Puede parecer extraño, pero era tal la importancia que los nazis le daban a la moda que en ese lugar del horror que fue el campo de concentración de Auschwitz existió un taller de costura. Lo patrocinaba la esposa de Rudolf Höss, el comandante del campo y uno de los nazis más siniestros. Hedwig Höss creó algo muy parecido a un salón de moda en el corazón del exterminio, una locura dentro de la locura que fue el nazismo.
Esto se cuenta en Las modistas de Auschwitz, una novela que narra la peripecia de un grupo de mujeres que vivieron en Auschwitz. Pero lo hace desde un punto de vista particular, el de la ropa, la costura y la moda.
El libro de la historiadora y novelista Lucy Adlington inserta la historia de estas modistas en el trágico episodio del Holocausto, teniendo siempre en cuenta la importancia del mundo de la moda en la Europa de los años treinta.
Para los nazis, la ropa conformaba la identidad social y enfatizaba el poder. Estaba relacionada con la dignidad, era muestra de status o de la falta de él. De ahí que los comandantes de los campos pusieran tanto empeño en deshumanizar a los prisioneros, a los que desnudaban y obligaban a vestir con harapos, y al mismo tiempo se esmeraran tanto en cuidar sus propios uniformes, con todas las señales de distinción posibles.
Para las costureras, la tensión de trabajar para el enemigo siempre estaba presente. “Coser era defenderse de las cámaras de gas y los hornos crematorios”. Entre las modistas judías y no judías, se tejieron fuertes lazos de amistad y lealtad, mientras hacían planes para la resistencia y la huida. Paradójicamente, el salón de costura creado por Hedwig Höss se convirtió en un refugio que salvó muchas vidas.
Lucy Adlington nos cuenta en esta entrevista, algunos aspectos tan sorprendentes como iluminadores respecto a lo que fue la vida de supervivencia que llevaban las mosditas prisioneras en Auschwitz.
-¿Cuándo, dónde y cómo fue su primer contacto con la última sobreviviente de las modistas de Auschwitz?
Dice en el libro: “La señora Kohút me recibe sentada a una mesa cubierta con un mantel de encaje, y me ofrece un strudel de manzana casero. En nuestros sucesivos encuentros, siempre se sitúa frente a un fondo compuesto por libros académicos, ramos de flores, bellos bordados, fotos familiares y piezas de cerámica llenas de color”.
Dice la autora: “La única modista que aún vivía en 2019 era Bracha Kohút. Fue un milagro poder contactar con ella y con las familias de las sobrevivientes. Varias familias se pusieron en contacto con ella para que yo pudiese entrevistarla en su casa de California. Cuando entré, vi que la casa estaba llena de flores y ahí supe que era su cumpleaños número 98″.
-¿En qué centros de documentación investigó y qué tipo de documentos obtuvo?
Dice en el libro: “En los archivos de Yad Vashem se conserva una colección muy particular de rostros: cientos de documentos de identidad de víctimas del Holocausto procedentes de Eslovaquia (…) En el caso de las mujeres, su individualidad se muestra en ciertos detalles de sus prendas de vestir además de en sus rostros. Un bonito cuello abotonado, un turbante recogido en un nudo, unos cuadros escoceses, unas preciosas mangas abullonadas.”
Dice la autora: “Tuve acceso a bastante documentación personal que me facilitaron las familias de las modistas, desde postales y fotografías, hasta testimonios escritos. Viajé a Jerusalén, a Auschwitz y a otros lugares. Visité los lugares donde las modistas vivieron estas experiencias. Se podría decir que mi libro es una combinación de material humano y material histórico. Pude visitar personalmente el monumento Yad Vashem en Israel, una visita muy conmovedora, aunque desafortunadamente no hay tanta información porque los nazis destruyeron la mayoría de esa información al evacuar Auschwitz. Allí vi diferentes testimonios en video de las modistas. Es un lugar extraordinario, fue muy importante para mí poder recordar la hostilidad de esa situación”.
-Llama la atención el uso de largas descripciones de lugares y personas, como si no quisiese dejar pasar el menor detalle.
Dice en el libro: “Bratislava estaba llena de árboles, resplandecía con la nueva arquitectura y era un ir y venir de compradores, cochecitos de bebé, caballos, carretillas, automóviles y tranvías eléctricos. En el Danubio, barcazas de carga, pequeños remolcadores y barcos de ruedas de paleta surcaban las plácidas aguas.”
