“La solución final a nuestro estatus de planeros”: adelanto exclusivo del libro de Grabois que propone “desvanecer el subdesarrollo argentino”

Con ironía y agudeza, el dirigente social dedica su libro a sus enemigos y les escribe a sus detractores, con quienes asegura compartir el sueño de que se agote el “atraso de la república”.

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Grabois es fundador y referente
Grabois es fundador y referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) / Foto: Alejandra López

“Dedicado con amor a nuestros enemigos”, dice -pega- Juan Grabois la primera vez que habla en Los Peores, el libro que llegará a las librerías en los próximos días y que Infobae Leamos adelanta en exclusiva. Tiene mucho para decir Grabois en las casi 300 páginas que publica a través del sello Sudamericana, y eso empieza a adivinarse en la tapa del libro, que tiene no uno sino dos subtítulos. En total, el libro del dirigente social se llama así: Los Peores. Vagos, chorros, ocupas y violentos. Alegatos del humanismo cascoteado.

Es programático Grabois, fundador y referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Apenas después de avisar a quién dedica su obra -que es también una forma de decir a quién es enviada- hace una propuesta. Un plan con cinco puntos que, según su criterio, pueden aplicarse en cinco años para “desvanecer el subdesarrollo argentino”. Grabois presenta sus propuestas en una carta que le envía no ya a sus enemigos sino a su “estimado detractor”.

“Tenemos un plan magistral para nuestra propia extinción, porque somos tan vagos que estamos cansados de nuestro propio trabajo como gerentes de la pobreza, y somos tan violentos como para pregonar nuestra autodestrucción. Es un plan sencillo, como nosotros, pero agota las causas de nuestro surgimiento y, por lo tanto, ese gran factor de atraso de la república; nos desvaneceríamos, y con nosotros el subdesarrollo argentino. ¡Tu sueño!”, escribe el dirigente (a sus detractores). Tierra, techo, trabajo, educación y ambiente son los pilares del plan quinquenal de Grabois, que hace una semana dijo en una marcha piquetera: “Estamos dispuestos a dejar nuestra sangre en la calle”. Una semana antes, en una entrevista, había señalado: “El Presidente está en un termo con sus cinco amigos de la Capital Federal, tiene que reaccionar”.

Los pilares de su nueva obra son cuatro alegatos en defensa de una acusación. “Se acusa a Los Peores de ser parásitos de subsidios, improductivos, sucios y desagradables; de ser una carga para la Mitad que Mantiene a la Otra, no haberse educado para el trabajo, no tener iniciativa, no esforzarse lo suficiente para encontrar un empleo honesto; de cobrar planes y no trabajar —conocidos como ‘planes descansar’ o ‘planes Argentina Descansa’—; de ser estúpidos corderos de los cabecillas, alternativamente, del peronia o argenzuela, que los quieren ignorantes para dominarlos y usar sus votos para gobernar, siempre en perjuicio de la Mitad que Mantiene a la Otra”, empieza esa acusación que el propio Grabois redacta y que, asegura, recae sobre “vagos”, “chorros”, “ocupas” y “violentos”. Su libro es, sobre todo, una defensa de todos quienes entran en ese colectivo que el autor llama Los Peores.

“El refugio se transformará en un arca donde primero van a entrar los pobres”, dice Grabois sobre el final de su libro. Su fe católica y su formación cristiana se adivinan allí y en muchos otros pasajes de Los Peores. El dirigente ofrece su programa político-económico para quien quiera proponerlo en campaña y no se ahorra una especie de bonus-track a los cinco puntos de su iniciativa: mudar la Capital Federal para que ya no haya piquetes en la 9 de Julio, ni marchas en la Plaza de Mayo y porque “los políticos tendrían que disfrutar de la experiencia existencial de despojarse de algunos de sus privilegios”.

