Imagine que una mujer -mediana edad, bonita, culta, con plata- le cuenta a su marido que otro hombre -artista, músico, extranjero, polaco, mayor- se ha enamorado de ella. Como al pasar lo cuenta: aquel Fulano que vino a dar el concierto, ¿te acordás? Bueno, se enamoró de mí y quiere que me vaya con él a Brasil.
Imagine que el marido contesta así:
-¿E irás?
Imagine que esa es la actitud del marido y del otro lado, fuego. Del otro lado, el polaco habla de un amor enorme: “Viajo desde una ciudad a otra ciudad a otra ciudad, ese es mi trabajo, pero tú estás siempre conmigo. Me proteges. Tengo paz en mi interior. Me digo: tengo que encontrarla, ella es mi destino”.
Le dice eso y más.
Ella -se llama Beatriz- no está para aventuras ni buscando el gran amor. No tiene lugar para “cosas del corazón”, dice. Pero qué diferencia, ah, qué diferencia entre la frialdad de casa y la pasión del músico. “Llevan casados un cuarto de siglo, es comprensible”, dirá enseguida el Premio Nobel sudafricano John Maxwell Coetzee, que los conoce como nadie. Porque Beatriz, el marido y el músico son personajes suyos.
De esto, de cómo pararse frente al amor, de cómo contar el amor, de cómo hablar de pasiones en la literatura y tal vez en la música, de cómo volvemos al romanticismo, se trata -también- El polaco, la novela que de Coetzee que lanzará al mundo en exclusiva una editorial argentina. Como una forma de frenar la supremacía del inglés, Coetzee decidió que sus libros salgan primero en castellano. Así que El polaco se tradujo -lo hizo otra escritora, Mariana Dimópulos-, lo publica El hilo de Ariadna -de Leandro Pinkler y Soledad Costantini- y tardará un año en aparecer en otros idiomas.
“Me resisto a la idea de que el inglés se convierta en un idioma universal”, supo explicar en 2019 en la Universidad Nacional Autónoma de México, onde el escritor mexicano Jorge Volpi lo definió como o“el mayor escritor de nuestros tiempos”.
Esas ideas, esas posiciones uno espera de Coetzee, pero puede parecer raro que el sudafricano se ocupe del amor. Es un escritor intelectual, de una prosa muy inteligente, suele bordear la política, el colonialismo, el racismo. ¿El amor?
Y algo más: su personaje, el polaco Witold Walczykiewicz, es canoso como él, tiene casi su edad -apenas tres años menos- y es descripto como “un hombre de perfil anguloso”. Dicen que se parece al actor Max von Sydow. Ahora miren la foto de Coetzee.
El libro tiene guiños de todo tipo a la vida de Frédéric Chopin, un músico ligado al Romanticismo, que pasó un invierno en Mallorca -donde se encontrarán los personajes de Coetzee- y recibió por sus Preludios 1500 francos, algo similar a los 1500 euros que Beatriz pagará para que le traduzcan los poemas de Witold.
Aquí, en las respuesta a Infobae, el autor dirá que escribió un libro sobre dos personas muy diferentes. Desde las historias de hombres ricos y criadas, ¿hay tema más romántico?
Un polaco en Barcelona
En fin que la historia -que está en preventa hasta agosto, cuando llegará a librerías- arranca cuando “el polaco” llega a Barcelona a dar un concierto y en el comité que lo invitó está Beatriz. Él es un particular intérprete de la música de Chopin. Se dice que “abrió el camino a una nueva generación de intérpretes de Chopin en su país natal”. Se dice que “su Chopin no es nada romántico sino, por el contrario, austero, un Chopin heredero de Bach”. A ella mucho no le va a gustar.
“No creo que sea posible encontrar palabras que sean un equivalente completo y adecuado de lo que sea que diga la música”.
Además, de músico, “el polaco” es polaco, lo que no es algo menor en la novela. “Ella se pregunta cómo será haber nacido en 1943 en Polonia, en el medio de la guerra, sin tener otra cosa para comer que sopa de col y piel de patatas. ¿Queda entorpecido el crecimiento físico? ¿Y qué será del espíritu? ¿Demostrará Witold W llevar las marcas, en sus huesos, en su espíritu, de una niñez de hambre?”
Por esas cosas que pasan Beatriz tiene que llevarlo a cenar. ¿Por qué no va el marido de ella? Bueno, por que no participa de estas actividades. Son dos parejas. Hablan de música, de Polonia, de comida, de Chopin. Hablan en inglés, que no es el idioma de ninguno aunque ella lo hable mucho más fluidamente que él. En el taxi, como despedida, él le aprieta la mano. Unas semanas después a ella le llega un paquete con una inscripción: “Al ángel que veló por mí en Barcelona” .
Así empieza todo.
Palabra de Nobel
Coetzee es parco, no habla mucho de su obra. Sin embargo, accede a contestar por correo electrónico algunas preguntas de Infobae.
-Las múltiples alusiones a Chopin nos hacen pensar en el romanticismo y las pasiones, en este caso el amor. ¿Se puede escribir el amor fuera del edificio del amor romántico? ¿En qué clave podemos hablar hoy del amor?
