Consejos financieros para mujeres que no pueden hablar de dinero

“Dueña de tu dinero” es una guía práctica con tips para transformar tu economía, aprender a ahorrar e invertir y superar la angustia que genera un universo históricamente masculino.

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Helena Estrada, abogada argentina, escribió
Helena Estrada, abogada argentina, escribió una guía para empoderar a las mujeres y acercarlas al mundo de las finanzas.

“Yo de números no entiendo nada”. “En los temas de dinero no me meto, se ocupa mi marido”. “Soy un desastre con todo lo económico, la voy piloteando, pero nunca sé bien cuánto tengo, si me falta o cuánto tendré”. “Ya sé que debería ocuparme de este tema, pero no me sale y me angustia”. Si alguna de estas frases te interpela, Dueña de tu dinero es el libro ideal para vos.

Después de Saltar por nosotras, llega el segundo libro de la argentina Helena Estrada, abogada con un máster en Mercado de Capitales y Financiero, especialista en autonomía de las mujeres. Según su autora, Dueña de tu dinero “te ayudará a sincerar tu economía para transformarla por completo, de manera fácil y práctica”. Este libro, pensado para aquellas mujeres a las que el mundo de las finanzas les genera angustia e inseguridad, tiene el objetivo de construir “un camino que te empodere”.

En la introducción a Dueña de tu dinero, Estrada escribe: “Conocer cuál es tu situación financiera, saber qué influye en tu relación con el dinero, transparentar el aspecto económico en tus relaciones y capacitarte para que tus decisiones sean más informadas, y por lo tanto más libres, suma a tu bienestar integral”. Para esto, la autora armó esta guía práctica con consejos para aprender a hablar de dinero, hacer networking, ahorrar, invertir, negociar y planificar a futuro.

La autora se hizo viral
La autora se hizo viral luego de publicar en su Instagram la foto de una de las presentaciones de "Dueña de tu dinero" a la que no fue nadie.

A fines de mayo, Estrada se volvió viral después de publicar una foto en su cuenta de Instagram en la que mostraba una de las presentaciones de Dueña de tu dinero a la que no fue nadie. Lejos de angustiarse, la abogada se lo tomó con humor y decidió compartirlo en sus redes sociales para “reivindicar el fracaso” y hacerle frente a la regla tácita de solo mostrar los éxitos que existe en el mundo virtual. Por lo demás, el chiste le jugó a favor, ya que le sumó rápidamente una parva de seguidores.

En línea con su propuesta de vencer la vergüenza y los miedos, Helena Estrada insta a las mujeres a “hacerse cargo” de sus finanzas y no desentenderse de ese universo por “desconocimiento, miedo a administrarlo más o ‘comodidad´”, que pone entre comillas ya que, para la autora, aunque no hacerse cargo pueda resultar más fácil, también acarrea una gran incertidumbre. “No asumir las responsabilidades que tenemos también tiene sus costos”, escribe la autora. Aunque vuelca toda su experiencia en Dueña de tu dinero, Estrada insiste en el compromiso necesario de las lectoras para que, lápiz y papel en mano, puedan modificar su relación con las finanzas:“El proceso será ágil y dinámico. Y el mérito por los cambios que hagas, todo tuyo”.

Así empieza <i><b>Dueña de tu dinero</b></i>, de <b>Helena Estrada</b>:

Capítulo 1: HABLAR DE DINERO (SÍ, SE PUEDE)

A muchas mujeres nos cuesta hablar de dinero. El banco norteamericano JP Morgan hizo una investigación y descubrió que el 61% de las encuestadas prefería hablar de su muerte antes que hablar de dinero. En una de las historias de mi cuenta de Instagram (@helenamestrada) pregunté a las seguidoras si les costaba hablar del tema, y el 60% de las mujeres reconocieron que “uf, ¡sí!”. También les pregunté si creían que las beneficiaría hablar más de dinero, y casi el 70% reconoció que sí.

Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto? Hay razones culturales e históricas. Si pensamos en los clásicos estereotipos de género, las mujeres teníamos el rol primordial de las tareas de cuidado y reproducción, y los varones, los roles de producción y proveer económicamente a la familia. Nosotras ocupábamos sobre todo los espacios privados (el hogar, el barrio de cercanía) y ellos, los espacios exteriores (fábricas, construcciones, comercios, oficinas). Eran ellos quienes tenían el manejo del dinero de forma casi exclusiva. No solo para la actividad productiva relacionada con la generación de riqueza, sino también la administración del dinero familiar, por lo menos las grandes decisiones, pudiendo dejar a la mujer el manejo de la economía hogareña del día a día.

