A 14 décadas de su natalicio, las ideas de Ramón Pérez de Ayala siguen vigentes en el pensamiento español y es recordado por sus múltiples obras, en las que revela sus experiencias, interminables travesías y crónicas revolucionarias de su vida. Nacido el 9 de agosto de 1881 en la provincia de Oviedo, España, tras quedar huérfano de madre a corta edad fue criado por su padre, que se desempeñaba como comerciante de telas.
Desde muy temprana edad acudió como internó a los colegios de la Compañía de Jesús, establecidos dentro del Monasterio de San Zolio, en el municipio de Carrión de los Conde, lugar en el cual tuvo sus primeros acercamientos al pensamiento humanista. Bajo la educación jesuita el joven Ayala fue acogido por Internados hasta principios de su educación superior.
Se especializó en Derecho, pero su relación con pensadores de la corriente del krausismo y los contactos que mantenía con modernistas de la época, lograron hacer eco en su interior acerca de lo aprendido, lo que resultó en que Ayala adquiriera un pensamiento anticlerical y de evidente rechazó al pensamiento conservador de la sociedad burguesa de su natal Oviedo, por lo que decidió trasladarse a Madrid.
Entre sus obras poéticas, escribió una serie bajo forma de metáfora sobre los caminos de la tierra, el mar y el río, compuesta por las piezas “La Paz del Sendero”, “El Sendero Innumerable” y “El Sendero Andante”, colección que fue culminada 26 años después de su primera publicación, en 1904. Desde sus primeros trabajos la huella del modernismo era evidente. El autor dejó inconclusa esta colección, ya que su última entrega “El Sendero Ardiente”, no fue editada.
No solo incursionó en poesía, sino en casi todos los géneros, exceptuando, quizás, el teatro. Escribió la novela “Belarmio y Apolonio”, perteneció al movimiento revolucionario del pensamiento español, en la llamada Generación del 14.
Nacida en él la inquietud de viajar y seguir formándose en el extranjero, con el fin de observar otras culturas, aprender de ellas, ampliar su criterio y llevar lo aprendido de nuevo a su país, en lo que consideraba un acto regeneracionista y modernizador, que fue retomado a principios del siglo xx durante la profunda renovación de España.
La obra de Ramón Pérez de Ayala destaca debido a los enfoques intelectuales, simbólicos y ensayísticos, que lo pusieron en el ojo público. Al inicio de la Guerra Civil Española tuvo que exiliarse a Francia y luego en América del sur. Algunos de sus textos no se consideraban peligrosos para el régimen, pero sí de carácter incitador y polémico.
En un acto autobiográfico escribe obras protagonizadas por su alter ego Alberto Díaz de Guzmán. Publicó “Tinieblas en las Cumbres”, “A.M.D.G., La vida en un Colegio de Jesuitas”, “La Pata Rasposa” y “Troteras y Danzeras”, en las que incluyo anécdotas y vivencias personales; A.M.D.G. se convirtió en su primer gran éxito, en este Ayala relata su paso por el colegio mediante un peculiar manifestó donde declaraba su desacuerdo con la educación impartida por los jesuitas, al contrario del último el que retrato la visión bohemia de Madrid en comienzos del siglo, de forma descriptiva.
En un acto de recuperar su casi nulo contacto con el mundo del teatro, escribe “Las Máscaras”, en el que se dio a la tarea de analizar profundamente la escena española de la época, ensayo en el que se proclamó de forma tajante ante la corriente del Teatro poético de exponentes como Jacinto Benavente y Francisco Villaespesa, que dominaban la creciente exposición escénica de la época.
El escritor incluye dentro de sus obras claras notas al sentido del humor, mezclados con tragedia, visión en la que dota tanto de momentos emotivos como irónicos, lo cual convierte a sus textos en todo un desafío para el lector que entra en un basto mundo de referencias culturales y filosóficas sarcásticas, en las que el autor trataba de refugiarse; Ramón Pérez de Ayala muere en la ciudad de Madrid a los 82 años de edad el 5 de agosto de 1962.