Por qué no podemos echarle la culpa de todo a Mercurio retrógrado (aunque sería más fácil)

Un libro de astrología explica por qué no hay que responsabilizar a los astros por nuestros problemas sino conocerlos mejor para usarlos a nuestro favor.

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¿Cuántas veces, ante un problema imprevisto, hemos escuchado a alguien decir “es culpa de Mercurio retrógrado”? En los últimos años, la astrología se ha instalado como uno de los recursos predilectos alrededor del mundo para categorizar a las personas e interpretar su pasado, presente y futuro. Más allá de los signos zodiacales, conocidos por todos, según la astrología también tienen injerencia en nuestras vidas todo tipo de cuerpos celestes. El más conocido -y culpado-, sin embargo, es uno solo, que suele estar en boca de todos, incluso de aquellos a quienes la astrología les es más bien ajena: Mercurio retrógrado.

Pero, ¿qué significa esto realmente? Para desentrañar los secretos, mitos y misterios de este planeta y su influencia en nuestras vidas y sus fases, el astrólogo y arquitecto chileno Álvaro Norambuena Donoso escribió No culpes a Mercurio retrógrado. En esta completa guía, el lector podrá encontrar todo lo que siempre quiso saber sobre este fenómeno astrológico, con el fin de darle las herramientas necesarias para usarlo a su favor.

En No culpes a Mercurio retrógrado, Norambuena Donoso no solo explica el significado de este suceso que muchos usan como chivo expiatorio. También indaga en su relación con la mitología clásica, su simbología (la cruz, el círculo y el semicírculo), su rol en la astrología, sus consideraciones negativas, su relación con otros planetas retrógrados y, tal vez lo más importante de todo, cómo resolverlo.

“Recuerda”, escribió el astrólogo Álvaro Norambuena Donoso, “somos los responsables de nuestros actos, y somos quienes construimos nuestras vidas en base a nuestras propias decisiones, así que... ¡no culpes a Mercurio retrógrado!”.

Así empieza “No culpes a Mercurio retrógrado”, de Álvaro Norambuena Donoso

¿Enviaste un correo con confesiones y algunas palabras subidas de tono sobre tu jefe a la persona equivocada? ¿Hablaste de tu novia a otra persona y sin darte cuenta le enviaste el WhatsApp a ella? ¿Tu conexión a internet está cada vez más lenta, sobre todo el día en que justo más lo necesitas? ¿Se ha estropeado tu computador y no respaldaste la información? ¿Dijiste algo que no querías decir, y mientras lo decías te estabas arrepintiendo?...

Lamentablemente ya es tarde.

Todos los desastres que puedas estar viviendo en tu vida, que se intensifican en semanas específicas a lo largo del año; todos los males que han desatado la catástrofe tienen un posible responsable y principal sospechoso.

¿Adivinaste? Sí, el culpable podría ser Mercurio retrógrado.

Es la opinión cada vez más generalizada entre jóvenes y adultos jóvenes que, un poco en broma y un poco en serio, encuentran en esta frase su chivo expiatorio y ponen a Mercurio como el principal responsable de la calamidad cotidiana.

Entonces, si aún no has tenido una disputa con tu pareja o con tu compañero de trabajo, si aún no has tenido esa discusión insólita que solo podría justificarse por la aparición de este rufián, o si aún no se te ha descompuesto tu teléfono o computador, ni se ha caído Instagram o Facebook; estás a tiempo todavía de enterarte y tomar las precauciones que sean necesarias para no caer en las manos de este astro de nombre encriptado, con pequeñas dimensiones pero que, al parecer, tiene magnitudes superlativas y que para lo único que existe es para arruinarnos la vida... Todo esto según los mitos urbanos y algunos exponentes de la astrología tradicionalista.

¿No les parece curioso que, mientras más pasa el tiempo, más pareciera crecer la figura en torno a este particular astro?

Si alguien, hace unos treinta años, hubiera contado en una junta con amigos que cosas extrañas le estaban pasando, que se le extraviaban los mensajes de texto o que tuvo en una semana variados desacuerdos con su entorno, difícilmente habríamos escuchado la frase: «¡ah, debe ser Mercurio retrógrado!».

