La vida de Salman Rushdie es como sus novelas: las pesadillas se entraman con copiosas fiestas, el amor de mujeres hermosas y cuatro divorcios en serie se mezclan con los agentes de Scotland Yard cubriéndole las espaldas mientras la reina Isabel le otorga el título de “sir” por su contribución a las Letras. Sus relatos cruzan mitos, dioses ¡y diosas! en calles atiborradas de personajes marginales y disruptivos en un tono de realismo mágico exacerbado y con aires de Las mil y una noches que agitan la respiración del lector, porque todo se mezcla a una velocidad de videoclip imparable. Pero, ¿de dónde viene y hacia dónde va Sir Salman Rushdie? Uno de los grandes de este pasaje de siglo en siglo que da cuenta de la loca historia de la humanidad.
Haciendo historia
Salman Rushdie nació en Bombay el 19 de junio de 1947. Hoy vive en Londres, y se creía que ya no estaba perseguido ni amenazado, aunque muchos advirtieron que la fatwa (la persecución que lanzó el ayatolah Jomeini en 1988) continuaba vigente.
Mientras tanto, Rushdie sigue escribiendo. Hace 45 años que lo viene haciendo. Su primera novela fue publicada en 1975, se tituló Grimus y no contó con el entusiasmo de la crítica ni de los lectores. Los ‘70 fueron años oscuros para Rushdie: trabajaba de publicista, pero tenía escaso dinero, quería escribir pero no sabía muy bien por dónde atrapar el hilo de la inspiración aunque no dejaba de anotar escenas, e ideas en cuadernos dispersos. Materiales que pudo hilvanar en algún momento para producir una segunda novela que fue éxito inmediato. Hijos de la medianoche (1980) ganó el premio Booker, el galardón literario más importante del Reino Unido, y años más tarde, en 1993, el Booker of Booker, es decir, el premio a la mejor de las mejores novelas de esos primeros 25 años de existencia del premio.
Hijos de la medianoche narra la historia de un niño con poderes paranormales que nace en la medianoche del 15 de agosto de 1947, (pocos meses después del nacimiento de Rushdie, justamente) en el momento exacto de la independencia de India y Pakistán del Reino Unido. El libro provocó cierta controversia en su país por referencias provocadoras hacia la entonces primera ministra, Indira Gandhi. En esta novela ya se vislumbra una interesante mezcla entre la denuncia política, la narrativa de ensueño, cierto realismo mágico rico en imágenes y poderoso a la hora de trastocar el tiempo del relato. Y controversia, claro. O eso creía: nada, comparado con lo que vendría después.
Desde entonces, cada nueva novela de Rushdie profundiza y amplifica esta búsqueda en un trabajo personalísimo con el lenguaje, estructuras narrativas complejas y tramas delirantes. Que sin embargo resuenan en escenas de la realidad política no solo de su país sino de cualquier lugar del mundo donde el poder haga de las suyas. Es decir, literatura universal.
Rushdie publicó más de diez novelas, una autobiografía, varios ensayos, cuentos y relatos para chicos. En todos los casos, la recomendación es válida: abróchense los cinturones porque su narrativa es vertiginosa, barroca y exuberante, de humor certero y con escenas que van de lo absurdo a la sensualidad en aventuras, sueños, mundos fantásticos, tradiciones también y revisión histórica, sin duda. Definitivamente, leer a Rushdie es una gran experiencia.
Pero ¿satánico?
Entregado a la lectura de Los versos satánicos (1988), el lector experimentará durante varios capítulos la caída libre del protagonista, Gibreel Farishta, y su compañero, Saladin Chamcha, desde un avión que acaba de explotar y fragmentarse en el cielo inglés, sobre el Canal de la Mancha, precisamente.