Quizás nos estamos imaginando que ese escenario sucedió hace muchos siglos, pero no fue hace tanto. En Argentina, recién en el año 1926 se consideró legalmente que las mujeres mayores de edad tenían los mismos derechos civiles que los varones. ¡1926! Hasta ese entonces, según el Código Civil, las mujeres solteras o viudas conservaban su capacidad civil, pero las casadas volvían a una incapacidad (como si fueran infantes) y sus maridos ejercían como sus representantes. Ellos sí podían disponer de todos los bienes. Ellas no podían suscribir contratos ni adquirir bienes ni enajenarlos sin previa autorización del marido. Tampoco podían aceptar donaciones ni administrar bienes (ni siquiera los propios), salvo que hubiera una convención prenupcial y la necesaria autorización del marido.

La desigualdad llegaba al punto de que era el hombre quien ejercía la patria potestad por sí solo, y era quien individualmente fijaba el domicilio conyugal, y ellas debían seguirlo (salvo peligro de vida, que debía demostrarse de forma judicial). Finalmente, el artículo 1 de la Ley 11357 brindó a las argentinas plena capacidad por ser mayores de edad: “la mujer mayor de edad, cualquiera sea su estado, tiene plena capacidad civil”.

Por desgracia, en los hechos (más allá de los derechos escritos) las cosas no cambiaron tanto como quisiéramos. Las mujeres tenemos significativamente menos educación financiera que los varones. Son ellos quienes suelen asumir la administración del dinero de la pareja, y muchas veces las mujeres se desentienden de la temática. Por desconocimiento, miedo a administrarlo mal, y a veces también por “comodidad”.

Puse comodidad entre comillas porque creo que si bien no hacernos cargo del aspecto económico de nuestra vida puede liberarnos de su gestión, la otra cara de la moneda es la incertidumbre. ¿Cuánto tengo? ¿Estoy endeudada? ¿Mi patrimonio crece o me estoy descapitalizando? ¿Tendré suficiente dinero para mi vejez? No asumir las responsabilidades que tenemos también tiene sus costos.

Históricamente, las mujeres hemos tenido mucha menos experiencia manejando dinero, comercializando, negociando, haciendo valer monetariamente nuestro propio trabajo. Contamos con menos ejemplos de otras mujeres que administren de manera independiente sus finanzas y que puedan servirnos de referencia. Vivimos en una cultura basada en la máxima de que el dinero es cosa de hombres.

Helena Estrada: "No necesitas ser
Helena Estrada: "No necesitas ser economista ni física nuclear para manejar tus finanzas".

OPORTUNIDADES DE NETWORKING

Como las mujeres llevamos tanto menos tiempo en los circuitos de producción y generación de riqueza, también tenemos menos desarrolladas algunas habilidades que propulsan el crecimiento económico. Una de ellas es la capacidad de establecer vínculos de confianza con otros en beneficio mutuo. En inglés, networking. Es un tipo de vínculo que los varones ejercen hace siglos, potenciándose unos a otros. Las mujeres desarrollamos excelentes lazos familiares y de amistad, pero tenemos menos camino recorrido respecto a estas relaciones.

Por ejemplo: en un asado de padres de la escuela o un campo de deportes, antes de que nuestros hijos realicen alguna actividad, se arman grupos de papás y grupos de mamás. ¿De qué hablan unos y otros? Es mucho más frecuente que los padres se pregunten “¿a qué te dedicas?”, conversen sobre las actividades de cada uno y encuentren puntos en común que potencialmente puedan vincularlos de forma profesional, a que las mujeres lo hagan. Es mucho más probable que ellas hablen sobre problemas de la escuela o temas relacionados con los hijos. A las mujeres nos da más pudor hablar de dinero, de nuestro trabajo, de nuestros logros. Ni hablar de nuestras ambiciones, palabra casi peyorativa cuando se trata de una mujer y aspiracional cuando se trata de un hombre (volveremos sobre este punto).

UNA CONVERSACIÓN NECESARIA

A muchas mujeres que fueron criadas alejadas de los asuntos económicos y no trabajaron sobre ello posteriormente les resulta un tema difícil, complicado, piensan que no entienden. Y cuando no entendemos algo, tendemos a ocultarlo, disimularlo, y nos da vergüenza admitir frente a terceros esta ignorancia. Esta situación les sucede también a mujeres que en otros ámbitos son muy exitosas, están empoderadas y cuentan con mucho reconocimiento. Miradas desde afuera, podríamos imaginar que manejan sus finanzas con tanta naturalidad como el resto de sus asuntos, pero puedo dar testimonio de que una cosa no tiene que ver con la otra. Para ellas, admitir que en el plano económico personal no tienen el control no es fácil, ni siquiera ante sí mismas. Y esa situación les trae culpa. De esta manera es muy fácil entrar en un círculo vicioso que nos hace silenciar más aún el tema.

