Hablar de la poesía de Borges es, claro, hablar del mundo. Así lo sabe (así lo aprendió) el poeta español Luis García Montero, actual director del Instituto Cervantes, con sedes alrededor de todo el mundo y que intenta preservar y difundir la lengua española que, claro, cuenta en “el idioma de los argentinos”’, como señalaba Borges, una de sus manifestaciones potentes.
García Montero se hizo presente en el Festival Borges, auspiciado por la tienda de libros electrónicos Bajalibros, para compartir con el público algunas ideas sobre la poesía borgeana.
A continuación, algunas intervenciones del escritor español.
Importancias
Quiero aclarar que yo no soy un especialista en Jorge Luis Borges. Yo soy académico, soy profesor de universidad y conozco mucha bibliografía y conozco a muchos especialistas en Jorge Luis Borges, pero yo en realidad soy un admirador, un lector, alguien que se formó como poeta leyendo su poesía.
Me acojo también a la idea borgeana en la que interpreta la herencia desde su utilidad: él se había declarado heredero del modernismo y no quiso llevarlo al ultraísmo sino darle a la poesía una cercanía a la vida que lo condujo a la estética y los caminos de autores como Leopoldo Lugones o Unamuno, pero no sólo como nombres a seguir, sino como formas de concebir el uso de la poesía.
El propio Borges en verso pasa de la unidad a lo diverso, se pregunta cuál es la principal pregunta que se puede hacer un poeta: la pregunta sobre las palabras. Tenemos que preguntarnos y preguntarnos qué cabe en una palabra, más allá del significado. El poema de Borges a la luna es uno de los grandes poemas de la poesía y de la gran cultura humana porque pregunta qué significa la luna y qué cosas somos en unidad con la luna. Borges decía que más que los asombros en la poesía acabó dándole importancia a la profundidad.
El poema de amor
Borges ya dijo sus reflexiones sobre la metáfora. Dice que al principio las metáforas le interesaban por lo asombroso pero que un asombro sabe ser importante cuando deja mucho sitios de asombro y en ese sentido empieza un sistema que no asombra sino al que le interesan las profundidades que puede compartir un individuo con otros seres humanos, valores que trascienden a a la cultura general o a la experiencia.
Por eso el populismo no le sirve a la poesía que bien podrían estar en un tuit como parte de campañas comerciales. La poesía tiene rigor no en la dificultad ni los ingenios de fuegos artificiales que puede hacer un poeta sino en la relación que tiene con su propio su propio lenguaje.
Al escribir uno intenta conocerse a sí mismo pero también su relación con el mundo, su relación con el mundo, su relación con los demás. El proceso de autoconocimiento necesariamente hace un diálogo con la realidad. Cuando Borges afirma que para él para el la lectura es mucho más importante que los libros que ha escrito, convierte la poesía en una hospitalidad de preparamos la casa. Escribir un poema para recibir a un lector y que sienta como propia la experiencia que se le cuenta.
Cuando yo escribo un poema de amor no estoy deseando que la gente sepa lo mucho que he querido a mi novia sino que es un poema escrito con hospitalidad para pasar del propio amor en la propia experiencia a la de una comunidad donde se encuentra el lector.
Geografías de la lengua
Ahora tengo mucha dedicación en el Instituto Cervantes, que dirijo, y recuerdo con frecuencia la conferencia que Borges dio en el año 1928 y que después le dio título al libro El idioma de los argentinos, que es una respuesta al historiador español Américo Castro, que cayó en la idea de creer que se podía controlar el lenguaje de un texto, que se se podía establecer académicamente ese sentido únicamente.
Está claro que los andaluces hablamos en Andalucía el castellano andaluz, como en Madrid se habla el de Madrid. Andrés Bello en la mitad del siglo XIX se reía de los que decían que los americanos hablaban peor el castellano. Pero él decía que el castellano de Argentina es el de Argentina, el de México es el de México y como se habla en Perú, se habla en Perú.
Borges, por una parte, se mete con los que quieren hacer un lenguaje de fe del “idioma de los argentinos” porque caen en el mismo lugar que los otros, porque caen en el mismo error de los otros, los que quieren regir el lenguaje mediante una lotería academicista. Borges habla de una lengua materna que le da forma a la lengua legítima.
Tener 23 años
Tuve la oportunidad de estar algunas veces con Borges, una vez en 1984, cuando terminaba la dictadura. A un amigo que se había exiliado en Granada se le ocurrió hermanar nuestras dos ciudades, y entonces viajamos con esta misión.
Conocimos al señor Roberto Alifano que preparó una reunión con Borges. Borges había hecho algunas declaraciones que para mí resultaban de antipatía. Granada era la tierra de Federico García Lorca y él era muy importante, la muerte de Federico marcó la vida de las personas de mi generación, aunque hubiera ocurrido mucho tiempo antes.
En uno de sus viajes a España, Borges hizo declaraciones diciendo que Granada había tenido mucha suerte con que lo mataran, que su muerte había sido publicidad para Granada. Pues entonces me tenía muy precavido cuando fui a su casa. Tuve la suerte de que de manera muy generosa noté que no deseó entrar en polémicas. Roberto nos presentaba como poetas de 23 años. Borges dijo: “Yo también tuve 23 años, no sé si fui poeta”.
* El Festival Borges sigue hasta el viernes 12, siempre online. Las charlas son gratuitas pero se requiere inscripción previa en la página del Festival. Su programación completa está disponible en https://www.festivalborges.com.ar/.
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