-La imagen popular de Chopin, incluso durante su vida, era la de un pianista de salón que componía música soñadora y sentimental. Esta imagen siempre fue falsa. Chopin fue un gran compositor, heredero de Bach y Mozart. El polaco que da nombre al libro es un pianista que se ha labrado su reputación como intérprete de Chopin, pero un Chopin de tipo más bien severo, clásico. La mujer de la que se enamora, en cambio, prefiere una interpretación más emocional y romántica de Chopin. Por lo tanto, la música de Chopin no logra crear un puente entre los dos.
-La relación entre Beatriz y su marido parece no estar ligada al amor romántico y hasta es difícil leerla como amor a secas. ¿Si no hablamos en el código romántico no se reconoce el amor?
-Beatriz y su marido llevan casados un cuarto de siglo, por lo que es comprensible que la pasión romántica entre ellos haya disminuido. Por otro lado, han desarrollado un modus vivendi que les permite convivir con un mínimo de fricciones.
-¿Cuál es la diferencia en cómo se expresan los sentimientos en la música y en la literatura? ¿Cómo es su relación con la música? ¿Hay cosas que se pueden decir en un idioma y en otro no?
-Mi posición sobre la relación entre música y lenguaje es extrema. No creo que sea posible la traducción entre palabras y música. Es decir, no creo que sea posible encontrar palabras que sean un equivalente completo y adecuado de lo que sea que diga la música.
-En la novela aparecen dos géneros ligados a la escritura amorosa: la poesía y las cartas. ¿Son formas de narración para entregarse hoy a un amor romántico que se vuelve romántico hasta el punto de trascender la muerte?
-Las cartas a las que te refieres son de un tipo peculiar. Son escritos por Beatriz al polaco algunos meses después de su muerte, en respuesta a poemas que ella acaba de leer por primera vez, poemas que él le escribió en polaco. Sus cartas son peculiares en el sentido de que están escritas en el vacío, por así decirlo, mientras que los poemas de él no son exactamente “por” ella o “para” ella, en el sentido de que están escritos en un idioma que ella no entiende. Se puede decir que el intercambio entre los poemas y las cartas es un discurso amoroso, pero sólo con una fuerte dosis de ironía.
-Witold dice que vivimos en una época afortunada. ¿Cree que es así? ¿En qué sentido?
-Witold nació en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial y vivió en un estado comunista represivo hasta 1989. Desde su punto de vista, los últimos treinta o cuarenta años han constituido una época afortunada, al menos en Europa. Debemos recordar que a lo largo de los siglos el pueblo polaco ha sufrido mucho a manos de sus vecinos más poderosos, Alemania y Rusia.
-Amar o no amar a Polonia es un tema del libro y esta pregunta no aparece respecto de España. ¿Por qué esa diferencia?
-Esa es una pregunta muy amplia: si se puede decir que nacer polaco es un destino trágico -o al menos un destino amargo-, ¿por qué no se puede decir lo mismo de nacer español, o más específicamente en el caso de Beatriz, ¿nacer catalana? Solo puedo responder que El polaco es un libro sobre dos personas muy diferentes, dos personas que no son almas gemelas, como se presagia en sus diferentes actitudes hacia la música. Witold es el tipo de persona que se hace preguntas como: “¿Qué significa nacer polaco?” Beatriz, que es una persona inteligente muy capaz de situarse en la perspectiva de la historia de España del siglo XX (reflexiona de soslayo sobre la historia de su familia bajo la dictadura franquista), no es, sin embargo, de las que se plantean la pregunta “¿Qué significa nacer español (o catalán)?” Hasta cierto punto, la diferencia es simplemente una diferencia de temperamento; pero en el caso de Witold, la pregunta se hace más urgente por el hecho de que es conocido en todo el mundo como intérprete de Frédéric Chopin, cuya música tiene fama de expresar el alma polaca.
* “El polaco” sale en agosto pero ya está en preventa en la página de “El hilo de Ariadna”, www.editorialelhilodeariadna.com.ar.
Quién es John Maxwell Coetzee
♦ Nació en Ciudad del Cabo en 1940, y se crió en Sudáfrica y Estados Unidos.
♦ Es profesor de Literatura, traductor, lingüista y crítico literario.
♦ En 1961 se licenció, con honores, en Matemáticas y Filología Inglesa en la Universidad de Ciudad del Cabo.
♦ Vivió en Estados Unidos, donde se doctoró en Lingüística en la Universidad de Texas, en Austin. Fue profesor de Literatura Inglesa en Buffalo, Universidad Estatal de Nueva York y, cuando regresó a Sudáfrica, en la Universidad de Ciudad del Cabo.
♦ En la actualidad reside en Australia.
♦ Publicó varias novelas, entre ellas En medio de ninguna parte (1977) y Esperando a los bárbaros (1980), Infancia (1998); Desgracia (1999), La infancia de Jesús (2013), Los días de Jesús en la escuela (2017) y La muerte de Jesús (2019). También ha publicado los libros de relatos Tres cuentos (2016); Siete cuentos morales (2018) y varios libros de ensayos.
♦ En 2003 recibió el Premio Nobel de Literatura.
♦ Entre 2015 y 2018 dirigió la Cátedra Coetzee: Literaturas del Sur, en la Universidad de San Martín, con la idea de hacer una conexión sur-sur, sin pasar por el norte del mundo. En 2016 fue a dar clase en una cárcel José León Suárez, en el conurbano bonaerense.
SEGUIR LEYENDO