert y Alexandre Dumas Hijo.
Valle Abraham es la historia de Ema Cardeano, la única hija de Paulino Cardeano, un viudo que vive en la casona del “Romesal”, en la campiña viñatera del río Douro (Duero, en español). Su mundo es su padre y su tía Augusta, una mujer muy creyente. Ema nació con un defecto congénito en la pierna que la obligaba a caminar cojeando, y aunque su belleza natural opacaba por completo ese defecto físico, la tía Augusta se preocupaba con la posibilidad de que ella no consiguiera un marido para casarse. Su padre hablaba poco del tema, aunque dejaba traslucir una inquietud similar.
En un restaurante de Lamego, durante las festividades de Nuestra Señora de los Remedios, Ema Cardeano, en ese entonces una jovencita de 15 años, acompañada por su padre Paulino, conoce al médico rural Carlos Paiva, quien no sólo ya había enviudado de su primera esposa, muerta por envenenamiento, sino que se había convertido en amante de la única escritora de la región, María Loreto Semblano, casada a su vez con un hombre mucho mayor que ella. El relato deja entrever que Carlos solo estaba interesado en casarse con Ema por su dote.
Pueblo chico
La literatura de Bessa-Luís retrata los vínculos entre hombres y mujeres en estos pueblos chicos portugueses de los años ‘70 dibujándolos como un verdadero embrollo al que no le faltan componentes tóxicos tales como intrigas, críticas malintencionadas, habladurías que circulaban con poco o nada de veracidad. Siguiendo la tendencia de los novelistas modernos y cuentistas portugueses, Agustina se lanza al estudio psicológico y social de los habitantes de la pequeñas ciudades y pueblos de Portugal, intentando retratar su psicología, sus creencias anticuadas, su vida monótona y su mentalidad anacrónica. Ella interpreta las acciones humanas desde un sentir pesimista de la vida.
No sólo en el aspecto psicológico y social, en todos los otros sentidos la novela nos sumerge en una atmósfera sufrida. El destino para los personajes es siempre melancólico, como transmitiendo una cierta amargura no en vivir la vida sino en tener que soportarla. Desde el análisis psicológico de los personajes percibimos ese tono amargo, desalentador, lo que constituye una característica permanente en todas sus obras
Agustina retrata a las mujeres de aquella época como semianalfabetas, ya que muy pocas sabían o se permitían leer, mostraban modales groseros, eran chismosas y sus únicos objetivos en la vida eran el altar o el convento. Un verdadero estereotipo femenino que hacía falta quebrar. “No se puede decir que se tratase de una provincia enfermiza, reprimida, en la cual la hipocresía hiciera nido”, comenta la narradora omnisciente de la novela, colocando sarcásticamente un “no” al frente de una frase, donde haría falta un “sí” con total claridad.
También podemos encontrar el mismo tipo de descripción irónica en el párrafo que se refiere a las Señoras Mello: “Con una sonrisa ligeramente cruel, como si fuese un animal de presa olfateando su dieta de sangre caliente”. En pocas palabras, la autora pinta un retrato de cuerpo entero de una sociedad enfermiza, hipócrita, decadente y perversa, casi como una puesta de teatro en la que todos usan máscara, se visten con las mejores ropas y cubren las arrugas con mucho maquillaje para no mostrar sus verdaderos rostros. Ema solo usaba “los Dior y los Hermès, los objetos de toilette con monograma, los pañuelos de batista bordado especialmente encargados.”
Claveles para una Revolución
Esta alta burguesía rural, que se desarrolló a orillas del río Douro, comenzó a decaer tras la Revolución de los Claveles, la revolución ciudadana ocurrida el 25 de abril de 1974 en Portugal, a partir de la que dicho país se convirtió en un Estado democrático y de derecho, marcada por una fuerte orientación socialista.
La Revolución de los Claveles no benefició particularmente a la aristocracia viñatera, aquellas cuyas familias de renombre vivían de cultivar y cosechar uva, y de producir y vender vinos de la región. Por ello, Agustina describe a un personaje conservador como el viejo Semblano vistiendo una camelia en la solapa.
Llama la atención que la misma autora mencione el clavel como un símbolo opuesto a la camelia. El esposo de María Loreto “era un viejo elegante y usaba una camelia en el pecho después de que los claveles se convirtieran en un símbolo de la Revolución”. La camelia es un emblema del Romanticismo porque se comporta de una forma diferente al resto de las flores. Los pétalos en camadas representan a la mujer, el cáliz representa al hombre que la protege. Lo particular de la camelia es que los pétalos y el cáliz permanecen unidos hasta la muerte. Por ello la camelia representa el amor eterno y es símbolo del Romanticismo.
Vínculos literarios
Pero las épocas cambian y un nuevo realismo toma su lugar en la historia. Existen varios puntos en común entre Valle Abraham, de Agustina Bessa-Luís y Madame Bovary, del francés Gustave Flaubert, novela en la cual, por otra parte, la autora portuguesa se inspira. Obviando el hecho de que el primer relato transcurre en Portugal durante los años ‘70 del siglo XX, y el segundo, durante la segunda mitad del siglo XIX, en Francia, son más las similitudes que las diferencias.