Gibreel Farishta es actor de cine de la India, y durante su caída la novela narra ciertos vericuetos de su vida: una infancia pobre, la orfandad temprana, su llegada al mundo del cine, el encuentro sexual con más de una dama, y otras delicias descriptas con ironía, a todo ritmo, gran profusión de imágenes. Si este comienzo es atrapante por su originalidad y por esta posibilidad, muy a lo Matrix, de detener el tiempo de caída –e intercalar en el vértigo sueños, infancia, sexo – mucho más se acelera el relato cuando empiezan a sucederse episodios políticos reconocibles por fuera del espacio de la ficción, es decir, en la realidad. Y más aún, en materia religiosa, que es finalmente lo que irritó a los fanáticos del islamismo y derivó en la persecución por la que Rushdie se hizo famoso en todo el mundo.
El problema surgió desde el título de la novela, Los versos satánicos, hasta determinados guiños precisos. Por un lado, el nombre del protagonista, Gibreel Farishta, en urdú, significa Ángel Gabriel; esto lo convierte en el ángel que, en la tradición islámica, sirvió de intermediario entre Alá y Mahoma en los dictados que más tarde compondrían el libro sagrado musulmán: el Corán.
Dice la tradición que hay unos versos que Gabriel entregó a Mahoma en los que se incluía a tres deidades femeninas que luego fueron quitados, negados por el arcángel, por constituir versos blasfemos. Se dice que estos versos (que sembraban el politeísmo y la existencia de mujeres en el Corán) habían sido dictados por el diablo y la liturgia los etiquetó como versos satánicos.
En Los versos satánicos aparecen ciertas marcas que los religiosos condenaron: por ejemplo, el uso del nombre Ayesha (o Aisha, que fue la esposa más joven de Mahoma) para referirse a una prostituta, llamar bastardo a Abraham, la historia de Salman Farsi (que fue compañero de Mahoma y que aparece ridiculizado en la novela de Rushdie) entre otras alusiones directas.
Sin embargo, estas alusiones pueden leerse desde su inmanencia y en resonancia con otras historias políticas y otros ambientes, es decir, sin la necesidad de conocer el Corán o la situación política de Irán o de Medio Oriente. Esto convierte a Los versos satánicos en un clásico siempre vigente. ¿Qué sería de la literatura sin su fuerza provocadora?
Corre, Salman, corre
Los versos satánicos se publicó en Londres en septiembre de 1988. A partir de ese momento los hechos políticos - censura, persecución, asesinatos- se sucedieron locamente: El 5 de octubre se prohibió en la India. El 8 de noviembre el libro ganó el premio Whitbread a mejor novela (un premio de cierto prestigio en Reino Unido). El 22 de noviembre el jeque Gad el-Haq Ali Gad el-Haq pronunció en El Cairo una declaración contra “el libro blasfemo” e instó a los musulmanes británicos a emprender acciones legales contra el autor. El 24 de noviembre se prohibió la novela en Sudáfrica y el 28 de diciembre hubo una amenaza de bomba en la sede de Viking, la casa editorial en Londres. ¡Y sólo iban tres meses desde su publicación!
La trama continúa: el 14 de enero de 1989 se suceden las primeras manifestaciones en Brandford, un pueblo cerca de York, con quema pública de la novela (sí, quemaron los libros) y el 15 de enero la cadena de librerías W.H. Smith retira el libro de sus 430 librerías. Escándalo.
El 27 de enero, la ola de fanáticos antinovela llega a Londres: hay manifestaciones en Hyde Park en las que se pide a la editorial ¡que retire el libro!
Empiezan los disturbios más complicados: el 12 de febrero, frente al Centro Cultural de Estados Unidos en Islamabad, Pakistán, con un resultado de cinco muertos y sesenta heridos. El 13 de febrero, protestas en Kashmir, India, dejan un muerto y más de cien heridos. Entonces, el golpe de gracia llega desde el poder el central, la violencia es manifiesta y total: El 14 de febrero el ayatolah Khomeini lanza la fatwa que cambiaría la vida de Rushdie.
Fatwa quiere decir persecución a muerte a Salman Rushdie y a todos lo que estuvieran involucrados en la traducción, edición, distribución de Los versos satánicos. El texto de la proclama de Khomeini es claro: “Comunico al orgulloso pueblo musulmán del mundo que el autor del libro Los versos satánicos —libro contra el islam, el Profeta y el Corán— y todos los que hayan participado en su publicación conociendo su contenido están condenados a muerte. Pido a todos los musulmanes que los ejecuten allí donde los encuentren”, cuenta Rushdie en Joseph Anton, Memorias del tiempo de la fatua, (2012), donde el autor narra cómo comenzó la segunda parte de su vida, o sea, su otra vida, bajo el nombre de Joseph Anton ese 14 de febrero del 89.