Dice la autora: “Todo en mi libro es verídico, ese fue el criterio principal para poder escribirlo. Pero también quería que los lectores pudieran tener una conexión con las modistas, porque solamente a través de esa conexión es que se puede sentir compasión, se puede sentir interés por los personajes. Yo quería lograr eso con el público, que tuviera una conexión con estas mujeres jóvenes y con las experiencias que vivieron”.
“Todo en mi libro es verídico. Pero también quería que los lectores pudieran tener una conexión con las modistas, porque solamente a través de esa conexión es que se puede sentir compasión”
-La narración está estructurada en varias líneas biográficas que convergen en un verdadero descenso a los infiernos. ¿Fue intencional esa estructura?
Dice en el libro: “Aquello fue el infierno en la tierra, pero hubo gente que no perdió la humanidad”. Irene Reichenberg
“Después de dos años entré en el edificio central de Auschwitz, donde iba a trabajar como costurera en el taller de confección para familias de las SS. Trabajaba diez o doce horas al día. Soy una de las pocas que sobrevivieron al infierno de Auschwitz.” Olga Kovácz
Dice la autora: “Es bastante intencional la forma como estructuré la narrativa. El libro empieza con una entrevista a Bracha Kahút, la última sobreviviente de las modistas, pero también empieza contando la historia de la infancia de las mujeres del libro. Yo quería también mostrar las decisiones políticas, decisiones sociales y cómo todas éstas convergen en este taller de costura en Auschwitz. Quería mostrar cómo un lugar como este taller de costura pudo llegar a existir, pero también quería mostrar cómo a tantas personas les quitaron el poder de tomar decisiones”.
-Es una de las pocas historias de Auschwitz contada desde el punto de vista de las mujeres. ¿Son las mujeres las verdaderas heroínas de esta historia?
Dice en el libro: “Ese grupo de mujeres resistentes, esclavizadas, diseñaban, cortaban, cosían y arreglaban ropa para Frau Höss y otras esposas de mandos de las SS. Creaban preciosos vestidos para las mismas personas que las despreciaban y las consideraban seres infrahumanos y subversivos (…) Para las costureras del taller de Auschwitz, coser era defenderse de las cámaras de gas y los hornos crematorios.”
Dice la autora: “Puse a las mujeres en el centro de la historia, ya que muchas veces las mujeres son tratadas, en los relatos, de forma paralela, al lado del hombre. Para mí era muy importante que se entendiera el papel que jugaron las mujeres durante el Tercer Reich y también las diferentes situaciones especiales que se les presentaron a las mujeres, diferentes oportunidades o diferentes desafíos a los cuales enfrentarse. La ropa es el corazón de este relato, y yo soy historiadora de moda. Me parecía muy importante ofrecer esta perspectiva nueva de las mujeres en los campos de concentración. La ropa les permitió mostrar dignidad y controlar su situación. En muchas ocasiones la costura se ignora como habilidad, se deja de lado, pero en esta ocasión en particular, es la habilidad que les permitió a estas mujeres, al ser excelentes modistas, sobrevivir dentro de una circunstancia tan infortunada”.
-¿Qué fue, a su entender, lo que ayudó más a las modistas a salvarse de la muerte? ¿El oficio de costureras o la solidaridad entre ellas?
Dice en el libro: “Nuestra vida diaria giraba alrededor de la solidaridad y el apoyo a aquellas que sufrían más que nosotras.” Alida Delasalle
Dice la autora: “Creo que el motivo principal por el que las mujeres sobrevivieron ha sido la suerte. Hubo millones de personas atrapadas en el Holocausto. Quizá fueron valientes, tal vez fueron resilientes, tal vez fueron hábiles, pero si no tuvieron suerte, entonces, no tuvieron la oportunidad de sobrevivir. En primer lugar, estas mujeres tuvieron suerte. Pero también ellas crearon su propia suerte, crearon su propia red colaborativa, de amistad y solidaridad. Crearon un refugio, un lugar seguro dentro del taller. Al contrario de los nazis, ellas se comportaron como seres humanos, preservaron su compasión y dignidad. Entonces fue suerte, amistad y habilidad, todo a la vez.
“Después de la guerra muchas personas pensaban que era demasiado terrible para ser cierto que hubiera sucedido algo así. En algunas ocasiones los sobrevivientes no querían hablar o las personas no querían escucharlos.”
