MADRID.- La estadounidense Diana Gabaldon, autora de la famosa saga Outlander, siempre supo que sería escritora. “Desde los ocho años”, recuerda. Aunque la vida la había llevado por caminos muy distintos en sus primeras décadas: se recibió de bióloga en Arizona y después se especializó en estudios vinculados a la computación. Escribió en silencio, casi como un hobby, hasta que terminó y presentó públicamente su primera entrega de esta serie en 1991.
Lo que nunca se imaginó es que, 30 años después, se habría convertido en una best-seller que ya acumula 50 millones de lectores y que la adaptación de sus novelas en una serie se convertiría en un boom que atrapó a otros tantos millones. Los fanáticos esperaban desde hace siete años un nuevo capítulo de esta historia de amor de Jamie Fraser y Claire Randall, que nació en Escocia pero que se atravesó distintas épocas y continentes.
Diana Gabaldon presentó esta tarde el noveno libro de Outlander, que inspiró la serie televisiva que ya enganchó a miles de fans en Argentina. Cuenta a las abejas que me fui (editada por Penguin Random House) podría convertirse en la anteúltima entrega de la exitosa saga, adelantó hoy la autora en una conferencia de prensa en Madrid para el lanzamiento de este nuevo ejemplar que ya puede conseguirse en las librerías argentinas.
A pesar de la fuerte influencia política dentro de su familia (su padre fue senador), Gabaldon elige hablar sólo de literatura. Les escapa a las polémicas, pero su sonrisa siempre está lista, lo que incluye algunas pequeñas bromas que suelta entre pregunta y pregunta de los periodistas. También chapucea palabras en español, una herencia de su padre, un inmigrante mexicano que -como ella- vivió Arizona.
“Acabo de empezar a escribir el décimo libro de Outlander. Todos estos libros acaban en sí mismos pero, a su vez, dan pie a la continuación de la saga. Aunque ya tengo 70 años creo que daré para otros libros más”, dice con su sonrisa más habitual. “Pero sí, puede que éste sea el último”, agregó. También podría ser, entonces, el final para la serie que lleva el mismo nombre.
Pero la presentación de esa décima entrega puede llevar varios años. De hecho, pasaron siete antes de que Gabaldon escribiera este nuevo que presentó hoy en Madrid. “El libro me ha llevado su tiempo porque es bastante ladrillo, como pueden ver”, bromea, mientras levanta con una mano un ejemplar de tapa dura de casi 1200 páginas. “Es la novena entrega de una serie muy complicada. Tengo que hacer equilibrio entre la persona que compra el libro por primera vez antes de hacer un viaje de muchas horas a Australia y el fanático que ya ha leído los ocho libros anteriores. Es una ingeniería muy difícil”, explicó la autora.
Gabaldón, además, retrató parte de su día a día como una reconocida escritora: “El hecho de ser popular te impide estar escribiendo porque tienes muchos eventos y al final eso te saca de tu rutina. Estoy más cansada, pero aun sigo escribiendo una horita todas las noches. Definitivamente eso impacta mi productividad. También me ocupo de manejar mis redes sociales por cuestiones de autopreservación. En mi defensa, además, en estos siete años he escrito otros cuatro más [no de Outlander], así que no es una estadística tan mala”, argumentó.
La saga Outlander cosechó millones de lectores, pero saltó definitivamente a la popularidad global por la serie de TV que protagonizan Claire y Jamie, que lleva seis temporadas estrenadas y ahora los fanáticos están a la espera de la séptima. ¿Sintió presión Gabaldon de ponerse a escribir los nuevos destinos de esta pareja a través del tiempo?, le preguntaron a la autora.
“No creas que siento más presión que al principio de todo esto, cuando le daba los textos a mi marido para saber qué le parecía lo que estaba escribiendo. Me encanta que la gente me lea, me encanta tener esos millones de seguidores. Al principio no se lo mostraba a nadie y siento que escribía con muchísima libertad de no tener que estar pendiente de lo que la gente pensaba. Al final, trato de seguir escribiendo de esa manera sin tener en mente eso durante el proceso de escritura, porque eso es lo que me permite mantener mi libertad. Si ya tenés dos fans, no vas a poder contentar a todo el mundo, siempre habrá diversidad de opiniones”, sostuvo.
Aunque es habitual que aparezcan roces entre escritores, guionistas y productores de TV, en este caso la autora estadounidense remarcó el buen trabajo que hicieron para adaptar sus novelas al formato de serie. “Me encanta la adaptación que hicieron, porque está claro que no podés llevarte todo el libro a la pantalla. También me gusta mucho como trabajan los actores. La serie tiene muchísimo realismo: se siente que como si estuvieras en Escocia. Estoy muy contenta con los resultados”, resumió.
La escritora tampoco les escapa a las preocupaciones de los fans de Outlander. “Cada vez que un nuevo actor se suma a la serie los lectores se quejan porque dicen que no es para nada como se lo imaginaban en sus cabezas. Lo que pasa es que cada lector tenía un Jamie en su cabeza que son todos señores muy diferentes entre sí, pero los productores tienen que elegir a un solo actor. Por suerte las cosas han salido muy bien”, insiste. Los últimos años de Outlander, sin embargo, ya le producen distintas emociones a Gabaldon. “Acercarme al final de la saga me despierta una sensación de logro; poder echar la vista hacia atrás y ver todos esos libros…”
El éxito de la serie ha sido tanto que disparó el turismo en Escocia, el lugar transcurren las primeras novelas. “Me contactaron desde Escocia. El turismo creció un 72% desde que publicamos las novelas. El sector turístico escocés me ha dado un galardón y hace poco viajé a la ciudad de Glasgow porque me han dado un honoris causa en reconocimiento a mi contribución literaria”, relató.
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