“En un territorio / en el que pronto / vencerá el olvido / yo elijo / con qué sensación / quiero quedarme”, escribe el joven poeta argentino Tomás Litta en su último libro, Extensión del cuerpo. Editado por Santos Locos, este poemario recorre el tumultuoso, accidentado y necesario camino que va desde los primeros atisbos de una separación hasta la indispensable ayuda de las amigas -su verdadero amor- para su recuperación.
Ya en su primer libro, Fruto rojo, Litta esbozó un modus operandi poético que perfeccionó en su sucesor, Extensión del cuerpo: una búsqueda constante del aprendizaje que parte del deseo y del dolor. “Me levanto / camino / por el parque/ respiro hondo / aprendo a pasar / por los lugares / que me hicieron doler”, escribió en su debut. Esta vez, con el “corazón arrancado”, insiste: “Tengo ganas / de aprender / de todo esto”.
En Extensión del cuerpo, Litta oscila entre las ruinas del recuerdo y la obligatoriedad del olvido, sin poder decidirse por una ni por otra. “El olvido siempre será / el primer instinto / de supervivencia”, escribe con más determinación que despecho, pero más adelante aclara: “Es que todo / lo que dejaste / de este lado / son ruinas / que todavía / sigo levantando”.
Como la imagen de la portada, los poemas de Extensión del cuerpo no solo pueden leerse como una consecuencia del tacto trunco de dos manos que se toman por su reverso: también son, sin perder su potencia liberadora, un rezo al revés.
Leé algunos poemas de “Extensión del cuerpo”, de Tomás Litta
Beso la cicatriz
que cruza tu pecho
sumo otra marca
con la punta
de la lengua,
una huella
una nota
que diga
acá
lo intentamos.
***
I
Bajo la guardia
beso el espacio
que hay
entre tu pelvis
y tu ombligo
como buen devoto
te pregunto
si te gusta
con la ferocidad
de quien sabe
pelear contra el silencio
II
No te creas
en realidad
estoy fingiendo.
Me muevo
para que sepas
que todavía
estoy acá.
***
Los muros
que sostienen
esta casa
están agrietados
ya no tienen
la fuerza
necesaria.
***
Que te lleves las palabras
que me dejes vacío
que hagas de la belleza
un sendero peligroso
***
Mi corazón
arrancado
en la mano
como algo que quedó
fuera de órbita
como un objeto perdido
como una extensión del cuerpo
que precisa regenerarse.
Mientras la vida
simplemente pasa,
mi único deber
es hacer sobrevivir
un cuerpo vacío.
***
Oler la ropa interior
que dejaste olvidada
regar las plantas
que me regalaste
mantenerte vivo
hacer de la ruina
un ritual diario.
***
En un gesto
de rescate
mis amigas
me arrastran
fuera de casa.
Vamos las tres
de la mano
a una fiesta gay
que nos salve la noche
o la vida.
El invierno estalla,
ya no quedan
hojas en los árboles
pero igual elegimos ir
con poca ropa.
Caminamos
media ciudad
con la fuerza
de quien se cree
invencible.
De repente
el mundo exterior
puede ser
asombroso.
No sabía
que tantos colores
podían suspender
la tristeza
por un rato.
Por la avenida
dejo que el viento
me vuele el saco
que se me vean
las piernas
desnudas y el short
que me aprieta
todo.
Llegamos
a una fiesta
en un subsuelo
que nos recibe
con electro pop,
maricas
y paredes
empañadas.
Tomo todo
lo que me dan
beso lenguas
que no me pertenecen
exploro el lenguaje
del despecho,
dejo que algunos
chongos
me metan mano
y bailo pegado
con una chica
que se enamora
de mí y yo de ella
aunque no sea
mi partido.
En los baños
hago contacto
con los chicos
que me gustan
y me miran
las piernas
y el bulto.
Al final
de la fiesta
volvemos por la calle
con la transpiración
fría del invierno
pegoteada en la ropa.
Seguimos borrachos
mi amiga le hace
señas a los autos
para que nos lleven
a algún lado.
La ciudad
de madrugada
es increíble.
Abro la puerta
de casa
dejo afuera
todos los colores,
apenas me lavo
la cara
porque quiero
que algo
de todo esto
quede intacto.
Estoy solo
pienso en tocarme
con las imágenes
de los chicos
que besé
pero soy
más alcohol
que persona
no tengo
fuerza
ni erección.
Entre las colchas
hago un bollito
consistente
con el cuerpo cansado
que me sostenga
hasta que amanezca.
Antes de dormirme,
por último,
pienso un poema
o mejor dicho
un mantra
que dice:
el amor
son mis amigas
manteniéndome en pie.
***
Ahora que entiendo
que fui tu vergüenza
tu espalda rota
la media mojada
en tu zapatilla.
Ahora que mis labios
tienen palabras propias
y yo estoy
casi entero.
Ahora que reivindico
mi corazón roto
me gustaría decirte
que mi levantamiento
o tal vez mi venganza
será darle vida
a todas las cosas
que dejaste vacías.
Ahora que la pista
está llena de mariposas
voy a salir
a correr.
***
Incluso con todo esto
no aprendí a hablar de amor.
Apenas alcancé
a comprender
el lenguaje de los animales
cuando buscan refugio.
Quién es Tomás Litta
♦ Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1997.
♦ Es poeta y gestor cultural.
♦ Produce y coordina un ciclo de poesía erótica del que compiló, curó y editó la antología El cuerpo expresivo.
♦ Publicó los libros Fruto rojo y Extensión del cuerpo.
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