En cambio, en la actualidad y gracias al rápido acceso a la información, la proliferación de redes sociales y el auge de las disciplinas llamadas espirituales o místicas —en las cuales se ha incluido a la astrología—, el concepto de Mercurio retrógrado es casi tan popular como decir: «¿Qué vas a hacer para Halloween?» o «¿qué le pediste al viejito pascuero?» o Santa Claus, Papá Noel, San Nicolás, o cualquiera sea el nombre que le demos.

Antes, estos problemas eran principalmente atribuibles a maldiciones, al mal de ojo y, en extremos, era un sacerdote quien exorcizaba los males. Y ni hablar si llegabas a encontrar cenizas en el exterior de tu casa, sobre todo si estaban junto a algunos trozos pequeños de algo parecido a huesos... ¡Ah, no! Eso de frentón se trataba de un trabajo de magia negra. Pero pensándolo ahora, quizás se trató de alguien que se sentó ahí, fumando un par de cigarrillos y jugando con algunas ramitas de ligustrina que dejó caer justo al lado.

Entre los factores que explicarían esto, está la necesidad que tenemos de creer en otras fuerzas, de que haya «algo» que esté causando este desorden. Sumado a la pérdida constante y paulatina de credibilidad en las instituciones espirituales de tiempos pasados, en los que estas «malas rachas» o malos tiempos significaban que había una poca o mala comunicación con Dios. Tenías que depositar tu fe en esa entidad externa a ti y de esa forma podías liberarte de la responsabilidad de hacer la tarea necesaria para cambiar tu situación, generando una relación simbiótica de doble conveniencia.

Es por esto que quiero entregarles respuestas a todas esas interrogantes nacidas en conversaciones de pasillo, juntas con amigos o incluso en la investigación periodística, desde el punto de vista de la astrología que yo practico, que se separa de la astrología tradicional o predictiva. De esta forma, iremos develando lo que se oculta en el misterio de la figura de Mercurio retrógrado.

Para esto, es necesario definir un marco teórico, para así poner paños fríos a la exagerada —y a veces ridícula— visión que se tiene de este momento astrológico.

La astrología es una disciplina analógica, es decir, no pretende definirse como científica. A veces es difícil entender el afán que tiene la ciencia de estar constantemente hablando de una disciplina que no manifiesta interés en acogerse al método científico, sobre todo porque no creo que muchos científicos se hayan detenido a conocer el origen y método usado en la astrología; disciplina que, dicho sea de paso, tiene aún más años que la astronomía.

Las metáforas, los símiles o las comparaciones son también figuras retóricas que perfectamente se cuadran con la definición de analogía. Se utilizan en diferentes áreas del pensamiento como el lenguaje, la escritura, el derecho y la psicología.

La analogía o herramienta inductiva es el camino que conduce al estudio de los astros y es la que le confiere coherencia al lenguaje de códigos astrológicos. Aquí se unen los conceptos que nacieron en la antigüedad como, por ejemplo, la simbología asociada a los doce signos del zodiaco, que no son más que una representación icónica del recorrido del Sol en el lapso de un año solar, pasando por diversas estrellas o constelaciones desde nuestra visión terrestre y geocéntrica.

El mundo antiguo pudo proporcionar simbología a la posición del Sol, lo que dio origen a las cuatro estaciones y, de esta forma, podían saber cuándo era el mejor momento de siembra y cosecha.

Posteriormente, en el afán de ser aún más específicos, se subdividieron las cuatro estaciones en tercios, ocasionando cuatro tercios o doce signos del zodiaco, donde cada uno posee una historia codificada para que el hombre de la antigüedad pudiera entender con facilidad el momento del año en que se encontraba.

Entonces, los signos del zodiaco son el sistema de códigos primarios en los que, mediante la asociación con la mitología, encontrabas el sentido metafórico de cada uno de los doce espacios en los que se dividió el año solar. Para estas divisiones no importa si el Sol pasa por trece, catorce o veinte constelaciones desde el punto de vista terrestre, ya que las estrellas y constelaciones se usaron únicamente como una referencia para crear este lenguaje codificado.

Este mismo sistema de códigos se utilizó para los demás astros y planetas que se movían atravesando estas constelaciones o signos del zodiaco, ampliando el vocabulario del lenguaje que se estaba creando.

Así, desde los babilonios, pasando por los griegos y romanos, hasta la actualidad, se fue construyendo la simbología asociada al significado que los planetas en constante movimiento aportaban al método astrológico. También, a cada planeta se le asoció a una historia mitológica que le impregnó de un carácter específico y, por consiguiente, la influencia que ese astro podría tener en nosotros.

