Para ingresar a la Feria de Editores -el evento de las editoriales independientes- hay dos cuadras de cola. El escenario en el interior del C Complejo Art Media no es distinto: mucha gente que compra libros, que conversa en los pasillos, que se encuentra con conocidos. Para llegar a la charla “Deseo, realidad y literatura”, que tiene como protagonistas al escritor y psicoanalista argentino Luis Gusmán y a la escritora argentina Paula Puebla, hay que preguntar varias veces dónde es la sala, subir escaleras, encontrar recovecos.
El encuentro de dos generaciones de la literatura argentina promete. “Estos tres sustantivos que dan nombre a la conversación”, dice Puebla, “son irascibles, conflictivos, pueden chocar entre sí y colisionar, también pueden ser un motor” y da pie a la palabra de Gusmán, a las 15.30 en punto, cuando cuenta qué resonancia tienen estas palabras para él.
Así, el autor de El frasquito, Hotel Edén, Flechazo y Tennessee, entre otros, trae una anécdota que, aunque dice que la contó muchas veces, en el marco de la FED es especial: “Las editoriales independientes tienen un lugar importante”. ¿Por qué? Porque Gusmán rememora sus comienzos, en los años 70, cuando tenía listo El frasquito, pero no tenía editor y todo era cuesta arriba.
Tres años después y con varias respuestas negativas de por medio, cuenta, el libro fue aceptado para publicarse por Alberto Alba en el sello Ediciones Noé, con prólogo de Ricardo Piglia. También recuerda la nota elogiosa de Osvaldo Soriano en La Opinión y las varias ediciones que vinieron.
Y que un día Roberto Perfumo compró su libro y casi se muere y que se lo regaló pero “no volvió nunca más”, dice entre risas que estallan en el auditorio. “Que hoy se pueda hacer esto me parece fundamental”, opina sobre el rol de las editoriales independientes en la literatura.
¿Y el deseo? Gusmán cita a Jacques Lacan: “El deseo, lo que se llama el deseo, basta para que una vida no tenga sentido si produce un cobarde”. Y considera que el suyo pasaba por hacer revistas literarias, que introducían una diferencia en el campo, porque “todos queríamos intervenir y discutir. Nosotros teníamos el problema real de escapar de la censura”.
“¿Cómo conviven el escritor y el psicoanalista?”, consulta Puebla. “Son parientes lejanos”, dice Gusmán.
Los orígenes y la autobiografía son otros de los temas sobre los que Puebla hace foco. La autora de El cuerpo es quien recuerda, Una vida en presente y Matilda eres tú reflexiona sobre la santificación del territorio de origen, la literatura que trae la nostalgia del conurbano y cómo en Avellaneda profana (Ampersand), el último libro de Gusmán, trae esas primeras lecturas del escritor, las historias que lo convirtieron en lector, el tango y el influjo de los relatos orales.
“Uno siempre escribe el mismo libro pero de distintas maneras y con otros procedimientos” , dice Gusmán y cuenta que el nombre de una vecina -María Alegre- captaba su atención de niño (tanto que imaginaba que era asesina) y cómo, a partir de esas fantasías, construye mitos.
“Invento historias que me van inventando a mí”, dice. En la conversación no faltan las citas a Jorge Luis Borges, a G.K Chesterton y a Natalia Ginzburg. Las relecturas, lo que aprendió del psicoanálisis a través de Manuel Puig y su fascinación por la lectura en voz alta son otros de los temas. “El texto dicho, hablado por un cuerpo es distinto, es único”, dice.
Con un auditorio atento, algunos aplausos de otro piso se cuela en la sala y los oradores se ponen cómodos en los sillones. En ese diálogo, Gusmán advierte cómo hay escritores que son prejuiciosos con las correcciones, la cantidad de amistades que forjó y sigue haciendo a través de la literatura, como con Manuel Puig, Osvaldo Lamborghini, Ricardo Piglia, Eduardo Grüner, Jorge Jinkis y la lista sigue.
“¿Se puede pensar al autor fuera de su generación?”, pregunta Puebla. “Creo que no”, opina Gusmán y agrega que cada libro hay que leerlo en el estado de la lengua de la época. Pero también afirma con sinceridad: “No tengo idea de por qué escribo lo que escribo. Suena lindo y no puedo justificarlo, ni siquiera puedo pensar un artilugio”. Las risas del público irrumpen y las toses por doquier acompañan. Y, fiel a su estilo, dice a Puebla: “No sos vos, soy yo”.
“Cada literatura tiene su época. Lo que no hay que escribir es el estilo de una editorial”, propone Gusmán. Y sigue: “Si se escribe así, estás perdido”. Puebla trae otro tema vigente: la vigilancia dentro del campo literario y artístico. “No leo libros de hoy”, dice Gusmán.
“¿Qué es un libro?”, le pregunta Puebla para cerrar la conversación de casi una hora. “Es el próximo que voy a escribir. ¿Y cómo se hace? Leyendo”, finaliza Gusmán y el público aplaude, decidido a mezclarse en el mar de gente que recorre los angostos pasillos de la FED.
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Coordenadas
La Feria de Editores sigue hasta el domingo 7 en el C Complejo Art Media (Av. Corrientes 6271). Estará abierta de 14 a 21, con entrada libre y gratuita.
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