Atención detractores: así les habla Grabois en la introducción de su libro

Estimado detractor

Nosotros, Los Peores, tenemos un plan. No me refiero al plan estilo “plan trabajar”; de esos tenemos muchos, más o menos 1,2 millones… Repartirlos como caramelos de clonazepam fue la forma que aplicaron los sucesivos gobiernos más o menos groseramente para contener al núcleo duro de la pobreza de eventuales revueltas y comprar en cuotas la paz social. Algunos de nosotros logramos transformar esa mecánica perversa en un refugio de esperanza colectiva para millones, pero esa es otra historia... volvamos al plan. Digo que tenemos un plan magistral para nuestra propia extinción, porque somos tan vagos que estamos cansados de nuestro propio trabajo como gerentes de la pobreza, y somos tan violentos como para pregonar nuestra autodestrucción. Es un plan sencillo, como nosotros, pero agota las causas de nuestro surgimiento y, por lo tanto, ese gran factor de atraso de la república; nos desvaneceríamos, y con nosotros el subdesarrollo argentino. ¡Tu sueño! Por el que se han gastado ríos de tinta y te has hecho tanta mala sangre… Y aunque no lo sepas, nosotros tenemos, por distintos motivos, un sueño parecido. Siempre odiamos las causas de nuestra emergencia y estamos hartos de nuestra existencia, al menos, nuestra existencia tal como la conocemos hoy… porque lo que hoy es una dura resistencia frente a la exclusión social, una situación que no elegimos, esta existencia puede también metamorfosearse y abrir un horizonte de felicidad para millones.

Pero volvamos al plan de extinción voluntario. Es barato, progresivo y tiene una cantidad importante de beneficios adicionales: no solo constituye la solución final a nuestro estatus de planeros, sino que además erradica ocupas, vagos, pibes chorros y deja sin trabajo a los CEO de la pobreza. Además, se encuadra en la Constitución y en leyes actualmente existentes, y está inscrito en el pensamiento de los fundadores y los filósofos de la gran nación del norte, como Thomas Jefferson y John Rawls, también de nuestra patria niña, como Alberdi y Sarmiento, por lo que no se requeriría de ninguna gran innovación populista, comunista, castrochavista ni peronista. Se trata, simplemente, de cumplir la ley positiva y tener un poco de sentido común.

Somos tan vagos que estamos cansados de nuestro propio trabajo como gerentes de la pobreza, y somos tan violentos como para pregonar nuestra autodestrucción

El núcleo de este maravilloso plan consiste en cinco sencillos puntos, concretos y medibles, que pueden cumplimentarse en cinco años de trabajo consecuente —con otros cinco de prórroga por si acaso sus ejecutores no cuentan con la eficiencia necesaria—. Es un plan para el desarrollo integral de una Argentina humana y federal, un plan plurianual como el que pide el Fondo Monetario Internacional, pero mucho más económico, sustentable y con un impacto social positivo, tanto para nosotros como para vos. Un típico caso de win-win (todos ganamos), a diferencia del otro plan plurianual, ese que se firmó con el Fondo Monetario Internacional y que todos sabemos inviable, que es un típico caso de win-lose (ellos ganan, el resto perdemos).

Grabois en una reciente manifestación
Grabois en una reciente manifestación de organizaciones sociales en el Puente Pueyrredón (Franco Fafasuli)

Los cinco puntos serían los siguientes:

Techo: Garantizar un lote para cada familia urbana mediante los mecanismos previstos en la Constitución Nacional y establecer un cronograma federal presupuestado de urbanización de barrios populares conforme a la Ley 27.453.

Tierra: Garantizar una chacra propia para cada una de las aproximadamente cincuenta mil familias rurales sin tierra mediante los mecanismos previstos en la Constitución Nacional y el reconocimiento de la propiedad comunitaria campesino-indígena para las mil setecientas cincuenta comunidades existentes, conforme lo establece la Ley 26.160.

Trabajo: Garantizar el Salario Básico Universal para trabajadores sin ingresos registrados y la institucionalización de los de la economía popular organizada, conforme las leyes 27.345, artículos 2, 3, 6; resolución 509/20; 118/21-MTEySS, y 285/20-MDS y cc.

El costo total del plan es de aproximadamente el 3% del PBI el primer año y el 1,5% los subsiguientes. (...) Apto para usarlo en campaña, parcial o totalmente, por cualquier partido que se sienta interpelado.

Educación: Garantizar que la totalidad de los jóvenes en edad escolar vayan a la escuela y tengan clase todos los días con una calidad educativa razonable, so pena de expulsión de las autoridades responsables ante incumplimiento de este mandato, que debe estar por encima de cualquier mezquindad política, presupuestaria o sindical.