Madame Bovary marca la transición entre el Romanticismo literario y el Realismo. Las mujeres acostumbradas a leer novelas románticas y soñar con un casamiento que las hiciera ascender de clase, se encontraban más tarde con una realidad muy diferente, más parecida a una pesadilla que a un cuento de hadas. Ese es uno de los puntos que Flaubert remarca en su novela a través de sus personajes principales Emma y Charles Bovary. Y, de hecho, lo mismo hace Bessa-Luís, con su estilo personal, más modernista.
Ambas novelas resultan en críticas a sus respectivas sociedades, siendo la de Flaubert, una crítica a la sociedad burguesa del siglo XIX, posterior a la Revolución francesa y al gobierno absolutista de Napoleón en Francia. Por su parte, Valle Abraham es una crítica a la sociedad pequeñoburguesa de campiña portuguesa anterior a la revolución de los claveles. Incluso los protagonistas de ambas obras llevan los mismos nombres: Carlos y Ema.
Otros dos detalles que unen ambas obras son, por ejemplo, el hecho de que la primera esposa de Carlos se hubiese envenenado, pues la Emma del autor francés también se causó la muerte por envenenamiento. Asimismo, la pierna defectuosa de Ema Paiva remite en cierta forma al mismo defecto en la pierna de Hyppolite, el mozo de cuadra que aparece en la novela de Flaubert como víctima de mala praxis médica. Agustina cambia esa cirugía fallida por una cesárea malograda, pero la idea en su base es la misma.
Hay una muy breve alusión a La dama de las ca, no sólo por el hecho de que Ema Paiva esté leyendo esta novela, sino también porque se menciona el clavel como flor símbolo de la revolución modernista, y la camelia como alusión a la aristocracia o, al menos, a la alta burguesía aferrada al pasado.
Ema era lectora asidua de La cama de las camelias de Alejandro Dumas hijo, y lo que más le impresionaba de este personaje era que, después de su muerte, hubiera quedado entre sus pertenencias solo el oro y la plata. “Leyendo un día la novela La dama de las camelias, quedó impresionada con el remate, después de su muerte, donde solo había oro y plata entre las cosas personales de ella”.
En su texto “El bovarismo en su búsqueda del absoluto en el filme Vale Abraão de Manoel de Oliveira”, Célia Maria Sousa Lopes observa inteligentemente que: “Ema es presentada en unísono con el paisaje, en una simbiosis casi perfecta con el río que parece deslizar lánguidamente a lo largo de aquel Valle, sin grandes convulsiones, ni balanceo constante, dividiendo las dos márgenes del río, separándolas en mitades diferenciadas y, al mismo tiempo, coexistiendo y haciendo parte de aquel todo que es el paisaje del Douro”.
En este mismo sentido existe la comparación de “La Bovarita” con el río: Antes de casarse, en la víspera: “Ema abrió la ventana del cuarto (…) le pareció que el río Douro, en la curva lenta que se iba deshaciendo desde Régua, traía en el vientre hinchado algo de monstruoso” . Hay una comparación entre el río y Ema, además de un mal presagio respecto de su inminente matrimonio y el fruto de esa unión.
En el libro de Bessa-Luís existen varias referencias a flores -rosa, margarita, camelia-, sugiriendo significados diversos. “Cuando era niña y preguntaba el nombre de una flor, le decían ‘rosa’ o ‘margarita’; ella ponía en duda esa respuesta. -Por qué rosa? (…) Tan breve imagen de una flor en su tallo, tocada por el viento y a punto de dejar caer sus pétalos…”.
La rosa es la flor que la literatura le atribuye a la mujer desde los poemas del siglo XIII. Efímera, suave, delicada, necesitada de cuidados. Pero Ema no se sentía tan frágil, se sentía más fuerte que una pálida rosa.
El Valle Abraham, en la margen opuesta del río, representa su vida adulta, de mujer casada y madre. Un lugar que podría haber significado la realización de sus sueños pero que, sin embargo, significó su infelicidad y hartazgo.
Por último, la Quinta del Vesúvio, posee un nombre llamativo, el de un volcán a punto de erupcionar. Esta casa representa a la mujer adúltera, la Bovarita apasionada que, como un volcán es fuerte y explosiva, violenta y peligrosa, una mujer adulta que deja sus pasiones sin riendas que le coarten la libertad.
Sobre Agustina Bessa-Luís
♦ Agustina Ferreira Teixeira Bessa es una escritora portuguesa nacida en Vila Meã en 1922 y fallecida en Porto en junio de 2019.
♦ Es la mayor escritora portuguesa del siglo XX.
♦ En 1952 recibió el premio Delfim de Guimarães y al año siguiente el Eça de Queiroz; integró la Academie Européenne des Sciences, des Arts et des Lettres (Francia), la Academia Brasileira de Letras y la Academia das Ciências de Lisboa y fue Officier de l’Ordre des Arts et des Lettres, distinción otorgada por el gobierno francés en 1989.
♦ Finalmente, como colorario a un trabajo literario excepcional, en 2004 obtuvo el premio Camões, el más importante de la lengu portuguesa.
♦ Su obra, traducida entre otros idiomas, al inglés, francés, italiano y alemán, incluye novelas, obras de teatro, ensayos, cuentos y biografías.
Algunos de sus libros más notables son A Sibila, el libro que la consagró, Crónica do Cruzado y A ronda da noite.
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