Cómo lo escribí: María Paula Zacharías y las entrevistas del encierro a Marta Minujín y otros 90 artistas

En su nuevo libro, la periodista compila sus charlas con casi cien artistas de todas las edades y disciplinas durante el primer año de la pandemia. Leé un fragmento de su entrevista con la creadora del “Partenón de los libros prohibidos”.

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La periodista argentina María Paula Zacharías y su nuevo libro de entrevistas "Artistas de entrecasa" (foto por Natacha Pisarenko).
La periodista argentina María Paula Zacharías y su nuevo libro de entrevistas "Artistas de entrecasa" (foto por Natacha Pisarenko).

“Cómo lo escribí” de Infobae Leamos es una invitación para que autores y autoras cuenten el detrás de escena de los libros que acaban de publicar. Por qué eligieron los temas o historias que terminaron en sus páginas, qué revelaciones aparecieron en el proceso de escritura, qué sensaciones hubo a lo largo de ese proceso.

En esta oportunidad, la periodista argentina especializada en artes visuales María Paula Zacharías cuenta la “cocina” de su nuevo libro, Artistas de entrecasa, editado por India Ediciones. Esta es una compilación de las entrevistas que Zacharías hizo durante el primer año de la pandemia a casi un centenar de artistas de todas las edades y disciplinas, entre los que se incluye la argentina Marta Minujín, entrevista de la cual puede leerse un fragmento al final.

Cómo escribí “Artistas de entrecasa” (India Ediciones)

Portada de "Artistas de entrecasa", de María Paula Zacharías.
Portada de "Artistas de entrecasa", de María Paula Zacharías.

A comienzos del 2020, llevábamos un mes en cuarentena estricta por la pandemia de Covid-19. Estaba en la cocina de mi casa, en pijama todavía, tomando mate. Y extrañaba el arte. Extrañaba visitar museos y galerías. Y entonces se me ocurrió hacer encuentros virtuales con artistas para compartir y acompañarnos.

Los escritores leían en vivo, los músicos tocaban... Mi aporte fue un ciclo de entrevistas por Zoom que subía a todas mis redes, Artistas de entrecasa, donde incursionábamos en cocinas y talleres, exposiciones que quedaron montadas en soledad y con luces apagadas, residencias lejanas donde había artistas varados, paraísos personales de creadores que viven lejos de las grandes ciudades y talleres de trinchera armados en las mesas de los comedores.

El ciclo de comunicación comunitaria se sostuvo todo el año, con más de noventa entrevistas a artistas de entre 20 y 104 años, y de todas las disciplinas y tendencias. Estaban en lugares tan distantes como Roma, Bariloche, México, Córdoba, Finlandia, Chascomús, Rosario, Miami y Buenos Aires. Se convirtieron en un lazo con el afuera, un encuentro entre pares, una visita a amigos... la esfera social del arte que entonces solo podía hacerse de manera remota.

Todos los días buscaba cómo atrincherarme en alguna parte de la casa a donde no llegaran ladridos ni ruido de chicos, pero sí el wi-fi. Me di cuenta de la importancia de esta cruzada que mantenía con alegría y esfuerzo cuando subieron las reproducciones y llegaron los comentarios de gente que volvía a sus talleres inspirada por estas charlas. Me acuerdo especialmente de una artista que me contó que a partir de mirar el ciclo había vuelto a pintar después de dos años de duelo por la muerte de su hija.

En 2021 el panorama cambió y decidí que ya no era tiempo de virtualidad, sino de revisión de lo recorrido: encontré que en todas esas charlas había un relato coral que no debía perderse en la marea de bits, sino que merecía contar esta historia en papel. Me puse a escribir un diario colectivo que incluyera una pequeña historia del arte pandémico. Un manual de supervivencia para tiempos difíciles, como dice el subtítulo, porque los artistas en cautiverio tenían mil maneras de disfrutar la soledad, ser creativos con el material que tuvieran disponible, prodigarse pequeñas felicidades en sus universos y salir airosos de la debacle. Nadie como los artistas sabe cómo aprovechar el tiempo de encierro y soledad de manera productiva y feliz.

Ya de vuelta en la vida normal del periodismo de calle, empecé a escribir este libro en ratos robados al sueño y durante una convalecencia por Covid que le puso pausa a mi vida. Es una botella tirada al mar, una bitácora para entender la producción de pandemia. Un diario de todo lo que pensamos, vivimos, dijimos, lo que los artistas produjeron a la luz de estos días raros, elásticos, nebulosos, como tan bien ilustra la obra de tapa de Delia Cancela, primera entrevistada de este ciclo. Un relato colectivo para tener a mano (y no olvidar) lo aprendido entre todos.

Costó mucho porque había que desgrabar 91 entrevistas de un tirón, buscando los pasajes más ricos, lo central de cada una (fue vital la ayuda de Julia Villaro en las últimas veinte entrevistas). A la vez, iba hilvanando las charlas con su contexto: tuve que volver a leer los diarios de 2020. Todo parecía de una irrealidad estremecedora. También aparece mi propia realidad a cuentagotas.

