Como se sabe, la Argentina ha hecho del cuento uno de sus deportes nacionales. Y como buen deporte con seleccionado y todo, el arte del cuento no se desarrolló tan solo de manera silvestre, escrito en el potrero, sino que desde bien temprano se intentó conocer su método. Horacio Quiroga se mandó su famoso decálogo y luego los mejores cuentistas trataron de develar los secretos del género y compartirlos con sus colegas lectores. Desde Jorge Luis Borges (cuyos cuentos en sí mismos hablan sobre el cuento) hasta el bueno de Julio Cortázar que daba consejos para un buen cuento, pasando por Ricardo Piglia y sus más teóricas Tesis sobre el cuento: una academia del short story, como lo llaman en inglés.
¿A qué viene todo esto?
Alejandra Laurencich acaba de publicar su nuevo libro de cuentos, El día menos pensado, que editó Alfaguara. Laurencich, además de escribir, es una estudiosa de la técnica, de tal modo que a sus libros de cuentos y novelas se debe sumar que durante una década dirigió La Balandra, una revista dirigida a escritores, talleristas y donde revelaba la trastienda no sólo del cuento sino también de otros géneros literarios, pero convocando además a que diversos escritores aporten su experiencia. Laurencich es una escritora que conoce sus herramientas.
La mayor parte de los personajes de la escritora son mujeres de las capas medias altas y en el libro se pueden encontrar diversos textos en una primera persona femenina de ese origen social.
Otros personajes distintos logran desplegar también grandes cuentos. Unas mellizas de apellido Bugatti, de nueve años de edad y de un parecido físico deslumbrante que hace exclamar al desconocido que las vea: “¡Pero si son dos gotas de agua!”, protagonizan el cuento El premio de los redimidos.
El texto está narrado desde el punto de vista de las dos niñas Bugatti quienes, a fines de los años sesenta, prefieren leer cualquier cosa -desde novelas al diario- todo el día, pero que se encuentran de vacaciones junto a sus padres en plena playa lo que, obviamente, las obliga a ejercitar el físico como los demás chicos de su edad, enfundadas en bikinis idénticas para resaltar el parecido entre las gotas de agua. Si bien deben ser felices un rato en el agua por obra de las veraniegas circunstancias (o por una abuela, entre otras cosas), les resultaba muy difícil aquello que más querrían hacer en el mundo: leer. Se trata de un cuento encantador, con unos personajes tan bien definidos que aparecen al lado del lector cargando el congelador y la sombrilla camino a las arenas del mar. El humor que emanan las aventuras y dramas alrededor de un día por esa angustiosa imposibilidad de leer hace de estas hermanas unos personajes que el lector, al llegar al punto final, desee un poco más y otro poco más de las Bugatti.
Una cita es un cuento asfixiante. Una púber Ludmila asiste a un encuentro con el dermatólogo concertada por su tía Astrid, que considera al doctor Urquijo una eminencia. El médico debe evaluar los lunares que Ludmila ostenta, heredados de su fallecida madre. Al parecer, el doctor Urquijo era de consulta de la familia de toda la vida. Llega el turno entonces de Astrid, que pasa al consultorio. Lo que viene después es tremendo: con pocas palabras por parte del médico, hurgando en el pensamiento de Ludmila, narrando y dejando de narrar se asiste a unas escenas pesadillescas. Aquello que las palabras del texto dan vida forman parte muchas veces de la vida de las mujeres. Y el modo de contar sumerge al lector o lectora ineludiblemente en lo espantoso del episodio. “La cita” es de lectura obligatoria.
Como Luzbel, que se remonta a principios de siglo y los fanatismos que en esa época provocaba Facebook y cómo en una mujer, según la narración desesperada de su compañero, esa actitud frente a la red social se torna cada vez más demencial. La vida de la mujer (y, por ende, la del marido) se rige cada vez más por los likes, los comentarios a un post, etcétera. El texto permite asistir a la evolución de una especie de locura, pero lleva a preguntarse por un mundo actual atravesado hoy por esa demanda de aprobación social en las redes. Si el tema está en discusión, este cuento tiene para aportar.
En Merecido a Frida, una guionista, un colega francés le ofrece pasar unos días en una casita que tiene en la playa, aunque Cédric la había definido como finca de mar, creando mayor expectativa, aunque nunca se sabe con la traducción. A pesar de sus temores neuróticos -amás poder arribar o que sea un lugar horrible- Frida llega a la misteriosa casita. Que es una suntuosa finca de mar, que Cédric le ofrece. Pero se ha dicho que Frida es una neurótica bíblica. ¿Por qué le fue ofrecida a ella entonces esa finca? ¿Qué se esconde detrás de toda esa puesta en escena? ¿Qué intenciones oculta la casera que fue a darle la bienvenida? El lector acompaña los laberintos de esa casa hostil mediante regocijos de humor negro que ni Frida hubiera podido guionar.
Hay otros cuentos que buscan a un lector que, a la vez, busque o una enseñanza moral, o una enseñanza política o una enseñanza biográfico-sentimental. Let’s talk about it es quizás el menos logrado de los textos del libro en su búsqueda de explicación del peronismo-kirchnerismo pero no sé trata esta de una observación ideológica, sino que el diálogo entre un extranjero y una argentina que no puede definir al peronismo pero que se ve compelida a intentarlo, atravesada por un rememorar histórico-familiar-emocional, no funciona en términos literarios: el diálogo interrumpido se alarga, es poco verosímil y no aporta demasiado ni al peronismo ni a una literatura más política (tal vez sí lo haga en una reunión de La Cámpora).
Alma oscura, si bien resulta previsible, construye un personaje de perversidad sin autoconciencia de ella muy interesante, pero el final con moraleja convierte al cuento en una fábula del bien. O los cuentos que remiten a una depresión ya sea por la edad o la muerte redundan en un “yo” literario ensimismado pero, otra vez, siempre hay un lector ávido para un cuento de tales características.
La narración humorístico-siniestro-religiosa de Peligros insospechados es otra vez universal en su alcance mediante la construcción de una señora Gordiano, de asistencia obligatoria a misa de cinco de la tarde que, lamentablemente, coincide con la salida de los chicos del colegio primario de al lado. La señora Gordiano tiene un método para evitar perder la paciencia que podría ser el resultado de transformar el ruido del griterío en los cantos de querubines y sus voces celestiales pero, al parecer, todo tiene un límite. En este caso un límite que conduce a un final desternillante.
El día menos pensado se realiza como nuevo libro de cuentos de Laurencich y la variedad de tonos y temas permite una lectura ágil para un lector que desee sumergirse en las olas del género. Esas mismas olas que a las mellizas Bugatti les transmitían felicidad al chapotear en ellas.
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