Joseph Anton (…) empieza así: “Más adelante, cuando el mundo estallaba en torno a él y los mortíferos mirlos se apiñaban en el trepador del patio del colegio, se enfadó consigo mismo por haber olvidado el nombre de la periodista de la BBC que le anunció que su antigua vida había terminado y una existencia nueva, más tenebrosa, estaba a punto de empezar. Lo telefoneó a casa por su línea privada sin explicarle cómo había conseguido el número. ‘¿Qué siente uno —preguntó la periodista— al saber que el ayatolá Jomeini lo ha condenado a muerte?’. Era un martes soleado en Londres, pero esa pregunta extinguió la luz. Esto fue lo que él dijo, sin saber en realidad qué decía: ‘Uno no se siente bien’. Esto fue lo que pensó: Soy hombre muerto. Se preguntó cuántos días de vida le quedaban y concluyó que la respuesta era probablemente un número de una sola cifra. Colgó el auricular y corrió escalera abajo desde su cuarto de trabajo en la estrecha casa adosada de Islington donde vivía. Las ventanas del salón tenían postigos y, absurdamente, los cerró y atrancó. Luego echó el cerrojo a la puerta de entrada”.
Y entonces el mundo se dio vuelta. Pero para el otro lado.
Durante los diez días siguientes a la declaración de la fatwa, los países de la Comunidad Económica Europea retiran a sus embajadores de Irán, y este país retira a los suyos de Europa. El 17 de febrero Canadá prohíbe la importación del libro; varias librerías en Estados Unidos retiran el libro de sus estanterías. Y ocurren nuevos hechos inverosímiles: el 18 de febrero Ediciones Mondadori publica la novela en Italia, el primer país de habla no inglesa que saca la novela. En esos días, Rushdie pide disculpas a los musulmanes, pero no retira el libro.
El 24 de febrero se presentan manifestaciones violentas en Bombay. Mueren diez personas y mil seiscientas resultan heridas; Khomeini ofrece una recompensa de ¡tres millones de dólares estadounidenses! por la muerte de Rushdie. El 26 de febrero miles de musulmanes protestan en Nueva York. El 28 de febrero ocurren explosiones en dos librerías de Berkeley, California. El 2 de marzo mil intelectuales de todo el mundo firman un manifiesto apoyando a Rushdie. El 5 de marzo el Vaticano condena la novela a través del L’Osservatore Romano, calificándola de irreverente y blasfema; también critica la condena de Khomeini. El 7 de marzo Inglaterra e Irán rompen relaciones diplomáticas.
En Joseph Anton (…) el autor reflexiona sobre Los versos satánicos: “Un libro sobre ángeles y demonios, pues, pero quizá fuera difícil distinguirlos. Los ángeles podrían cometer acciones horrendas al servicio de principios supuestamente sagrados, y era posible sentir gran compasión por Lucifer, el ángel rebelde cuyo castigo por sublevarse contra la música de arpa absolutista y ofuscante del arbitrio de Dios fue, como Daniel Defoe dijo, verse ‘relegado a una condición errante, vagabunda, transitoria, carecer de morada fija, […] de lugar o espacio propio en el que posar la planta del pie’. Este Satán privado de casa fue tal vez el patrón celeste por el que se cortaron todos los exiliados, todos los privados de casa, todos aquellos que habían sido arrancados de su lugar y habían quedado flotando, mitad esto, mitad aquello, despojados de la sensación reconfortante y definitoria de tener un suelo firme bajo los pies propia de las personas arraigadas. Escenas, pues, de la vida del Arcángel y el Archidemonio, en las que él depositaba sus simpatías más del lado del demonio, porque, como Blake dijo de Milton, un verdadero poeta pertenecía al bando del diablo”.
¿Diablo de escritor o escritor endiablado?
