El escritor italiano Emilio Salgari logró consolidarse como uno de mayores exponentes de las historias de aventuras a nivel mundial, con 85 novelas publicadas, situadas en escenarios de interminables hazañas, entre barcos y el mundo fantasioso de su más conocido personaje, Sandokán. Sin embargo, lo que lo convirtió en una leyenda fue su fatídico suicidio, que realizó bajo un ritual japonés en el que cortó su vientre, tras vivir una vida llena de desgracias, con su esposa e hijos fallecidos y una dura situación económica.
A pesar de escribir historias sobre travesías maravillosas, llenas de acción, que incitaron a cientos de jóvenes de su generación a emprender viajes por exóticos lugares y conocer nuevos destinos en todo el mundo, él no salía de casa. El llamado capitán Salgari viajó casi nada; pasaba el tiempo en bibliotecas, con el fin de ampliar su acervo y conocimientos sobre otros lugares, que veía en revistas y libros, que devoraba con gran entusiasmo.
Sus cuantiosas notas, apiladas en fichas agrupadas según los temas de su interés, entre botánica, antropología, náutica, exploraciones y descubrimientos de viajeros, se convertían en sus ventanas del mundo, con las que pudo construir sus narraciones, relatos de piratas, aborígenes, bandoleros y soldados. Lo que sorprende hasta el día de hoy es su gran capacidad para describir fenómenos de los que solo leía y situaba con gran exactitud personas, tribus y animales exóticos.
Su carrera como escritor inició en 1883, con su poca experiencia como marino y sus bastos conocimientos periodísticos, con el cuento corto “I Selvaggi della Papuasia”, publicado por entregas en el periódico milanés La Valigia; el mismo año publicó su novela “La rosa del Dong-Giang”, originalmente titulada “Tay-see”, el inicio de un extenso recorrido literario en el que Salgari publicaría más de 130 cuentos y 85 novelas, traducidos a múltiples idiomas.
En la novela “En las montañas del Atlas” no solo se encontraba un relato entretenido, sino que también se vislumbraba una fuerte crítica social, al incluir las denuncias hechas por el periodista francés Jaques Dhur sobre la cruel imponencia de la milicia de Francia en algunas regiones de África, evidenciando un colonialismo brutal y asesino.
Su obra alcanzó la cumbre del éxito para la década de los setenta y ochenta, cuando se popularizó la serie de televisión “Sandokán”, protagonizada por el actor Kabir Bedi, quien inmortalizo la figura de del mítico aventurero salido de los textos de Salgari. El éxito de esta serie continuó en una película: “Sandokán: el regreso del tigre” de 1977 y la miniserie “El regreso de Sandokán” en 1996, todas protagonizadas por el actor original.
La única forma de ganarse la vida era con lo que le pagaban por sus libros publicados, textos en los que buscó refugio a lo largo de su existencia, con la tristeza que lo agobiaba, incluso llego a pensar que su familia, originaria de Verona, cargaba con una maldición; su padre y su tío, se suicidaron, su esposa, Ida Paruzzi, fue ingresada a un psiquiátrico, donde murió; sus dos hijos también cometieron suicidio. Su hermano, Nadit, falleció en un accidente y su hermana Fátima, a causa de la tuberculosis, hechos trágicos que predijeron de forma irónica el final de sus días.
Emilio Salgari, finalmente, tras una vida llena de drama real y aventuras fantásticas, a los 48 años de edad decidió quitarse la vida de una forma histriónica, se rajó el estómago siguiendo el rito samurái del seppuku, en la práctica, llamado Harakiri; poco antes de tomar la brutal decisión envió algunas cartas de despedida a sus seres queridos que permanecían con vida; a sus editores les envió diversas notas, en las que los acusaba de haberse enriquecido con sus obras, mientras que él seguía hundido en deudas y nunca pudo disfrutar de los frutos de sus éxitos como “El corsario negro”, “El conde Cernazé” y “Capitan tormenta”, por mencionar algunas.
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