Ambiente: Garantizar la prohibición de desmontes, de megaminería contaminante, de destrucción de humedales, de fumigación sobre pueblos, de emisión de efluentes industriales en cursos de agua, de colocación irrestricta de envases no sustentables y otras actividades ecocidas, que en caso de duda deberán ser sometidas a consulta popular vinculante.

El costo total del plan es de aproximadamente el 3% del PBI el primer año y el 1,5% los subsiguientes. Claro que, si se redistribuyeran las partidas superfluas y se acomodara el régimen tributario, sería gratuito para el 99% de los contribuyentes. Considérenlo.

Apto para usarlo en campaña, parcial o totalmente, por cualquier partido que se sienta interpelado.

PD: Como reaseguro de que, además de la extinción de Los Peores, cualquier rebrote tendría serias dificultades para reanudar la actividad piqueteante en la Avenida 9 de Julio o en las inmediaciones de Plaza de Mayo, como sexta medida se propone el traslado de la Capital Federal a un hermoso punto desolado del país —señalado en el mapa de página 17—, en la frontera entre el norte de Santa Fe, el sur del Chaco y el este de Santiago del Estero, lo cual evitaría a los automovilistas las grandes congestiones de tránsito, donde además los políticos tendrían que disfrutar de la experiencia existencial de despojarse de algunos de sus privilegios.

En su libro, Grabois incluye
En su libro, Grabois incluye la ubicación que propone para la nueva capital argentina.

Grabois se habla a sí mismo

Soliloquio

En la estación de Retiro me siento a tomar un café. Se ve un montón de gente común; laburantes, jubilados suben y bajan del tren. Algunos caminan con los celulares en la mano, otros en pareja, otros sumidos en sus pensamientos o escuchando música. Un niño pide monedas, policías vigilan, personal de la estación limpia. Los centenarios portales de acero labrado que separan el hall central del andén conviven con carteles luminosos donde pueden verse los horarios. La estación está bastante limpia. He visto muchas, en muchos lugares del mundo. Retiro no está mal. No se observan señales de miseria ni degradación, no se ve violencia ni alienación, al menos no más que en ciudades europeas, ni que hablar de otras colonias. Apenas llama la atención la novedad del lustro: todos llevan el rostro tapado.

El mundo ha vivido tiempos peores, la Argentina también. La tentación de lo negativo es fuerte para cualquiera, y vaya que lo es para un militante, para alguien que quiere reformar las cosas y extirpar las injusticias que lastiman a la humanidad. A veces, la proyección de las propias insatisfacciones se mezcla con las convicciones más nobles. Cuando pesa más lo primero, nos gana ese pesimismo oscuro que linda con el nihilismo: “El mundo es una mierda. Está todo mal”. Ni el cristiano más providencialista se salva; Jesús exige obras, poner en práctica sus palabras, uno tiene que anticipar el Reino hasta que Él vuelva. Otro problema es que no tenemos método científico; el socialismo científico daba tantas certezas, era un recetario, un manual para la acción. Tampoco tenemos grandes caudillos que muestren el camino en la oscuridad… Pero la gente vive, ama, es feliz; hay tantas opciones. La gente que entra al café usa barbijos. En la televisión hay noticias. Seguramente hablan de un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Nadie parece molestarse, pero yo estoy molesto, me siento ultrajado, estafado, siento que somos un pueblo cobarde y estúpido que acepta mansamente su condición colonial. ¿Es soberbia y tentación de lo negativo?

“El mundo es una mierda. Está todo mal”. Ni el cristiano más providencialista se salva; Jesús exige obras, poner en prácticas sus palabras (...) Tampoco tenemos grandes caudillos que muestren el camino en la oscuridad.

Nuevamente la televisión anuncia que se acerca la Tercera Guerra Mundial… la OTAN quiere expandirse. ¿Existe el imperialismo o es un relato? ¿El FMI es parte de una estrategia imperial o son teorías conspirativas? Será una fatalidad argentina, el corsi e ricorsi de la historia, el mito de Sísifo que se repite desde aquel préstamo infame de la Baring Brothers de hace casi doscientos años.

Una pareja se besa en la mesa de al lado, una madre lleva a su hijo de la mano. El abismo de lo indecible convive con el amor cotidiano. Las cosas son de una manera y al mismo tiempo son de otra, dice en la introducción Antonio Tabucchi en el libro que compraré en una hora.