La polémica continúa y es contundente: El 15 de marzo de 1989 el comité del Premio Nobel se encuentra divido sobre considerar o no la novela entre las opciones para otorgar el premio. Hay más ventas y más prohibiciones, quemas, protestas. Hasta que en 1990, Rushdie publica un ensayo titulado In Good Faith (De buena fe) para tranquilizar a sus críticos y afirma su respeto por el Islam. A pesar de esto, las autoridades religiosas iraníes no anularon la fatwa y aunque ha hecho más declaraciones públicas defendiendo su libro al tiempo que niega que este insulte al islam, muchos musulmanes aún consideran válido el edicto contra Rushdie.
“La extraña verdad era que, después de dos novelas que atañían directamente a la historia pública del subcontinente indio, veía este libro como una exploración mucho más íntima, personal, un primer intento de crear una obra a partir de su propia experiencia de emigración y metamorfosis: para él, era el libro menos político de los tres. Y el material basado en el origen del Islam, pensaba él, mostraba esencialmente admiración por el Profeta del Islam e incluso respeto. (…) Cuando se lo acusó de ofensivo por primera vez, se quedó sinceramente perplejo. Él pensaba que había establecido un compromiso artístico con el fenómeno de la revelación; un compromiso desde el punto de vista del no creyente, desde luego, pero respetuoso en todo caso. ¿Cómo podía considerarse eso ofensivo? En los susceptibles años de airada política identitaria que siguieron, conoció, él y todo el mundo, la respuesta a esa pregunta”, reflexiona Joseph Anton sobre Los versos satánicos.
Pero en los noventas, la violencia parece imparable: el 3 de julio de 1991 ocurre un ataque con arma blanca a Ettore Capriolo, traductor de la novela al italiano. Y el 12 de julio es asesinado Hitoshi Igarashi, traductor al japonés de Los versos satánicos. En 1993 uno de los editores de Rushdie, el noruego William Nygaard, fue herido tras un ataque perpetrado fuera de su casa. En 1997 la recompensa fue duplicada y al año siguiente el más importante fiscal iraní, Morteza Moqtadale, ratificó la sentencia. El 3 de julio de 1993 ocurre un atentado en Sivas presuntamente en contra de Aziz Nesin, traductor al turco de la novela. En este atentado murieron 37 personas. El 11 de octubre de 1993 hay un intento de asesinato de William Nygaard, editor de la novela en Noruega.
En 1997, la recompensa de tres millones de dólares fue doblada, y al año siguiente el fiscal general del estado iraní ratificó su apoyo. Pero un año más tarde, el gobierno iraní se comprometió públicamente a no buscar la ejecución de Rushdie. Sin embargo, los clérigos iraníes no han declinado en su postura y la amenaza de muerte dentro del marco puramente religioso sigue en pie. En los sectores más radicales la sentencia continuará vigente para siempre, debido a que —como ellos mismos afirman— sólo aquel que la dicta puede revocarla, y el ayatola Jomeini murió en 1989.
Una década más tarde de aquel 14 de febrero de 1989, Rushdie declaró que dejaría de vivir oculto. También declaró que estaba arrepentido de haber llegado a afirmar ser musulmán practicante para tranquilizar los ánimos cuando, en realidad, no cree en el Islam ni en la religión.
En 2007, la reina de Inglaterra le otorga el título de Sir. Y en 2013, Rushdie gana el premio Hans Christian Andersen (que es como el Nobel de la literatura infantil) por sus novela de aventuras para todo público..
Sin embargo, la tensión parece nunca aliviarse. En enero de 2012, Rushdie se vio obligado a cancelar su participación en el Festival de Literatura de Jaipur (India), después de que fuentes de inteligencia regional le informaran que se había pagado a dos asesinos de los bajos fondos de Bombay para eliminarlo.
