Para aventurarse “más allá de lo ya explorado” y hacer algo en contra de la actual “pasteurización del discurso del sexo”, la pareja de escritores uruguayos Ana Grynbaum y Ércole Lissardi creó la editorial de literatura erótica Los libros del Inquisidor. Este nuevo proyecto está especialmente destinado a la publicación de obras de contenido erótico, que van de la ficción al ensayo, convencidos de que “la literatura erótica de calidad y profunda, sin facilismo ni lugares comunes, no abunda, en la literatura en español”, según dice la autora.
“El panorama de la literatura en español en general está tan afectado de corrección que clausura buena parte de la representación y de la comunicación de lo que pasa en la intimidad. Por otra parte, está la pasteurización del discurso del sexo, el avance de una especie de soft porn de peluche con el que la gente difícilmente se pueda identificar”, añade la escritora en diálogo con Télam.
Según afirma Grynbaum, Los libros del Inquisidor surgió desde la decepción con respecto a cierta literatura contemporánea que suprime el erotismo cuando la situación ficcional así lo impone. “Me he dado de narices contra ese tipo de loop entre el beso de antes de ir a la cama y el desayuno luego de una noche de loca pasión. Me he sentido estafada. ¿Es que la Revolución Sexual no tuvo lugar de una vez y para siempre? ¿La peripecia sexual real no puede ser dicha?”, se pregunta.
De este modo, la autora de libros como Tres novelas familiares y La conquista del deseo considera que “vivimos en un tiempo de censura impalpable. Es casi imposible que un libro vaya a juicio por su contenido, pero el juicio de las masas -leer o no leer-, es manipulado sigilosamente. Sin la pasteurización del discurso sobre el sexo no funcionaría esta falsedad según la cual vivimos en la permisividad, sin censura”.
Para la escritora, “los mecanismos de la censura han cambiado pero no ha dejado de operar la represión. La censura ya no la opera el Estado sino las editoriales. Una cosa es caer en el voyerismo y otra cosa es contemplar y expresar. El límite de lo que una sociedad está dispuesta a soportar no se conoce si no se apunta a traspasarlo”.
Según Grynbaum, “hay muchos libros que están escritos de la manera fácil, apelando a ser aceptados por su semejanza con algún texto canónico, o por adecuarse a las pautas industriales y, sobre todo, manteniéndose dentro de los límites del sexo pasteurizado. De ahí la importancia de editoriales verdaderamente independientes para publicar textos que se aventuran más allá de lo ya explorado”.
Para los autores, el hito decisivo en el cambio de la representación del erotismo “fue la Segunda Guerra Mundial con su horrendo cortejo de genocidios”, señala Grynbaum, citando a Lissardi en su libro La pasión erótica. Del sátiro griego a la pornografía en Internet, editado originalmente por Paidós.
La autora explica que “luego de tal desastre las instituciones sociales perdieron toda legitimidad en cuanto a imponer restricciones en la libertad de expresión. De ahí que, paulatinamente, entre los años cincuenta y los setenta, desaparezca la censura en materia de representaciones del erotismo y la sexualidad. En ese proceso obras como El erotismo de Bataille, Lolita de Nabokov y El silencio de Bergman, fueron algunos de los hitos fundamentales. Creo que el esfuerzo editorial en el género de la exploración de la subjetividad, incluyendo la erótica, es fundamental, y para mi gusto, el ensayo no se presta a explorar los vericuetos de la experiencia cotidiana tan exhaustivamente como la narrativa”.
Algo de esa disconformidad sobre el panorama de la literatura erótica llevó a la pareja a crear su propia editorial, lo que les propone no solo cumplir un objetivo sino además el desafío de encontrar autores y obras de calidad.
“Va a ser con lupa, pero vamos a encontrar a los autores que buscamos. Por lo pronto tenemos a dos jóvenes y brillantes ensayistas, Maximiliano Crespi y Mathías Iguiniz, preparando ensayos críticos sobre la literatura de ambas orillas del Plata”, señala Grynbaum, cuya editorial comenzó a publicar en Argentina bajo el sello La Periférica.
Encarar el proyecto de a dos es un desafío que para la autora suena lógico. “Es normal que si a dos personas las une, además de un vínculo, la pasión por la escritura, se unan para realizar proyectos”. Con Lissardi escribieron a cuatro manos Erotopías. Las estrategias del Deseo, un ensayo en el que la libertad literaria colabora con el pensamiento. En ese libro, que pasará por una reedición corregida y aumentada, “la cuestión del erotismo virtual va a tener un lugar importante”, anticipa.
Si bien el erotismo remite a la sexualidad, la escritora sostiene que “se puede tener sexo sin deseo, y se puede no tener sexo y abrasarse en el deseo, incluso mutuo. Hay muchas situaciones posibles, y la felicidad de la persona no es ajena a su satisfacción pulsional. Mi novela El deseo de un profeta confinado trata de cómo un hombre enfrenta el aislamiento por coronavirus, y en ese resistir la atracción por las mujeres, tanto presentes como ausentes, se juega su erotismo”.
Aunque Ana Grynbaum y Ércole Lissardi escriben literatura erótica, no solo se abocan a este género. En el caso de la autora en su último libro, Tres novelas familiares, “cada una de las novelas es erótica a su manera, dependiendo de las necesidades de los personajes. En La conquista del deseo, en la iniciación sexual se juega para la protagonista Iara la posibilidad de superar su infierno personal. En Un asiento demasiado confortable la peripecia sexual de Leila acompaña en paralelo la tragedia de la agonía materna. En El hombre que pudo haber sido, la atracción de los personajes demora en explotar”, explica la autora, y agrega que “la forma en que el deseo, el amor, la pasión, se expresan es totalmente diferente en cada uno de mis libros, tan diferente como las historias que cuentan”.
En cuanto a la escritura de Lissardi, sus últimos libros, El Ser de Luz y la Diosa Idiota y El ápice y otras historias no son solo obras de erótica, sino que despliega cada una el universo de las peculiaridades de su ficción: “El ser de Luz y la Diosa Idiota es al mismo tiempo una novela erótica y un diálogo de gran poesía entre la memoria y la imaginación”, explica Grynbaum.
Para la autora, “lo que sí es seguro es que en Los libros del Inquisidor el lector no se va a encontrar con que la acción se corta entre el whisky de antes y el cigarrillo de después, como sigue sucediendo en tantas narraciones actuales. Tratamos de adoptar una manera honesta de abordar la peripecia humana, en la que el erotismo tiene su terreno conquistado. Lissardi suele decir que la sexualidad es algo demasiado importante como para dejárselo a la pornografía”.
Fuente: Télam S.E.
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