Mercurio es una de las figuras mitológicas dentro del lenguaje analógico de la astrología, que, en palabras sencillas, no determina hechos, sino que influye en las personas, al igual que lo hacen el contexto donde nació y las personas que tiene a su alrededor.

Si piensas en habitantes de la Tierra que viven en dos latitudes distintas como rusos o brasileños, instintivamente eso te da información inductiva de su comportamiento social. Y, si bien sabemos que no todos los habitantes de esas naciones presentan las mismas características de personalidad, tendemos a pensar que se podrían comportar de formas distintas frente a una misma situación.

Imagina entonces que la psicología —que también es una disciplina que ocupa el método analógico e inductivo dentro de su amplia gama de estudio— al realizar investigaciones sobre tasas de depresión elevadas, encuentra rápidamente relaciones entre esta y las características climáticas del lugar: el asoleamiento o calor contra el frío y los días nublados con viento o nieve.

En palabras del propio Carl G. Jung:

«La Astrología consiste en configuraciones simbólicas del inconsciente colectivo, que es el tópico principal de la psicología: los “planetas” son los dioses, símbolos de los poderes del inconsciente».

Ávaro Norambuena Donoso explica que, a pesar de que se puso de moda culpar a Mercurio retrógrado, cada uno es responsable de sus actos y sus decisiones.
Ávaro Norambuena Donoso explica que, a pesar de que se puso de moda culpar a Mercurio retrógrado, cada uno es responsable de sus actos y sus decisiones.

¿QUÉ ES MERCURIO RETRÓGRADO?

En astrología, todos los planetas se encuentran en un movimiento que, desde la observación terrestre, tiene como telón de fondo a los signos del zodiaco en el cielo. Ese telón recibe el nombre de eclíptica, y lo podemos imaginar como una cinta que rodea a la Tierra y que contiene a los doce signos divididos en secciones iguales.

El movimiento de los planetas recorre los signos en el orden establecido hace muchos años —en Babilonia—: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.

Por lo tanto, un planeta que desde la Tierra lo vemos transitar hacia la constelación de Aries, naturalmente y dependiendo de la velocidad de dicho astro, se moverá a continuación hacia la constelación de Tauro y así correlativamente por los doce signos zodiacales dibujados en el cielo.

Y si a esto le sumamos el hecho de que todo astro se encuentra repartido en distintas constelaciones en cada momento y que continúan moviéndose de la manera correlativa mencionada, se traduciría en una muy variada información que podemos estudiar.

Sin embargo, hay momentos en que, desde nuestra perspectiva, podemos ver que algunos planetas reducen su velocidad y, lo que es peor, ¡comienzan a moverse en el sentido contrario!

Este movimiento contrario lo hacen todos los planetas durante periodos no muy distanciados, a excepción del Sol y la Luna que nunca se mueven en sentido inverso. Ya desde la antigüedad se buscaba la manera de comprender por qué, un planeta como Mercurio —que normalmente va de Este a Oeste— de pronto disminuía su velocidad y, durante unas tres semanas, lo veíamos moverse en sentido contrario.

Se dieron cuenta de que Mercurio gira alrededor del Sol mucho más rápido que la Tierra y no se separa del Sol más de 28º al verlo desde aquí. Debemos imaginarlos como un sistema donde Mercurio baila constantemente alrededor del Sol, produciendo aparentes cambios de dirección desde nuestra mirada.

Para que entendamos mejor esto, te invito a imaginar que estás observando, en plena noche, una ampolleta o bombilla que representará al Sol, y girando a su alrededor hay una polilla que da constantes vueltas en el sentido contrario al reloj. Esta polilla no se separa más de unos diez centímetros en sus idas y venidas alrededor de la luz.

Si estuvieras mirando esta escena desde una distancia de unos dos metros para no espantarla y te mueves también circularmente, te darás cuenta de que la polilla gira en un sentido y por momentos pareciera que va en sentido contrario. Pero en rigor, nunca cambió de dirección, fue únicamente una percepción óptica porque tú también estás en movimiento.

Eso es justamente lo que sucede con Mercurio tres veces por año —habitualmente— y con una duración de veintidós días. Es decir, durante sesenta y seis días al año presenciaremos el fenómeno de Mercurio retrógrado.

