Franz Kafka se convirtió en uno de los escritores más influyentes, los elementos realistas y fantásticos que utiliza en sus textos, donde trata temas como la culpa, la ansiedad y el existencialismo, entre otros, han sido retomados por muchos de sus colegas, críticos y especialistas, que han estudiado y replicado su forma de escribir.
Sin embargo, hay aspectos poco conocidos de este escritor bohemio, como su dedicación a la comida vegetariana y el interés que tenía por la jardinería.
El escritor, que nació el 3 de julio de 1883, influyó en autores como Albert Camus, Jean-Paul Sartre, Jorge Luis Borges y Gabriel García Márquez.
Entre su extensa obra se destacan un gran número de relatos cortos, piezas de correspondencia y relatos autobiográficos, y un grupo de novelas que lo hicieron conocido como “El Proceso”, “El castillo”, “El desaparecido” y, la más famosa, “La metamorfosis”. Otros de los textos que tuvieron gran impacto fueron “Cartas al padre”, C”artas a Felice” y “Cartas a Ottla”.
Las cartas y los diarios que escribió Kafka permitieron descubrir muchas de las curiosidades personales que en sus textos literarios menciona, como es el caso de su cambio alimenticio hacia la dieta vegetariana.
En uno de esos relatos el escritor escribe cómo en un acuario se paró frente a un pez reflexionando: “Ahora puedo mirarte en paz; ya no te como”, con lo cual da a entender que transformó su alimentación por cuestiones tanto éticas como estéticas.
Sus amigos y contemporáneos mencionan que fue una persona preocupada por la actividad física que salía a caminar regularmente. También se destaca el gran interés que tuvo fue de la jardinería a partir de un viaje a Palestina, durante el cual Kafka comenzó a aprender a cultivar sus propias verduras.
Sin embargo, es muy posible que esa afición por acceder a sus propios alimentos de la manera más natural posible, haya sido, irónicamente, la causa de su muerte. Entre los alimentos que llegó a consumir Kafka como parte de su régimen naturista fue la leche sin pasteurizar, la cual, según algunos de sus biógrafos, le pudo desencadenar una tuberculosis en 1917.
El autor también padecía de fuertes dolores de cabeza y afecciones psicológicas, pues en sus cuadernos íntimos habla de “demonios”, “derrumbamiento”, “embates”, “desamparo” y “soledad”.
Kafka fue un ser atormentado, aunque también gozó de una vida intensa y fuera de lo común. Hoy en día los especialistas han diagnosticado, con base en los síntomas que él mismo describió en sus textos, que sufría de un trastorno esquizoide de la personalidad.
En 1917 se le diagnosticó a Kafka tuberculosis (infección bacteriana contagiosa que afecta a los pulmones, pero puede propagarse a otros órganos), enfermedad que lo obligó a tener frecuentes periodos de convalecencia acompañado de su familia, especialmente de su hermana Ottla, con quien tenía mucho en común.
En 1923 Kafka contrajo pulmonía, lo cual lo obligó a regresar a su hogar paterno, en Praga, en marzo de 1924. Cuando se le complicó más la enfermedad ingresó al sanatorio Wiener Wald, cerca de Viena, donde desarrolló tuberculosis de laringe, la cual provocaba que cada vez que pasara alimento le resultara doloroso, por lo cual en sus últimas semanas se alimentó solo de líquidos. Murió el tres de junio de 1924, a la edad de cuarenta años, dejando un legado que se mantiene hasta nuestros días, casi un siglo después.
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