Tengo que esperar la llegada del micro para buscar a mi hija, que hizo su primer viaje sola, pero el micro se atrasó cuatro horas. Leo, escribo, paseo por las calles que entran a la 31; dos pibes duermen tirados al rayo del sol, deshidratándose. Respiran. Les compro una botella del agua, no por puro amor cristiano, sino porque me acuerdo del fotógrafo que murió de frío en París tras ocho horas de indiferencia total. Fue noticia por ser alguien famoso. Qué extraña es la mente humana, tantos años de ver realidades y los dos hermanos villeros me recuerdan a un fotógrafo francés.

Juan Grabois pasó por el
Juan Grabois pasó por el stand de Infobae en la Feria del Libros de Buenos Aires.

Sobre la calle, los trabajadores ambulantes venden lo que pueden, algunos con experiencia evidente. Una mamá con su hijito se las rebusca con alfajores de maicena a la sombra de un arbusto. Se ve que es nueva en el oficio. Se la nota asustada. Ojalá encuentre un movimiento que la cobije. Quiero estar con ella, con ellos, son los nuestros. Cada tanto algún transeúnte me saluda. No me alegra ni me molesta. La pequeña fama, el pequeño poder; no está mi tentación ahí, sino en lo negativo.

Tengo que pasar el tiempo y le debo un regalo a mi ahijada. Camino unas diez cuadras hasta el Patio Bullrich. En ese edificio, hace siglo y medio, se vendían las tierras “ganadas al indio” y las “chinas” como siervas domésticas. Los tataranietos de los indios, tirados en la calle, hacinados en la villa. El tiempo no borró esas heridas, pero sí la memoria de los crímenes y la sangre que mancha las fortunas.

En el Patio Bullrich hay una librería. Compro unos libros, uno para mi ahijada sobre el éxodo jujeño contado para niños, otro para mí —el de Tabucchi—, otro para mi hija por su decimoctavo cumpleaños. Las primas, de Aurora Venturini. Era amiga de Evita, Aurora. Es interesante cómo escribe. Explica muchas cosas. Cruelmente. Me siento en un café. No soy indio ni Bullrich, mi linaje es del inmigrante próspero, gaucho judío, labrador gallego y colono italiano, m’hijo el dotor… Aunque mi opción me llevase por otros senderos, a pesar de la mala fama, no desentono, no desentono para nada, menos con los libros de Yenny.

Me gusta ir a los shoppings, tomar café y observar el otro lado del espejo. La gente no es tan distinta como quisiera creer, solo que la desigualdad flagrante nos cubre a todos de una indignidad que no se maquilla ni con la mejor crema facial, no se oculta ni con el mejor traje de marca, no se disimula ni con la más indiferente indiferencia. A veces cruzo alguna mirada con alguien a quien seguramente desagrado, pero, aunque lo espero con ansias, nunca nadie me dijo nada. O la gente es más cobarde o hay más grieta en Twitter que en la realidad.

La gente usa barbijo, pero está más segura porque tiene una vacuna de un laboratorio extranjero que cobrará eternamente por librarnos de virus pandémicos recurrentes, aunque tenemos algunos con ofertas de segunda clase para las depresiones constantes, las psicosis y neurosis permanentes; el FMI revisará semestralmente nuestra economía mientras dure la civilización, los británicos pusieron misiles defensivos en Malvinas y la reacción patriótica argentina fue formidable… La OTAN quiere desplegar misiles ofensivos en Ucrania y… Las potencias del otro hemisferio plantean el multilateralismo; pero, sin ofrecer un modelo de civilización alternativa, ¿existe el Modelo Nacional? ¿Argentina existe?

A veces cruzo alguna mirada con alguien a quien seguramente desagrado, pero, aunque lo espero con ansias, nunca nadie me dijo nada. O la gente es más cobarde o hay más grieta en Twitter que en la realidad.

La Tierra se recalienta a fin de producir más energía sucia para más aires acondicionados, Coca-Cola escupe al mercado millones de botellitas pero no quiere pagar el impuesto a los envases, hay cada vez más autos que son cada vez más grandes en un país cada vez más pobre, la gente se abarrota en los negocios a comprar cosas feas, las topadoras desmontan el bosque nativo en el norte para plantar soja porque trae dólares, los agujeros de la amazonia se agrandan aunque se indigne la Deutsche Welle, Vaca Muerta nos va a salvar pero a unos kilómetros Radio Nacional te pide que cierres bien la canilla porque el agua es vida, para repartirse el litio del norte las potencias no necesitaron ni un grito, las curtiembres siguen tirando los residuos al Riachuelo. ¿Existe el cambio climático?