Al comienzo de cada capítulo puse un código QR que lleva directo a la charla en video, donde se pueden ver a los artistas, sus casas, talleres y obras. Me gusta unir el libro con el formato Youtube que le dio origen. Quedará este testimonio para quien, en un futuro, quiera saber cómo vivieron el encierro los artistas argentinos. Será un capítulo interesante en nuestra historia del arte.

María Paula Zacharías junto al difunto pintor argentino Guillermo Roux, del cual escribió un libro.
María Paula Zacharías junto al difunto pintor argentino Guillermo Roux, del cual escribió un libro.

Por ejemplo: Delia Cancela muestra fotos y dibujos de otros tiempos que encontró al hacer orden y revisionismo. Carlos Gómez Centurión pasa las páginas a su libreta de bocetos y cuenta que para ver ópera en el living se viste de gala. Lila Siegrist muestra la colección de arte rosarino que la acompaña cada día. Marta Minujín anda en bicicleta fija y deja ver obra que nunca salió de su casa. Marcia Schvartz muestra las acuarelas que hace inspirada por las plantas de su terraza. Amaya Bouquet apenas suelta sus pinturas en curso, que la tienen fascinada. Lo mismo Verónica Gómez y Nicola Costantino: viven jornadas extremadamente productivas.

Están los artistas felices de no tener que salir: Yuyo Noé no para de escribir y pintar. Sergio Roggerone en Mendoza tiene todo lo que necesita en su bien provisto taller. Juliana Iriart y Ernesto Ballesteros descubren nuevas técnicas y presentan a su manada de animales en Chascomús. Están los artistas que extrañan sus casas: Desiree de Ridder está varada en Roma y Solange Baques en Finlandia, las dos esperando vuelos de repatriados después de cursar residencias artísticas.

Y hay pequeñas revoluciones: una artista, Laura Ojeda Bär, deja su galería tradicional y comienza a vender pequeñas pinturas por Instagram. Marcos López también vende piezas en redes, como libros y pingüinos intervenidos. Marcos Acosta se sostiene con una red de microcoleccionismo en cuotas, y emprende una obra titánica de más de 80 retratos que dona a AMIA. Sebastián Gordín arma maquetas de muestras que haría si hubiera museos y presupuestos disponibles: son una nueva obra. Juan Becú pinta y repinta sus cuadros febriles y compone una canción a la pandemia. Hablo con colectivos en lucha como Artistas Autoconvocados y Nosotras proponemos.

La naturaleza es una añoranza que llega a través de artistas como Alejandro Chaskielberg, afincado en una pequeña casita patagónica; Juan José Cambre, que no sale de su refugio en Los Cocos, Córdoba; Laura Glusman, que va de Rosario a las islas del Paraná; Leo Battistelli, que vive en plena selva brasileña. Están los hábitos pandémicos: Andrés Waissman cocina, Ángeles Ascúa teje, Paola Vega adopta un cachorro. Silvia Gurfein se viste para salir, pero no sale, y toma mate en el pasillo de su departamento con una vecina.

La edición del libro estuvo a cargo de mis editoras de siempre, Eugenia Rodeyro y Victoria Blanco, de India Ediciones, que me acompañan en todas mis locuras, no importa cuántas entrevistas incluya, cuántas páginas pretenda, que no alcancen los fondos ni los inventos que haga para lanzar mis libros: ellas siempre están para apoyarme. Hicimos gran equipo de mujeres con la correctora Jorgelina Soulet y la diseñadora Tiziana Speranza.

La forma de publicación tiene también algo de comunitario. El monto aportado a través de la Ley de Mecenazgo por la Fundación Itaú en 2019 sólo alcanzó en 2022 para la producción editorial de la publicación. Esa es la razón de la campaña de financiamiento colectivo que lanzamos del 1 al 30 de julio por la página www.mariapaulazacharias.com. Al adquirir el libro con antelación, el lector recibe un set de lectura placentera (bolsa de tela con serigrafía de la obra de Cancela que es tapa del libro, lápiz y señalador) y, lo más importante, una invitación a un encuentro cara a cara con los artistas que fueron compañía durante el aislamiento. A mitad de mes logramos la cantidad de ventas necesarias para imprimir la primera tirada, de 500 ejemplares. Pronto estarán a la venta en tiendas de Malba, Bellas Artes, Proa y librerías especializadas.

La idea es volver a lo presencial, poner el cuerpo y celebrar. Lo haremos en un café en la Quinta los Ombúes de San Isidro, el 8 de julio, y en una fiesta el 13 de julio en la nueva sala Prisma de Amigos del Bellas Artes (con el auspicio del portal El Ojo del Arte y la Radio Metro). Después de dos años de cautiverio y del trabajo de entrevistar y luego escribir este libro, tengo muchísimas ganas de bailar, festejar, brindar, abrazar, regalar el libro a los artistas, y reencontrarnos junto con los seguidores del ciclo virtual, lectores-mecenas, invitados especiales y amigos. El dress-code, que no es necesario respetar, es ir lo menos de entrecasa posible. En pantuflas ya anduvimos bastante.

