En el espacio “Cómo lo escribí” de Infobae Leamos autores y autoras cuentan el detrás de escena de los libros que acaban de publicar. Por qué eligieron los temas o historias que terminaron en sus páginas, qué revelaciones aparecieron en el proceso de escritura, qué sensaciones hubo a medida que ese proceso ocurría.
En esta ocasión, la periodista argentina especializada en economía Estefanía Pozzo cuenta la “cocina” de su nuevo libro, Es la economía, vos no sos estúpida, editado por Paidós. El título juega con la frase “es la economía, estúpido”, que se popularizó en la campaña electoral de Bill Clinton que lo llevó a la Presidencia de los Estados Unidos en 1992.
En un mundo en el que la palabra autorizada y las decisiones están reservadas a los variones, la autora propone tips y conceptos para, en primer lugar, “hablar de guita”. Más allá de ese primer objetivo, Pozzo indaga en cómo construir una independencia económica y financiaera, o cómo separarse en un vínculo violento sin que las finanzas retengan a la víctima de esa violencia.
Cómo escribí “Es la economía, vos no sos estúpida”
Meterse en un mundo lleno de varones, si no lo sos, tiene un precio alto. Me pasó toda la vida. Desde chiquita fui casi la única niña entre un batallón de primos y tíos, así que fui forjando una personalidad fuerte que me permitió defender mi derecho a hacer lo que quisiera, al igual que el resto de los varones que veía.
El chiste más recurrente que escuché a lo largo de mi infancia fue que, con el carácter que tenía, iba a quedar soltera para siempre. Una especie de verdad aleccionadora con una risa final para suavizar la crueldad, digamos. En lugar de amedrentarme, ese chiste me abrió una puerta fantástica: si el costo de estar en pareja para mí era dejar de hacer lo que quería, entonces una vida en pareja no iba a definir mi vida. Y, de la mano de esa idea, también me di cuenta de que la manera más fácil de poder decidir libremente tenía directa relación con la independencia económica. Con los años cayó en mis manos Un cuarto propio, de Virginia Woolf, y sentí que nadie podía describir mejor mis sensaciones.
Trabajé desde pequeña: a los 13 años ya ayudaba en el estudio contable de mi papá, a los 15 años decidí “independizarme” y dar clases particulares a hermanos de amigas, a los 18 ya no dependía en absoluto de nadie. A los 20 me fui a vivir sola. Trabajaba entre 6 y 8 horas por día y después de eso me iba a la facultad a estudiar. Con tal de poder decidir sobre mi vida estaba dispuesta a hacer todo el esfuerzo posible. Unos meses antes de recibirme me ofrecieron trabajo en una agencia de publicidad. Sorprendido, uno de los señores que me convocó me dijo: “Sos mujer y hablás muy bien”. No era el siglo pasado: estaba en Córdoba y era el año 2010. Al final no acepté porque el sueldo era realmente malo y yo quería seguir estudiando, así que me mudé a Buenos Aires.
Esta obsesión por la construcción de la autonomía propia es el leitmotiv de mi libro. El proceso de escritura fue una búsqueda de sistematizar conceptos, ideas, información y tips que nos permitan pensar cómo el dinero entra en nuestras vidas para ayudarnos a consolidar nuestra autonomía y concretar nuestros proyectos. Y, junto con eso, repensar qué parte de los mandatos y los mitos que existen alrededor de la economía y las finanzas nos están jugando en contra en ese camino, y así poder modificarlos.
¿Las mujeres y la economía son asuntos separados? Claro que no -y hay un capítulo entero dedicado a ello-. Pero lo que sí existe es una monopolización de las voces “autorizadas” a hablar del tema: como pueden ver en los medios de comunicación, la mayoría son varones. Y no es que no existan mujeres economistas o periodistas de economía, estamos ahí, pero no nos llaman o no nos escuchan. Además de esa mayoría de varones, lo que más me preocupa es cómo se refuerzan ciertos sesgos (por ejemplo, qué trabajos se valoran y cuáles no) y, especialmente, las barreras de entrada para otras identidades en la discusión económica.
De la mano de la inquietud por la autonomía podemos empezar a cuestionarnos otras cosas. ¿Cómo valoramos nuestro trabajo? ¿Y nuestro tiempo? ¿Qué cosas nos hacen feliz? ¿Cuánto dinero necesitamos? ¿Qué se hace con la plata si tenemos margen de ahorro? ¿Qué decisión financiera conviene? ¿Qué cosas tener en cuenta en relación a la inflación y al dólar? Todas esas preguntas y algunas ideas para empezar a responderlas forman parte del libro. Mi objetivo en la escritura fue armar una caja de herramientas para dar los primeros pasos en la dirección que cada una quiera. Sin que nadie nos trate de estúpidas.
