Los estudios sobre Jorge Luis Borges son inagotables. Hay tesis de doctorado, artículos académicos, estudios críticos, glosarios. Sin embargo, la lectura que pueden hacer otros escritores siempre tiene un valor agregado, una frescura difícil de encontrar en los análisis rigurosos, y con frecuencia revelan una cosmovisión sobre el proceso creativo, las influencias y el diálogo con las tradiciones.
Es el caso de Javier Cercas, reconocido escritor español. Este viernes, el autor de Anatomía de un instante brindó una entrevista en el marco del Festival Borges, evento auspiciado por la tienda de libros electrónicos BajaLibros para promover, difundir y debatir la obra del escritor argentino.
Allí, ofreció dictámenes como: “Borges es el escritor en mi lengua más importante desde Cervantes o desde Quevedo”, “Un relato como El Sur no puede ser más argentino, más porteño, y no puede ser más universal”, y “Una de las muchas revoluciones que lleva a cabo Borges es el ennoblecimiento del género policial”.
Cercas piensa, reelabora y utiliza el prisma de Borges para brindar una lectura no solo de la poética borgeana, sino también de la literatura en general: el cruce de géneros, la importancia de la trama y las revoluciones literarias en lengua española.
Esta extraña influencia
Frente a la pregunta de cómo llegó a Borges, Cercas comenzó explicando que, según Wikipedia, se hizo escritor por haber leído a Borges a los 14 años. Sin embargo, explicó que no fue así: “Yo tardé en hacerme escritor precisamente porque leí a Borges demasiado pronto. W.H Auden dice que si un aspirante a escritor tiene de modelo a un escritor demasiado grande como Shakespeare, nunca será escritor, porque Shakespeare lo aplasta. Con Borges me pasó algo parecido: empecé a leerlo muy pronto y me dio ganas de leerlo todo, pero no me dio el deseo de escribir porque me parecía inalcanzable”.
Empezó a leer a Borges “escandalosamente joven”. “Tenía una profesora muy guapa en el colegio, y muy buena profesora. Un día me habló de Borges, y desde entonces no dejé de leerlo. Es raro: normalmente hay autores que te fascinan en un momento de tu vida, y luego dejas de leerlo”, reflexionó Cercas, “pero escritores que lees a lo largo de tu vida hay muy pocos. A Borges nunca he dejado de leerlo, y cada vez que lo leo me parece mejor”.
“Un relato como El Sur no puede ser más argentino, más porteño, y no puede ser más universal”
Recién a los 18 o 20 años se convirtió “en un sinvergüenza” y se dedicó a escribir. Antes que nada, el autor de El Aleph lo convirtió en un “lector feroz”.
Consultado sobre cómo leyó a Borges con ojos de escritor, el español respondió: “Yo necesité determinados escritores, algunos de ellos argentinos, para empezar a ejercer como escritor”. Mencionó a Adolfo Bioy Casares, a Julio Cortázar, al mexicano Juan Rulfo, al peruano Mario Vargas Llosa.
A propósito del autor de Bestiario y Final de juego, aclaró: “No me gusta que hablen mal de Cortázar, y lo suelen hacer en Argentina. Libros como Rayuela pueden parecernos cursis, pero también puede parecernos cursi el Mayo del 68; sin embargo, gracias al Mayo del 68 vivimos mucho mejor de lo que vivíamos. Con Cortázar ocurre lo mismo”.
Luego, volviendo al eje de la influencia borgeana en su obra, Cercas indicó: “A lo mejor nunca he empezado a leer a Borges como escritor, siempre lo hice con la admiración del lector”, y, si bien asegura que la influencia de Borges existe, no puede identificar en qué aspectos de su obra se presenta. Pero agregó: “Hay una cosa que sé con certeza: Borges es el escritor en mi lengua más importante desde Cervantes o desde Quevedo”.
Un escritor universal
En la hora que duró la charla, Cercas dedicó una buena parte a explicar el modo en que Borges revolucionó la literatura en español. “Borges lleva a cabo una revolución descomunal en nuestra lengua, hay una literatura antes de Borges y después de Borges. Vargas Llosa dice, en un ensayo que acaba de publicar, que “con Borges el español se vuelve inteligente”. Es una manera hiperbólica, pero la tendencia al barroquismo, a la retórica, a veces a la palabrería, que aflige al español, con Borges se acaba”.