Recientemente, el 24 de marzo de 2016 La Academia Sueca, encargada de seleccionar el Premio Nobel en Literatura, condena la pena de muerte emitida contra Salman Rushdie. Nunca es tarde, aunque habían pasado 28 años desde la mañana de febrero de 1988, cuando Rushdie fijó su posición en el programa al que fue invitado y comenzó a escapar. Porque aquella mañana, “ya en el aire – cuenta Joseph Anton…- , cuando le preguntaron cuál era su reacción a la amenaza, contestó: Lamento no haber escrito un libro más crítico’. Se enorgulleció, entonces y ya para siempre, de haber dicho eso. Era la verdad. No tenía la impresión de que su libro fuera particularmente crítico con el islam, pero, como declaró esa misma mañana a la televisión norteamericana, a una religión cuyos líderes se comportaban así quizá no le venía mal alguna que otra crítica”.
Y además escribió para chicas, chicos y todas las edades
Rushdie tiene además, una pizca de aire oriental a lo Sherezada y mucha magia en historias para todas las edades. Como por ejemplo Harún y el mar de las historias. Un resumen: Rashid Khalifa es el mejor fabulador del mundo. Sus mágicas historias llevan la alegría al triste país de Alifbay. Pero un día sucede algo terrible y se le agotan las historias. De la noche a la mañana, el Océano de la Fantasía se ha convertido en el Sha del Blablablá. El hijo de Rashid Khalifa, Harún, decide ayudarle a recuperar su don. A lomos de la Abubilla, viaja al Mar de las Historias, un lugar maravilloso donde se originan las historias.
Comparada con La historia sin fin, esta novela tiene su secuela en Luka y el fuego de la vida. Una noche estrellada en la ciudad de Kahani, en el país de Alifbay, sucede algo inesperado y terrible: el gran cuentacuentos Rashid Khalifa cae en un sueño tan, tan profundo que nada ni nadie logra despertarlo. Su hijo Luka debe embarcarse en un intrépido viaje por el Mundo Mágico y hacer frente a terribles obstáculos para robar lo único que puede ayudar a su padre: el Fuego de la Vida. Con la ayuda de su perro, que se llama Oso, un oso llamado Perro, una princesa pelirroja malcriada y su famosa alfombra voladora, Luka tiene que vencer obstáculos imposibles, derrotar a los terribles guardianes del Fuego y burlar al peligroso Napapadie.
Y en la pantalla también
Rockero, amante del cine, descontracturado: Salman Rushdie tiene una estrecha relación con la gran pantalla. Aparece de manera ocasional en la película Los amigos de Peter (1992) de Kenneth Branagh, El diario de Bridget Jones (2001) de Sharon Maguire y Cuando ella me encontró (Then She Found Me, 2007) de Helen Hunt.
También tiene un papel secundario en el video de U2 The Ground Beneath Her Feet, canción inspirada en la novela del mismo título publicada en 1999. Cuenta la leyenda que Bono leyó la novela (de Rushdie) y quiso ponerle música a la canción cuya letra está en el libro y le da título. Finalmente, la canción es banda de sonido de la película The million dolars hotel y Salman Rushdie hace un cameo en un videoclip.
Para leer a Salman Rushdie
Hijos de la medianoche es un buena punta para comenzar a conocer a este autor. La novela tuvo 457 ediciones entre 1981 y 2018, en 26 idiomas.
Los versos satánicos (1991) es de las imperdibles. Tuvo 316 ediciones entre 1988 y 2017 y fue traducida a 20 idiomas. El suelo bajo sus pies (1999) Plaza & Janes, Barcelona fue traducida a 10 idiomas.
Otros títulos que pueden interesar son: Furia (2020), Dos años, ocho meses y veintiocho noches (2015), La decadencia de Nerón Golden (2017) y Quijote (2020). También son súper recomendables Harún y el mar de las historias (2011) y Luka y el fuego de la vida (2011).
Algo más de su biografía
♦ Nació el 19 de junio de 1947 en Bombay.
♦ En su hogar se hablaba inglés y urdú.
♦ A los 13 años, la familia envía al jovencísimo Salman a estudiar a un internado londinense. Su carrera siguió en la Universidad de Cambridge, donde obtuvo la maestría en Historia, como especialista en temas islámicos.
♦ Fue publicista y tuvo –hasta ahora – cuatro matrimonios y cuatro divorcios.
♦ Es miembro de PEN Center de Estados Unidos.
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