A algún medio europeo, la escritora argentina Mariana Enríquez le dijo que vivir con el miedo permanente a las crisis económicas y políticas, como le sucede en su país, “paradójicamente ayuda a crear historias de terror”. En realidad, les estaba dando la clave de su literatura, una literatura que caló hondo y por eso por esta época la estuvo llevando de viaje por tierras lejanas.
Una clave: Enríquez sabe hacer relatos de terror a partir de la miseria, de la violencia, del abandono, de la dictadura. No hacen falta fantasmas ni zombies venidos de otros mundos: ¿qué mejor género que el terror para hablar de estas cosas?
“Como latinoamericana, le tengo más miedo a la Policía, a la crisis económica y a vivir en un continente que no tiene ningún tipo de ayuda ni le importa absolutamente a ninguno de los poderes centrales, que a lo cotidiano”, supo decir.
Enríquez escribió libros de cuentos como Las cosas que perdimos en el fuego y novelas como Cómo desaparecer completamente. Pero su gran salto a la escena internacional ocurrió con Nuestra parte de noche, con la que ganó el Premio Herralde de Novela en 2019.
“El estado de un relato de terror es ése, estar esperando de dónde va a venir el golpe”, dijo. Y en la vida cotidiana, afirma, ese golpe tiene que ver con crisis sociales, políticas o financieras.
En su primera novela, Bajar es lo peor, Mariana Enríquez habla de tres adolescentes que se asoman al abismo de las drogas, la destrucción y el amor, en el Buenos Aires nocturno, sórdido y vibrante de los años noventa del siglo pasado. No pensaba en publicarlo: tenía 17 años y no conocía escritores ni a nadie del ambiente literario.
No vivía en Buenos Aires y lo escribía por las noches para sus amigos, pero, por una serie de casualidades, terminó publicándose en una editorial que buscaba un libro de una persona joven. Más tarde ese libro se publicó en la prestigiosa editorial Anagrama, tal y como había sido escrito en su momento.
Aquí, la escritora responde cuatro preguntas de Infobae Leamos
-¿Cómo pensás hoy tus primeros libros?
-Me gustan: les encuentro una continuidad de obsesiones e intereses, a lo mejor la escritura es diferente, no son de género, por ejemplo, pero los reconozco como propios. No reniego de esos libros, los escribió la persona que era en ese momento y está todo OK.
-En tus presentaciones hablás con mucha gente. ¿Qué percibís? ¿Qué de tus libros conecta con tantas personas en tantos países diferentes?
-Por generalizar, pasan dos cosas: o les gustó mucho la historia, los personajes (hablo de Nuestra parte de noche sobre todo) o se identificaron con algo puntual, sea cuestiones de salud mental, de rarezas, de generación... Una chica en Madrid me dijo que le gustaba cómo había tratado la epilepsia que sufre un personaje porque ella tenía de ese mismo tipo (que no es con convulsiones) y la trataron de loca. Muchos identifican canciones o escenas: en Francia un escritor cuando leyó una parte en un centro cultural me habló del suyo. Y después fans de la música o del género, o gente que nunca había leido terror y encontró que le gustaba. En Francia algunos me hablaban mucho de la “libertad” en la escritura, lanzarse a escribir sobre lo que me apasiona y ya. Es siempre muy diferente. También hay un interés por lo local, al revés de lo que puede pensar mucha gente, quieren saber más sobre las tradiciones, Buenos Aires, etc. Y muchos leyeron en la pandemia y dicen que la pasaron mejor: vaya a saber.
-¿Qué estás leyendo?
-Ahora mismo una historia del espiritismo de Lisa Morton, Bacantes de Eurípides y Bajo la superficie de Daisy Johnson.
-¿Estás escribiendo algo nuevo?
-Si, un mini ensayito sobre ser fan de una banda -no puedo contar más- y esbozando una novela de la que sólo tengo por ahora los personajes y la certeza de que irá de fantasmas.
Bonus track
-¿Algo que quisieras escribir si tuvieras todo el tiempo y dinero del mundo?
-Si tuviera todo el tiempo y dinero del mundo me parece que haría otra cosa, como seguir la gira de Nick Cave, Y después quizá escribir un libro obsesivo sobre él.
Fuente: Efe y Redacción Infobae Leamos
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