Para Cercas, hay tres grandes revoluciones de la literatura en español. La primera es de Garcilaso, quien lo cambia todo al adaptar el soneto de Petrarca al castellano. La segunda gran transformación la lleva a cabo Rubén Darío al adaptar la música de los simbolistas franceses al castellano. La tercera es la de Borges, “una revolución que se produce por adaptación de otras lenguas. Yo soy hijo de esa revolución, y quien no es hijo de esa revolución tiene un problema. El Boom es el primer gran hijo de esa revolución. No existirían García Márquez, Cortázar, Bioy Casares, sin la revolución de Borges”.
Con respecto a la tradición occidental, Cercas declaró que “Borges es antes que nada un gran lector que puede releer la tradición occidental de una manera completamente distinta”, y que “Borges es el escritor más argentino de los escritores argentinos, y el más universal de los escritores universales; “Borges conoce, asimila, prolonga la tradición argentina, y hace lo mismo con la tradición universal”.
Los libros de Cercas y la literatura policial
Una de las preguntas aludió al género policial, y se recordó que en El punto ciego, Cercas postula que toda novela es policial. Al respecto, el autor respondió: “Eso se lo leí a Borges después de terminar El punto ciego. El problema con Borges es que cuando tienes una idea, resulta que él ya la ha tenido antes”.
También dijo que: “Todas las novelas son policiales en la medida que siempre hay un enigma y alguien que intenta descifrarlo. En todas mis novelas existe eso. ¿Por qué un soldado salva la vida de un enemigo en una situación en la que todo conspira para que lo mate? De eso se trata Los soldados de Salamina, y todo el libro es un intento de responder a esa pregunta”.
Otra de las revoluciones que lleva a cabo Borges, explicó el escritor de 60 años, es el “ennoblecimiento del género policial”. Recordó que ahora lo vemos como algo muy normal, pero que en los años ‘30, ‘40 y ‘50, el policial era un género absolutamente menor, al igual que la Ciencia Ficción”. “Borges lo que hace es ennoblecer esos géneros; es lo que hacen los genios como Cervantes, Shakespeare, que ennoblecen los géneros populares”.
El siguiente aspecto que se mencionó con respecto al género policial fue la importancia de la trama. Cercas recordó que el primer Borges fue vanguardista y que con los años se desplazó a una concepción más clásica: “Una de los dogmas de la vanguardia es aquel que dice que la trama en una obra no es importante; los que llevan esto a la culminación son los escritores del nouveau roman; Borges, ya muy pronto, se revela contra esta superstición de la modernidad”, explicó Cercas, y recordó el prólogo a La invención de Morel, de Bioy Casares, donde dice que la trama es esencial. Todos sabemos que la trama no es lo fundamental.”.
“Borges, en parte por su afición a la novela policial, reivindica la trama, y reivindica algo que llama “el rigor constructivo”, o sea que en un relato cada elemento debe desempeñar una función”, y explicó: “Por eso no le gusta Proust, porque opera por acumulación, no por selección”.
Una anécdota personal
Frente al pedido de sus favoritos, el escritor español prefirió abstenerse de elegir. A cambio contó una anécdota. Borges había viajado a España con María Kodama y Cercas, junto a un amigo, se dedicó a perseguirlo “como si fuese Mick Jagger”. En un homenaje, en el que se encontraban escritores de la talla de Guillermo Cabrera Infante, el joven Cercas hizo una pregunta: “Maestro, usted ha dicho que su mejor poema es El mar, y su mejor relato es La intrusa. La pregunta que hice, de una gran complejidad, fue si seguía estando de acuerdo. “Y Borges contestó: sí, El mar no está mal, pero La intrusa no. El que más me gusta es Ulrica, porque fluye”: Años más tarde, Cercas fue a Ginebra para ver la tumba de Borges, y allí vio impresas unas palabras de Ulrica, uno de los pocos cuentos “casi eróticos” que escribió Borges.
Para terminar, Cercas dijo: “Borges fue un hombre que sufrió mucho, con las mujeres la pasó mal, quizás se ponía nervioso, tartamudeaba, pero al final de su vida fue feliz, y ese es un relato de felicidad erótica, y eso es muy bonito porque ese hombre merecía ser feliz”.
Al cabo de una hora, el autor de Anatomía de un instante se despidió con la anécdota de cuando Witold Gombrowicz se va de Argentina, y grita desde el baro: “Matad a Borges”. “Yo quiero acabar diciendo “Leed a Borges”.
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