Para entenderlo mejor, pongamos otro ejemplo. Imagina que vas conduciendo en una autopista y te vas acercando al conductor de adelante. Te pasas al carril del lado para adelantarlo y en ese momento lo miras, ¿hacia dónde parece que se mueve? Por segundos podrías pensar que el automóvil que estás adelantando decidió repentinamente ir hacia atrás, haciendo que tú no notes su velocidad, aunque tú sabes que eso no es lo que realmente está sucediendo.

En este ejemplo, el automóvil que adelantas pasaría a llamarse automóvil retrógrado, ya que desde tu perspectiva retrocede.

Y aunque es una ilusión óptica, desde el punto de vista de la astrología lo que produce la retrogradación planetaria es muy real, porque aquello que percibimos, ya sea de forma consciente o subconsciente, crea una realidad en nuestra mente —al igual que la imagen del automóvil que estás sobrepasando— y aquello que procesamos mentalmente lo hacemos realidad en la medida en que interactuamos con los demás.

Como comprenderemos al avanzar en este libro, cada planeta manifiesta una energía particular, o como me gusta decirlo, cada planeta es una herramienta en tu vida, que expresas de maneras diversas según tus propias configuraciones o tendencias al nacer, más el aprendizaje que vas recibiendo de tu entorno familiar, amigos, y la realidad socioeconómica donde has nacido. Mercurio es entonces, una herramienta en tu vida que representa energías particulares que puedes poner en práctica.

Cuando un planeta entra en su fase de retroceso, hace que sus energías se manifiesten de manera introspectiva o errática, según sea el nivel de conciencia de la persona en cuestión.

Lo que significa que las cualidades de este planeta se deben interiorizar más antes de volver a hacerlas funcionar hacia los demás. Pero recordemos que esto es solo una posibilidad y depende del trabajo que hacemos para volverlo consciente, entendiendo que estamos o no transitando por esta fase retrógrada.

En el caso de Mercurio, muchas veces se habla de este momento como uno que trae consigo las mayores tragedias y calamidades que puede recibir la humanidad. Con solo decir que Mercurio está retrógrado parece empezar una maldición. Pero este periodo también puede presentarse como una gran posibilidad y ayudarnos a reflexionar más, profundizando en nuestra mente y nuestros pensamientos.

Cuando este fenómeno sucede, ponemos menos atención a lo que pasa a nuestro alrededor, generándose problemas de concentración y de comunicación, lo que nos hace más propensos a distracciones, discusiones y accidentes. En el caso de nuestras relaciones, se refleja en malos entendidos, confusiones y pleitos inconducentes. Y en términos legales, podremos no prestar atención dejando algunos temas al azar que posteriormente podrían traernos problemas.

Pero Mercurio retrógrado también es un fenómeno motivador de cambios y grandes transformaciones, ya que nos invita a la introspección. Nos ayudará a definir estrategias para integrar los cambios como hábitos, teniendo algún objetivo que queramos alcanzar como meta final. También nos ayuda a encontrar lo que ya no queremos en nuestra vida y a dejarlo atrás, permitiéndonos redireccionar nuestro rumbo cada cierto tiempo. Todas estas acciones es mejor realizarlas bajo Mercurio retrógrado, aunque nos pueda parecer extraño.

Por todo esto, el objetivo de este libro es ayudarles a sacar el mayor partido posible a este momento que, en la actualidad, se presenta como el pretexto de todo lo malo que sucede.

Pero para poder comprender los reales alcances que puede tener el internalizar y usar a tu favor el fenómeno de Mercurio retrógrado —más allá de utilizarlo únicamente para no olvidar el número de tu pedido de pizza o no dejar las llaves en la parte externa de la cerradura al entrar a tu casa—, necesitaremos estudiar a cabalidad lo que significa Mercurio: su lugar en la historia, en la mitología, en la astrología y en tu vida.

Quién es Álvaro Norambuena Donoso

♦ Nació en Santiago, Chile, en 1980.

♦ Es arquitecto formado en la Universidad de Chile y astrólogo formado en el centro de estudios Kahbbalistas de Santiago.

♦ En 2011 creó Astroenergía©, nombre que recibe su propia plataforma de estudios.

No culpes a mercurio retrógrado es su primer libro.

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