“El domingo brindamos. Exultantes. Festejamos la que fue la mejor FED de nuestra vida. Y el lunes cuando vi el presupuesto del próximo libro e hice las cuentas la angustia fue tremenda. Prácticamente toda la ganancia de la feria se fue en ese presupuesto, 24 horas después”.
Denis Fernández es fundador y editor del sello Marciana, una de las tantas editoriales independientes que fueron parte de la Feria de Editores del último fin de semana en Buenos Aires y una de las tantas editoriales argentinas atrapadas entre costos de producción cada vez más altos y precios al público que no pueden excederse (tanto) para no ahorcar el bolsillo del lector -porque a alguien hay que venderle los libros producidos.
“Lo que ganamos en la FED representa entre el 40% y el 50% de lo que ganamos en todo el año, porque al no haber intermediarios, es mucho más grande el margen que obtenemos. En esta FED nuestra ganancia limpia fue 400.000 pesos. Al día siguiente, el presupuesto para encarar un libro que publicaremos en octubre fue de 391.000 pesos. Se va todo ahí”, se lamenta Fernández, y enseguida encuentra un primer motivo para ese costo que no preveía tan alto: “El problema más enorme es la hiperinflación del precio del papel”.
En junio, cuenta el editor de Marciana, imprimir otro libro de la misma extensión que el que tiene previsto para octubre le costó 279.600 pesos. El presupuesto de 391.000 pesos viene con un 40% de aumento bimestral. “La explicación de la imprenta fue que el papel de tapa subió 150%, y el problema no es en la imprenta sino en la industria papelera: sólo hay dos proveedores para toda la Argentina y eso hace que no haya opciones ni competencia”, describe Fernández.
En los cálculos que había hecho antes de recibir el presupuesto de los 391.000 pesos, de la ganancia de la FED le sobraban 120.000 pesos para pensar en el libro que editará después del próximo. “Ahora nos quedamos prácticamente en cero y sin duda de acá a que mandemos a imprimir ese en octubre habrá un nuevo aumento”, se lamenta. “Soy conciente de que aumenta todo: el jabón, la leche, las expensas. Pero también soy conciente de que muchos proveedores se quedan con que el dólar llegó a 350 pesos sin tener en cuenta de que después bajó a 290 ó 300″, suma.
Es tan cierto que la FED dura tres días como que para los sellos independientes son los tres días más importantes del año para definir su escenario económico y financiero. “Si yo vendo un libro a 1.000 pesos en una librería, el 40% queda para la librería, el 20% queda para la distribuidora y el 10% es para el autor. De los 300 pesos que quedan, unos 170 ó 180 son ganancia, el resto es costo”, describe Fernández. En la FED las cosas son distintas: “A los 1.000 pesos hay que restarles el costo que implicó hacer el libro y algo más por el stand, lo que tengas que preparar para estar ahí. Pero al menos 700 pesos son ganancia para el editor si, como en nuestro caso, vas y vendés vos, sin contratar a nadie”.
La sensación de éxito en el evento que tuerce el destino anual de un sello editorial fue demasiado volátil. “La editorial empezó hace seis años y hace uno y medio que se autosustenta, es decir, que no tenemos que poner plata de nuestro bolsillo, aunque no cobramos un sueldo de ahí”, describe Fernández.
¿Qué hacer ante un escenario en el que (casi) todo lo que entra se va enseguida? “Por un lado, hay un proyecto personal y hasta artístico en sostener una editorial. Pero por otro lado, cosas más concretas: hay autores con los que ya tenemos contratos firmados, para el año que viene son cinco, y si no imprimís y cumplís, tenés un problema legal. Y también podrías pensar en imprimir menos, pero cuanto menos imprimís, más alto es el costo por unidad. Tampoco hay una solución en eso”, cuenta el editor.
La escalada de costos, claro, también impacta en los precios con los que el lector se encuentra en la librería. El último libro publicado por Marciana es una traducción de El diablo en las colinas, de Cesare Pavese. En junio empezó a venderse a 2.000 pesos, después pasó a 2.200 y ahora cuesta 2.400. “Debería venderse a no menos de 3.000 o 3.200 para que el margen de ganancia pudiera garantizar mayor posibilidad de enfrentar costos que igual están disparados, pero es muy difícil para una editorial independiente poner libros a ese precio porque el tipo que lo ve dice: ‘¿Y estos pibes quiénes son? ¿Qué se creen?’”.
La imprentera que le pasó el presupuesto de 391.000 pesos a Fernández le dijo que había tenido suerte: “Me dijo que dos días después de cerrado ese número el costo ya era 10% más alto”, cuenta el editor. “Cuando vi el número para avanzar con este libro pensamos qué hacer con mi socio. Pero sabiendo que en dos meses va a ser más caro decidimos hacer la transferencia. Vamos a ir a todas las ferias que sea posible para achicar el costo de intermediarios”.
El libro que editarán, en este caso, es uno que él mismo escribió, Las mil maravillas. El que imprimirán hacia fin de año es una traducción de una escritora estadounidense que nunca se publicó en la Argentina: Nella Larsen. Los costos de que 1.200 ejemplares de su libro Passing estén en librerías en cuatro meses: impredecibles.
“Hay otro problema y es que la mayoría de los pagos de los libros que vendés entran en tres meses, y tal vez un libro dura un año o más hasta que agota su impresión, o sea que ese dinero lo recupero de acá a un año como mínimo, en este contexto inflacionario”, describe el fundador de Marciana.
“La caja dura poquito. Todo lo que entra se va. Es como cuando llega el sueldo, cubrís los costos y no queda nada. Me quedo con que esto es un proyecto personal y artístico. Es eso o abandonar”, remata Fernández. El último fin de semana, el mejor fin de semana de sus seis años como editor, comprobó que la caja se evapora en un día.
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