Juan Grabois con cooperativistas recicladores
Juan Grabois con cooperativistas recicladores de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular.

A diez cuadras una piba vende alfajores de maicena con su hija, unas callejuelas más atrás cincuenta mil almas se hacinan en una villa, en Avenida del Libertador frente al Patrio Bullrich ranchean seis pibes paqueados, los migrantes bolivianos y sus hijos siguen esclavizados por los arriendos en las quintas hortícolas produciendo la lechuga, los indios son terroristas, los argentinos vinimos de los barcos, el INDEC dice que seis de cada diez niños son pobres, en Salta hasta se mueren de hambre. ¿Existe la desigualdad? Sí, pero hubo tiempos peores; hay amor en el mundo. La gente baila, canta, pinta, dibuja, algunos vamos al cine y al teatro. Hasta los pobres se divierten, hacen fiesta, escuchan música, juegan a la pelota, rezan, los paraguayos juegan mucho al vóley.

El programa de venta turística Previaje es un éxito y nadie se queja de esos “planeros playeros”. Yo tampoco, ojo, pero qué forma tan bellaca de medir las cosas que tiene esta sociedad. Mi gobierno les enseña a los jóvenes a “disfrutar como te gusta” de las drogas #ConSumoCuidado; mi gobierno te subsidia el 50% de la mucama por seis meses. Hay puestos de trabajo disponibles en la industria farmacéutica; solo faltan candidatos que quieran pasar de los planes al trabajo genuino y cargar cajas de una mesa a otra anotando todo en dos planillas y encerrados nueve horas bajo la luz de neón por un sueldo que roza la línea de pobreza, aunque es todo “en blanco”, el no-pobrismo. Movilidad social ascendente. El proyecto.

No tenemos que caer en la tentación de lo negativo, porque también podemos luchar, ignorar todos sus insultos, hacernos fuertes entre nosotros y nosotras, tratar de que no nos envenenen, no nos infiltren, no nos infecten, no nos absorban… Conseguir salarios sociales y desarrollar cooperativas comunitarias, mejorar los barrios populares, promover la agricultura familiar, alfabetizar, atender la salud, rescatar a los caídos en la droga, la calle, la cárcel… Sabemos que en la agenda de las 3-T hemos encontrado una fórmula para resistir el capitalismo mientras el mundo del no-pobrismo sigue girando y nos mira mal, nos mira con odio, a lo sumo nos mira de reojo. Yo los miro de reojo a ellos en el Patio Bullrich, sin tirria ni odio. A veces los desafío para que me expliquen por qué nosotros somos Los Peores y ellos son mejores. A veces con un poco de lástima porque no tienen los compañeros que tengo yo, no conocen a los héroes y heroínas de nuestros tiempos, los que pueden dar la vida por una causa, por un hermano al que ni siquiera conocen. Sí, tenemos mucha voluntad y no debemos caer en la tentación de lo negativo, pasito a pasito, porque hemos construido un refugio…

Yo los miro de reojo a ellos en el Patio Bullrich, sin tirria ni odio. A veces los desafío para que me expliquen por qué nosotros somos Los Peores y ellos son mejores.

¡Es que eso es pobrismo, Juan, es pobrismo!… Amor a los pobres, refugios, pequeñas mejoras, un poco de estrategia, resistencia. Sí, es pobrismo consecuente; el pequeño refugio, ya no tan pequeño, pero ¡no pasa nada! Además, en la granja pasan cosas, cerdos incipientes, pequeños burros. Hay que pasar del pobrismo consecuente al humanismo revolucionario, porque sí, existe el cambio climático, tu país está colonizado y tu pueblo, sumido en una miseria generalizada. Ese es el Plan de Desarrollo Humano Integral… Para eso, con la fuerza de los movimientos populares, con la legitimidad de la política institucional, con el método de la planificación participativa, se pueden enfrentar la exclusión y la injusticia en serio. Se puede liberar a nuestra patria, nuestro pueblo.