-Al finalizar la guerra sobrevino el dolor por los recuerdos traumáticos y por los familiares muertos. ¿Cómo cree usted que las sobrevivientes lograron continuar con sus vidas?
Dice en el libro: “Dijo Günter Grass, refiriéndose al nazismo: “esto no acaba, esto no acaba nunca”. Porque el horror de aquel período proyecta una sombra que parece inextinguible.”
Dice la autora: “Para ellas fue difícil continuar después de la guerra. Tuvieron que continuar de cualquier forma porque estaban vivas. Tuvieron que trabajar y, al mismo tiempo, mantuvieron su lazo de amistad. Después de décadas ellas continuaron apoyándose entre sí, sentían el deber de permanecer vivas porque, en muchos casos sus familiares habían sido asesinados y tal vez, para ellas, fue aún más difícil seguir adelante después de haber vivido la experiencia de la guerra. Tuvieron que cargar con los recuerdos, con el trauma de las experiencias vividas, pero lograron continuar”.
-Durante la primera década de posguerra había gente que veía con incredulidad lo ocurrido en los campos de concentración. ¿En qué década del siglo XX se comenzó a dar verdadera importancia a los testimonios de los sobrevivientes?
Dice en el libro: “Cuando los supervivientes, en el caso de que lo hicieran, intentaban hablar de sus experiencias, la reacción solía ser de desagrado, indiferencia o manifiesta incredulidad.”
Dice la autora: “Después de la guerra muchas personas pensaban que era demasiado terrible para ser cierto que hubiera sucedido algo así. En algunas ocasiones los sobrevivientes no querían hablar o las personas no querían escucharlos. Las mismas modistas no querían hablar al respecto. Fue recién en las décadas de 1970 y 1980 cuando, gracias a cineastas, documentalistas y autores de libros, se comenzó realmente a hablar sobre el Holocausto. Quizá es algo generacional o tal vez es necesario el paso del tiempo para poder recuperarse de un trauma así y, por ende, poder reflexionar sobre lo sucedido. Ahora el mundo entiende la importancia de no olvidar que sucedieron estas cosas, sobre todo en la actualidad, ya que no quedan tantos sobrevivientes, las personas que sí quedamos, debemos seguir recordando lo que ocurrió.
-¿Cuál es la principal enseñanza que nos deja su libro, de cara al futuro?
Dice en el libro: “Irene hablaba apasionadamente contra la xenofobia, las divisiones tribales y toda clase de racismo. A partir de los horrores que tuvo que soportar en Auschwitz, y de su amistad con las costureras, sabía que el amor y la lealtad nunca desaparecían del todo”.
Dice la autora: “El punto principal de mi libro es algo que mencionaron con frecuencia las modistas, es que tenemos que luchar contra el racismo, contra el antisemitismo, contra la discriminación. Que tenemos que construir comunidades, redes solidarias. Las modistas hablaron mucho acerca de cómo tenemos que combatir el odio y la división que existe. Espero que mi libro enfatice la importancia de la ayuda entre las comunidades, de la amistad, del peligro que acecha oculto en el fascismo y el cómo puede volver a ocurrir una situación así, sobre todo cuando hay pocas opciones, y cuando esas opciones se basan en el odio. Se trata de mostrar el peligro que supone tomar ciertas decisiones que nos pueda llevar a situaciones de fascismo, racismo, etc”.
-¿Está trabajando en un nuevo libro?
-Estoy investigando las historias de refugiados que llegaron a Inglaterra de niños. Estoy explorando sus vidas, las vidas de sus familiares. También se trata de una historia del Holocausto, una historia real sobre cómo podemos salvaguardar el recuerdo de las personas, ya que muchos de sus recuerdos fueron destruidos.
Quién es Lucy Adlington
♦ Lucy Adlington nació en Londres en 1970.
♦ Es historiadora y novelista.
♦ Tiene más de veinte años de experiencia en investigación histórica.
♦ Es autora de siete novelas para adolescentes que han sido nominadas y preseleccionadas para la Medalla Carnegie de CILIP, el Premio del Libro de Manchester, el Premio del Libro de Leeds y el Premio del Libro de Rotherham.
♦ Su novela La cinta roja se ha convertido en un best seller mundial. También dirige History Wardrobe, una empresa que organiza charlas sobre historia con vestuario de distintas épocas.
SEGUIR LEYENDO