Hace tres años, Luciana Peker me mandó un mensaje diciéndome que tenía que escribir un libro y proponiéndome incluso el título. Lo primero que pensé cuando leí el mensaje fue: ¿por qué yo voy a escribir un libro sobre economía? Tenía muy interiorizado esto que les dije antes: pensaba que no formaba parte de las “voces autorizadas” para hablar del tema. Un año después me escribieron de la editorial para hacerme una propuesta. Recién ahí dije que sí. Como ven, el camino de valoración propia es una montaña empinada y ardua, una pendiente exigente que nos obliga a hacer un gran esfuerzo solo para romper el mandato del silencio.
Mi apuesta, entonces, es que hablemos más de plata. Que sea un tema importante en nuestros proyectos vitales. Que, por ejemplo, el tema de la guita no se nos vuelva en contra cuando decidamos separarnos y quedemos completamente empobrecidas, porque nos niegan lo que nos corresponde o no depositan la cuota alimentaria. O que nos permita pensar qué opciones tenemos para salir de un círculo de violencia. Porque, como dice Cazzu en su canción “Chapiadora”, tenemos que empezar a pensar que en la cartera “va el rimel, labial, perfume y una calculadora”.
“Es la economía, vos no sos estúpida” (fragmento)
Hace unos años, una consultora hizo una investigación sobre quiénes eran las personas más consultadas por cuestiones económicas en la televisión y la radio, los dos medios más populares y masivos en la Argentina. El relevamiento fue exhaustivo y abarcó ocho meses de seguimiento en siete canales de noticias, cinco canales de televisión de aire y siete radios. Durante ese tiempo midieron cuántas entrevistas se hicieron a distintos especialistas, cuántos segundos duró cada una y quiénes eran los expertos que aparecían habitualmente en los medios con mayor audiencia del país. El resultado no les sorprenderá, porque –spoiler alert– absolutamente todos los analistas consultados fueron hombres.
Según el estudio, entre el 28 de diciembre de 2017 y el 7 de septiembre de 2018 se hicieron 2.152 entrevistas que, en total, insumieron 26.331 minutos. ¿Qué quiere decir esto? Que, si alguien se hubiera propuesto escuchar todas esas entrevistas de corrido una después de la otra, hubiera necesitado ¡dieciocho días! completos para hacerlo. De varones. Hablando de economía. Ok.
Pero la cantidad de horas y el monopolio masculino no son los únicos datos que nos deja esa investigación. Hay otra cuestión interesante: el informe encontró cuáles fueron las palabras más usadas por todos esos especialistas en su análisis de la coyuntura económica. ¿Quieren apostar? Seguro aciertan. Como estamos hablando de la Argentina, seguro-seguro aparecen dos palabras: “inflación” y “dólar”. Pues, claro. Pero no fueron las únicas. El top 10 de términos más utilizados fue: “Banco Central”, “dólar”, “gobierno”, “inflación”, “Marcos Peña”, “déficit fiscal”, “tasa de interés”, “mercado”, “Macri” y, en el último lugar, “FMI”.
Si combinamos todos los datos de la investigación, podemos sacar una conclusión interesante: el discurso público económico está dominado por varones, quienes, a su vez, son los que determinan cuáles son los temas importantes a los que se les debe prestar atención. Es decir: no solo hablan más, sino que también le van dando forma al debate colectivo sobre la economía nacional. Así, los temas importantes suelen estar vinculados a la macroeconomía, que en la Argentina siempre está presente por la inestabilidad general y las sucesivas crisis a lo largo de los años. Los términos que suelen usarse son inentendibles para la mayoría. Y esto no es inocente. Los tecnicismos dejan afuera a mucha gente que, agobiada por la dificultad, suele responder con frecuencia: “No, yo de economía no sé (o no entiendo) nada”. Y tienen razón. Es un lío.
Quién es Estefanía Pozzo
♦ Nació en Córdoba en 1983. Es periodista especializada en economía desde 2011.
♦ Publicó sus artículos en Ámbito Financiero y El Cronista Comercial, así como algunos textos en The New York Times y The Washington Post.
♦ Fue galardonada por su aporte a la reducción de las brechas de género.
♦ Es autora de Es la economía, vos no sos estúpida.
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