¿Podemos? Porque hubo quienes afirmaron “Podemos” y no pudieron. Buena gente, pero… vaya si terminaron integrados. La tentación del optimismo también es peligrosa. Pero ¿no te acordás cuando Francisco, en el encuentro con los movimientos populares en julio de 2015, junto a Evo Morales, al cartonero Sergio Sánchez, a Pepino Fernández de General Mosconi, a Jokin Arputham y Rose Molokoane, líderes de los villeros de la India y Sudáfrica, respectivamente, los Sin Tierra de Brasil, las mujeres kurdas, las indígenas bolivianas, los campesinos haitianos, los trabajadores de la calle keniatas, los migrantes del Mediterráneo, los negros violentados, los excluidos de la tierra, dijo: “¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños pero casi sin ninguna solución para sus problemas? Pueden hacer mucho. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de las ‘tres-T’. ¿De acuerdo? Trabajo, techo y tierra. Y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!”.

Juan Grabois junto al Papa
Juan Grabois junto al Papa

¿Lo creerá, o nos está tirando una onda para que no bajemos los brazos? Él es un hombre de fe; yo estoy en la trinchera… Tengo fe, tengo convicciones, pero pasan los años, pasan los años, y veo que les va mejor a los dirigentes que a la gente, no porque los dirigentes sean ambiciosos o malvados, sino porque el sistema es así, premia a individuos o grupos o corporaciones, pero no cambia, sigue siendo un mar de brea; la civilización no mejora, se adapta, avanza un poquito aquí, un poquito allá, para conformar al que necesita conformar y cargar el costo sobre el débil… Pero, con una visión de totalidad, no mejora; la sociedad no emergió mejor del coronavirus… Incluso pareciera estar saliendo peor. Por ahí, es la tentación de lo negativo.

Si es así, si es una proyección negativa de la propia frustración, si las cosas marchan bien, si el acuerdo con el FMI es fenomenal, si en el mundo hay amor expandiéndose junto al capital financiero, si la prosperidad derramará, si habrá más y más autos, si los misiles son inofensivos juegos geopolíticos, entonces, compañeras, compañeros, vos, que no te conozco pero que por ahí te sentís interpelado, que el mundo siga girando a su ritmo y nosotros continuemos construyendo refugios… que seguirán siendo un refugio para los excluidos y autoexcluidos que no podemos, no sabemos o no queremos entrar a la matrix esta.

El refugio se transformará en un arca donde primero van a entrar los pobres

Por ahí no se trata de la tentación de lo negativo. Por ahí la civilización entra en crisis por sus crímenes sociales y ambientales, por su hedonismo individualista y su cultura del descarte; y entonces, cuando en el momento exacto en que lo viejo esté muriendo y lo nuevo no pueda nacer, se abra una ventana de oportunidad para dar vuelta la tortilla. Entonces, ojalá podamos salir de nuestros refugios, convertirlos en trincheras, en fortificaciones, e impulsar el proceso revolucionario humanista, para cambiar todo lo que deba ser cambiado, aunque alguno tenga que dejar de disfrutar sus privilegios para que otros puedan vivir con dignidad… Porque, si la crisis se produce, si se produce ese interregno entre lo que no termina de nacer y lo que no termina de morir, y si en ese interregno las fuerzas humanas no pujan lo suficiente para que nazca una nueva sociedad, las fuerzas deshumanizadas harán nacer lo monstruoso.

Una tercera hipótesis… el colapso; el caos de la distopía tantas veces televisada llega finalmente. Entonces, el refugio se transformará en un arca donde primero van a entrar los pobres.

En cualquier caso, vale la pena.

Quién es Juan Grabois

♦ Nació en San Isidro en 1983. Es hijo de un dirigente estudiantil peronista y una médica pediatra. Cursó sus estudios secundarios en el exclusivo Colegio Godspell.

♦ Es abogado, licenciado en Ciencias Sociales, autor, traductor y dirigente social. Fundó y es referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Es docente en la UBA y dirige la Escuela Nacional de Organización Comunitaria y Economía Popular.

♦ El Papa Francisco lo designó consultor del Consejo Pontificio de Justicia y Paz y miembro del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede.

♦ Coordinó las cuatro ediciones del Encuentro Mundial de Movimientos Populares.

♦ Es autor de La clase peligrosa, Siete pecados argentinos y Manual de Economía Popular, entre otros libros y publicaciones.

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