La primera vez que escuché el muy acertado dicho popular “Más vale llegar a tiempo que ser invitado” fue en el aeropuerto de Ezeiza, en el año 1961. Con otros becarios, esperábamos el embarque en un Comet 4 de Aerolíneas Argentinas; íbamos a asistir a un curso de verano en la Universidad de Chile. El Comet 4 fue el primer avión de pasajeros a reacción y nuestra línea de bandera estuvo entre las primeras en operarlo. Y como no era tan habitual volar, alguien que fue a despedir al grupo llevó bombones; los estábamos compartiendo cuando se acercó un señor mayor –luego supimos que era un connotado arqueólogo argentino, que sería uno de los profesores en esos cursos–, se sirvió un bombón y lanzó la expresión.
Lo contrario de una ocasión conveniente es la inoportunidad. Alguien dijo que un buen libro necesita aparecer en el momento justo, publicado por la editorial adecuada y encontrar a sus lectores. Casi todo lo contrario sucedió cuando apareció la novela de la que hablaré hoy: Salvar el fuego, del escritor mexicano Guillermo Arriaga.
Es casi innecesario recordar el nombre de los grandes narradores que aportó México, especialmente en el siglo XX, comenzando por Juan Rulfo (quien debe ostentar el récord de mayor nivel literario en relación con una obra mínima en cantidad de títulos), siguiendo por Carlos Fuentes y pasando por Jorge Ibargüengoitia y Juan José Arreola.
El Premio Alfaguara de Novela en lengua castellana fue creado en 1965 por la editorial homónima (fundada un año antes por el escritor Camilo José Cela, autor, entre muchas, de la muy difundida novela La familia de Pascual Duarte) y se siguió convocando hasta 1972. En 1980, Alfaguara fue adquirida por el Grupo Santillana y, tras veinticinco años de ausencia, en 1998 el galardón se reinstauró en forma anual.
Es uno de los premios literarios en castellano mejor dotados económicamente y más confiables en cuanto a sus mecanismos de otorgamiento. Desde su creación, varios escritoras/es argentinos lo obtuvieron.
Entre ellos, en 2002, Tomás Eloy Martínez por El vuelo de la reina; en 2005, Graciela Montes y Ema Wolf, coautoras de El turno del escriba; en 2009, Eduardo Sacheri por La noche de la usina y, en 2019, Patricio Pron, por Mañana tendremos otros nombres. El más reciente, este año, fue para Cristian Alarcón, nacido en Chile pero incorporado definitivamente al periodismo y la literatura argentinos, por El tercer paraíso. Recientemente se informó que el jurado que lo otorgará este año estará presidido por Claudia Piñeiro.
En 2020, justamente pocos días antes de que se desencadenara la pandemia, fue galardonada la novela de Arriaga a la que me refiero. La consecuencia fue que tuvo escasa o ninguna repercusión crítica, se suspendieron las usuales giras del autor que organiza Alfaguara para promover el título premiado y, en muchos países de Iberoamérica, la publicación se efectuó solamente en soporte electrónico y no en papel.
Así llegó a mis manos –debería decir a la pantalla de mi lector digital– ese libro. Aunque no soy muy partidario de la lectura electrónica, Salvar el fuego, con sus 659 páginas, me resultó imposible de abandonar, atrapante, de esos libros a los que el lector siente que tiene que volver cuando interrumpe la lectura por algún motivo, como si los personajes estuvieran esperándolo para proseguir la acción.
En el acta de premiación, el jurado afirmó: “Una novela polifónica que narra con intensidad y con excepcional dinamismo una historia de violencia en el México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles. El autor se sirve tanto de una extraordinaria fuerza visual como de la recreación y reinvención del lenguaje coloquial para lograr una obra de inquietante verosimilitud. Los distintos planos narrativos tienen como hilo conductor el cuerpo humano, motivo de celebración y expuesto a numerosos excesos”.
Efectivamente, se trata de una narración coral, en la que no resulta difícil reconocer quién habla entre los diversos protagonistas. Leerla en un dispositivo electrónico añadió la ventaja de poder consultar el diccionario para desentrañar el significado de muchas palabras mexicanas muy coloquiales, algunas del argot del submundo de la droga y el carcelario.
Mundos paralelos
En toda sociedad coexisten varios mundos paralelos, que generalmente no entran en contacto. Cuando se tocan –ya sea por amores, delitos, relación patrones-sirvientes– se producen chispas, que a menudo devienen incendios. Esto es una de las cosas que cuenta esta novela excepcional, que tiene elementos de thriller, de novela de amores difíciles o impensables, de relación entre las etnias muy diferentes que conviven en países como México, de narcorrelato, si existiera tal género. Todo es narrado con un estilo tenso, que es casi obvio calificar de cinematográfico (si no se está filmando ya una película basada en ella, alguien se la está perdiendo), que incita a la lectura sin respirar.
Como se escribió en un comentario, la historia tiene “ribetes de tragedia shakespereana a lo Romeo y Julieta, pero con un escenario mexicano del siglo XXI: peleas de narcos, corrupción política, injusticia social, racismo, desigualdad, discriminación, crisis económica, muertos”. Pero sería muy pobre reducirla a eso. Es la verosímil –a pesar de lo improbable– historia de amor entre una señora burguesa, con un matrimonio aparentemente feliz, tres hijos y lo que suele llamarse una vida “hecha”, y un muy especial sujeto, preso por líder de una banda de narcotraficantes. La vida en la cárcel, la corrupción de los directivos del penal y de los jefes de los guardiacárceles recordarán al lector argentino algunos episodios de la serie televisiva El marginal.
La intensidad de la prosa y el nivel de escritura con los que todo está contado, ubican a Salvar el fuego muy alto en el ranking de la novela latinoamericana contemporánea. El lector siente que está “leyendo” una película y, a pesar de la tensión y extensión del texto, lamenta que se acabe.
Quién es Guillermo Arriaga
♦ Nació en México en 1958.
♦ Es escritor, guionista y director de cine.
♦ A los 13 años perdió el olfato en una pelea.
♦ Estudió Ciencias de la Comunicación.
♦ En 1991 publicó su primera novela, Escuadrón guillotina. Luego vendrían Un dulce amor a muerte y El búfalo de la noche.
♦ Es el guionista de la película Amores perros.
♦ En 2020 ganó el Premio Alfagura por Salvar el fuego.
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