La argentina Marta Minujín es una de las 91 entrevistadas en "Artistas de entrecasa", de María Paula Zacharías.
La argentina Marta Minujín es una de las 91 entrevistadas en "Artistas de entrecasa", de María Paula Zacharías.

“Artistas de entrecasa” (fragmento)

Marta Minujín: “Hay que pensar un poco en el destino, ¿no?”.

Buenos Aires, 27 de abril de 2020

No quería escribir otro diario del encierro más, de los tantos que se escribirán sobre estos días. Y sin embargo, acá estoy. El diario de la vida de los artistas con los que converso se cruza con mi propia bitácora. Cuando empezó la cuarentena, volví a llevar un diario íntimo: una libreta artesanal de esas que me gusta comprar en ferias de lugares lejanos y escribir a mano antes de dormir, donde registro la crónica de mis días como cuando era chica. Estos tiempos me resultan tan extraños que pensé en atrapar en sus páginas la singularidad de cada jornada, para que no se me escapen de la memoria como mariposas, para que no me queden apilados los recuerdos en un mismo magma. Milagros, pavadas, manjares, sueños, proezas y dislates. Ahora estoy ante mi cajón de bitácoras en blanco, eligiendo el próximo diario, sin saber a dónde nos va a llevar todo esto. Tampoco sé si será la última de este viaje hacia adentro.

También está en mi mesa de luz Tres inviernos en París (Ranom), los diarios de juventud de Marta Minujín. Entonces, en esta charla, le leo pasajes, para recordar juntas aquellos días. Viajamos con la mente, porque Marta está encerrada y no lo aguanta. “No, no importa que se me vea bien. Me pasan cosas horribles, porque extraño muchísimo ir a mi taller. Yo quiero explicar que toda la vida del artista está siempre en aislamiento, y el único aire que recibe son sus propias ideas y su propio accionar. Entonces, al estar en un ambiente doméstico, que es el de la casa, donde uno se lava los dientes, donde hace esto, hace lo otro, hace que te descompagines por completo y te fragmentes. Entonces el tema es cómo sobrevivir. Yo jamás imaginé que iba a ocurrir una cosa así. Nosotros hace cuatro meses jamás pensamos en esto, que va a durar casi todo el año. Entonces yo necesito ir a mi taller, que queda a treinta cuadras, y ese es mi cometido de todos los días”.

–La única opción sería irte a vivir al taller, como en tus comienzos, que estoy leyendo acá en tus diarios parisinos.

–Ahí me alquilé, con una única beca, un galpón gigantesco, que no tenía ni baño ni calefacción. Entonces me hice una carpa de plástico y dormí en una bolsa de dormir por tres años. Iba al baño en la esquina y me bañaba en los baños turcos que tenía enfrente.

–Tenías una seguridad... Acá leo un pasaje que dice que estabas esperando que apareciera Tàpies, para que al verte se dieran cuenta de que tenían enfrente a una genia de 18 años. Es hermoso.

Greco me adoraba. Lo conocí a los 16 años en el Bar Moderno, y ya de ahí no nos separamos más. Él se suicidó. Varias veces yo lo iba a buscar acá al Hotel Lepanto, llamaba a la ambulancia, lo venían a buscar, lo desintoxicaban y ya estaba. Pero nuestra vida era muy genial, porque entrábamos en una década maravillosa. Ya entrábamos en el sesenta, sesenta y uno, que fue la mejor década porque todo el mundo estaba feliz y sin prejuicios después de la Segunda Guerra Mundial. Entonces París era una fiesta, como dijo Hemingway, y Nueva York era una fiesta, y todo era una fiesta. Después siguió la fiesta. Y hoy se acabó la fiesta. Se acabó por todo el año, se acabó...

(...)

–¿Hoy mirás noticias?

–Sí, todo el tiempo veo noticias de todo el mundo. EuroNews, esto, lo otro. Ando en bicicleta fija. Todo el tiempo ando en mi bicicleta. Ahora no porque estoy hablando con vos, pero mientras miro el televisor y hablo por teléfono sí que estoy en la bicicleta. Acá mismo la tengo. ¿Querés que me ponga? A ver si puedo... Ya bajé como cuatro o cinco kilos por estar todo el día en la bicicleta. Porque es peligroso salir con dos kilos de más.

Quién es María Paula Zacharías

♦ Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1978.

♦ Es periodista especializada en artes visuales, licenciada en Periodismo en la Universidad del Salvador y profesora en esa casa de estudios durante ocho años.

♦ Desde 2001 colabora en el diario La Nación. Escribe, además, en revistas y otros medios, catálogos de muestras y libros de artistas.

♦ Publicó los libros Guillermo Roux en sus propias palabras, Estado del Arte, Entrevista con el arte, Maestro Cafiso, Decálogo para un casamiento y Artistas de entracasa.

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