Puede suceder que solamente nos sintamos cómodas hablando de dinero con algunas personas y que hablarlo con otras nos ponga nerviosas e inseguras. Si algo así te acontece, será importante poder analizar por dónde pasa esa comodidad o incomodidad. Más allá del otro, qué es lo que esa persona nos hace sentir. Es información que puede servir para ir conociéndote más en tu relación con lo económico.

También es probable que tengamos conversaciones pendientes en relación con el dinero. Temas espinosos, sensibles, que pueden ser malinterpretados, sobre los que ya tuvimos fuertes discusiones y sabemos que posiblemente vuelvan... Postergamos y postergamos hacerlo, lo que solamente nos trae una mayor reticencia a encarar el tema.

Muchas mujeres, al sentirse impotentes frente a la administración de sus propias finanzas, deciden evadir el asunto. Delegarlo total y absolutamente en otra persona es una táctica habitual. Puede ser alguien de la familia, un padre, hijo, hermano, una pareja o novio, o una socia, contadora, ¡cualquiera menos una misma! Delegar y desentendernos, procurando sacarnos el tema de encima repitiendo el mantra “confío mucho en él/ella”. Podemos delegar tareas, pero la responsabilidad es nuestra, y no podemos desentendernos. Es parecido al cuidado de nuestra salud, claro que acudimos a profesionales y especialistas, pero las decisiones finales debemos tomarlas nosotras. Lo mismo sucede con nuestro bienestar financiero. Querer “sacarnos de encima” esta responsabilidad es irresponsable. A veces recurrimos a nuestra “absoluta confianza” en el otro como una justificación de esa delegación ciega, pero no es suficiente. No pasa por el grado de confianza, sino por no eludir ejercer la responsabilidad que nos cabe.

Cuántas veces, luego de producirse fraudes, o incluso ineptitudes profesionales que nos resultan muy costosas, decimos “es que confiaba absolutamente”. A partir de hoy ya no es una opción. Y si hasta ahora te has desentendido de tus finanzas, te felicito por estar leyendo estas palabras y no haber tirado el libro por la ventana. No te asustes ni te angusties, que no eres la primera mujer en esta situación, y ya has hecho el primer paso fundamental: ver la relevancia de asumir lo propio.

ES HORA DE HACERTE CARGO

Este libro es justamente para ir juntas por el camino de hacernos cargo. Porque tener conocimiento y control de nuestras finanzas nos trae tranquilidad, nos empodera, nos da la información necesaria para saber dónde estamos paradas, con qué podemos contar, con qué no, y proyectarnos a futuro. Y para eso, necesitamos poder hablar de dinero.

Primero con nosotras mismas: indagar sobre nuestra propia relación con el dinero, entender por qué nos vinculamos con él de la manera en que lo hacemos, si fue una elección activa o son razones que no llegamos a entender del todo. Si nos entendemos, si podemos bucear en nuestras razones y motivaciones profundas, podemos cambiarlas.

Más adelante reflexionaremos sobre cómo hablar de dinero con nuestras parejas, familiares y en el ámbito laboral. Sí, tenemos que encarar las conversaciones sobre dinero con muchas personas además de nosotras mismas, ¡es necesario y justo! La meta es que hablar de dinero te resulte tan natural como sobre cualquier otro aspecto de la vida. Con sencillez, claridad, escucha activa, empatía. Como en cualquier otra conversación constructiva. ¿Te gustaría lograrlo?

Vayamos a las buenas noticias: no necesitas ser economista ni física nuclear para manejar tus finanzas, tampoco exige un vocabulario sofisticado, y como tantas otras cosas, se va aprendiendo en el andar. Lo importante es eso, ¡andar! Requiere ante todo la vocación de hacernos cargo. Quererlo. Entender por qué es tan importante para nuestra propia vida y bienestar, y la de los que nos rodean. Si cuentas con esta convicción, si le ves el sentido, lo demás se vuelve operativo y más fácil.

Vamos a ir juntas. Paso a paso, para construir esa convicción. Y en un tiempo no muy lejano, vas a estar dando consejos a grupos de amigas sobre cómo manejar sus finanzas... ¡ya ha pasado!

Quién es Helena Estrada

♦ Es abogada y tiene un Master en Mercado de Capitales y Financiero.

♦ Es conferencista y consultora especializada en autonomía de las mujeres.

♦ Tiene el podcast Mujer es Poder y publicó artículos periodísticos en medios como Clarín y Ámbito.

♦ Es autora de los libros Saltar por nosotras y Dueña de tu dinero.

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