“¡Adelante con los faroles!”. Pero “agarrate, Catalina”, que si no esto va a “agarrar para el lado de los tomates”. Argentina tiene un sinfín de palabras, frases, refranes y expresiones que, a pesar de tener los orígenes más dispares y variados, constituyen una parte fundamental de su lenguaje.
Algunas de estas frases son “del tiempo de María Castaña”, otras, como “paraíso fiscal”, son un poco más modernas; algunas provienen del lunfardo, como es el caso de “apoliyar”, mientras que otras, como “el quid de la cuestión”, fueron heredadas del latín. Sin embargo, todas aportan a la riqueza y la diversidad del castellano tan particular que se habla en Argentina.
¿Qué dice de nosotros lo que decimos? ¿De dónde vienen todas las expresiones que adornan nuestro idioma y lo vuelven único?
En su nuevo libro, Somos lo que decimos, el escritor, periodista y catedrático argentino Charlie López cuenta los secretos, historias y curiosidades de los 300 dichos y expresiones más representativos del país. Cuenta, podría decirse con una expresión bien popular, “la verdad de la milanesa”. López, que ha dictado conferencias sobre lengua española e inglesa en alrededor del mundo, también es autor de libros como Detrás de las palabras y ¿Por qué decimos?, otros títulos que nuevamente ahondan en el origen de las expresiones usadas a diario.
Infobae Leamos comparte el origen de tres refranes, como lo explica Charlie López en Somos lo que decimos.
“El martes no te cases ni te embarques”
Este famoso y antiguo refrán advierte sobre los peligros de emprender cualquier asunto importante un martes por estar este día predestinado a todo tipo de conflictos.
Esta superstición se remonta a la época de los antiguos romanos, quienes habían dedicado ese día a Marte, Dios de la Guerra, quien brindaba protección a los ejércitos, pero afectaba cuestiones relacionadas con la vida diaria, por lo cual debía evitarse cerrar negocios, establecer nuevas relaciones mercantiles, comenzar viajes (la mayoría de ellos por negocios) y, por supuesto, casarse. Téngase en cuenta que muchos de los matrimonios de esa época podían obedecer a cuestiones de intereses o tratos comerciales entre familias.
Existe la duda de si la palabra “embarques”, en el refrán, se refiere literalmente a comenzar un viaje en barco o a la última acepción que aporta el Diccionario de la Lengua Española de esa palabra: “Hacer que alguien intervenga en una empresa difícil o arriesgada”.
El martes, en la Edad Media, también adquirió una connotación negativa, ya no vinculada al Dios de la Guerra, por encontrarse el cristianismo ampliamente difundido en toda Europa, sino por el hecho de haberse perdido importantes batallas contra los musulmanes en esos días.
Existen otros refranes que incluyen al martes, entre otros: “En 13 y martes ni te cases ni te embarques ni vayas a ninguna parte”, “Martes, ni te cases ni te embarques, ni de tu familia te apartes”, “En martes, ni tela urdas ni tu hija cases; ni la lleves a confesar, que no dirá la verdad”, “Para un hombre desgraciado, todos los días son martes”, “Cada martes tiene su domingo”.
“En boca cerrada no entran moscas”
Carlos I de España (1500-1558), quien a su vez era Carlos V de Alemania, sufría de una afección llamada “prognatismo”. Se trata de una desalineación entre el maxilar y la mandíbula que le impedía el correcto encaje de la boca al cerrarla, lo que le causaba dificultades al hablar y al comer, y que, por sobre todas las cosas, lo obligaba a mantener su boca entreabierta de manera continua.
Este padecimiento, frecuente entre los miembros de la monarquía, era de carácter hereditario y se incrementaba en virtud de los cruces endogámicos con familiares pertenecientes a la misma dinastía.
Cuenta la leyenda que en un viaje del monarca a Calatayud un caballero del lugar se dirigió respetuosamente al rey y le dijo: “Cerrad la boca, majestad, que las moscas de este reino son traviesas”.
Esta es la frase que habría dado origen a la expresión “en boca cerrada no entran moscas” que todavía hoy nos recuerda que en ciertas ocasiones conviene ser discreto o simplemente no hablar para evitar problemas innecesarios.
“Al que quiera celeste que le cueste”
El origen de esta locución, según una de las fuentes más documentadas, está relacionado con el arte. Durante el Renacimiento (siglos XV y XVI), resultaba muy difícil obtener el color azul para las pinturas de los cuadros, los frescos de las catedrales y, en algunos casos, para las esculturas.
Esta tonalidad solo se conseguía a partir del lapislázuli, una piedra preciosa proveniente de Oriente, que permitía la obtención de un bello color azul, muy resistente al paso del tiempo.
Cuando un clérigo o un noble encargaba un cuadro, se calculaba a priori cuánta pintura de oro y cuánta de azul de ultramar, como se la llamaba en su época, llevaría. Cuanto más de cada una, mayor sería el costo de la obra. El celeste, al que hace referencia esta frase, se obtenía mezclando azul de ultramar con blanco.
Quien quiere algo valioso deberá sacrificarse para lograrlo y en algunos casos pagar el precio que se le pida. Ese es el significado con el que la expresión en cuestión llega hasta nuestros días.
Quién es Charlie López
♦ Es escritor, historiador, docente, conferencista y periodista. Fue profesor de Análisis del Discurso en la Universidad de Buenos Aires.
♦ Se ha desempeñado como columnista en radio y televisión, en medios como América TV, Metro y TN.
♦ Es autor de libros como Detrás de las Palabras, In a Word, La línea, Historias del Aula y ¿Por qué decimos?, entre otros.
SEGUIR LEYENDO: