“Tengo que empezar con una declaración de amor: la coma crea un respiro en una vida llena de palabras. Dale una oportunidad a la coma”, dice el escritor y académico noruego Bård Borch Michalsen en su libro —traducido por primera vez al español— Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la Historia. Y el tono de fascinación por la historia de la cultura, la lectura y la escritura guían el recorrido de este ensayo, el mismo que demuestra cuando se le iluminan los ojos al hablar del tema.
Alerta spoiler: este libro también hace brillar los ojos de los que se perciben nerds, que se verán atrapados de principio a fin en los recovecos de la Historia de la Humanidad. El corazón de los amantes de la comunicación y de los fundamentalistas de la ortografía y la gramática quedará prendado con los datos que aporta el ensayo. Aunque también encenderá la chispa de todos los curiosos.
En las casi 200 páginas, el recorrido es hipnótico. En él conocemos quiénes fueron los que contribuyeron desde la Antigüedad hasta nuestros días para que la revolución de la escritura y la lectura comenzara. Borch Michalsen lo expresa con todas las letras: los signos de puntuación marcaron un antes y después en el desarrollo de toda la civilización occidental. ¿Por qué? Porque lograron establecer un modo de interpretación de textos tanto a nivel oral y en lectura silenciosa, creando una convención, un acuerdo. De otro modo, leeríamos así: UNTEXTOCORRIDOCOMOESTE.
En esta cita no se conversa sobre el gusto favorito de helado ni sobre las actividades en el tiempo libre. Nada de eso. En la casa en la que funciona la editorial, con un aire bohemio, entre objetos de diseño y rodeado de libros, Borch Michalsen recibe a Infobae Leamos para hablar sobre comas y puntos. En su primera visita a la Argentina, el intelectual noruego derriba todos los prejuicios que podríamos tener de un investigador noruego especialista en gramática: es gracioso, cálido, mezcla el italiano, el español y el inglés (aunque perché será una de las palabras más escuchadas) y usa medias con perritos de colores. Su excentricidad está a la vista.
El primer lazo de amor de Borch Michalsen por los signos de puntuación se debe a su madre, que era maestra y gracias a ella y a su “espíritu nerd” hoy es un reconocido referente en el ámbito académico por sus estudios sobre lenguaje y escritura y por la publicación de libros como Komma, en 2014. El ensayo trae las ideas y los trabajos de los máximos referentes en el campo: el historiador francés Roger Chartier, el sociólogo francés Pierre Bourdieu, el filósofo alemán Theodor Adorno y el intelectual e historiador israelí Yuval Noha Harari, entre otros.
Pronto hablaremos del libro y cuenta que Aristófanes es el responsable de desarrollar el primer sistema de puntuación del mundo (¡200 años antes de Cristo!) y que, además introdujo el uso de acentos en griego y, sorprendido, dice: “Cuando fui a Alejandría les tuve que explicar quién era Aristófanes porque no sabían nada sobre él”. También de Isidoro de Sevilla, el primer defensor de la lectura silenciosa, de Alcunio y de Aldo Manuzio, el primer editor del mundo, surgido del Renacimiento italiano (al que también se le adjudica la creación del libro de bolsillo y la tipografía que hoy conocemos como Times New Roman).
Cómo nacieron las minúsculas y las mayúsculas, cómo la Iglesia estuvo a cargo de toda la educación superior y los primeros registros del punto y la coma son algunos de los puntos fuertes de la investigación. Y la frutilla del postre: el festejo del Día del Punto y la coma, el 16 de abril. “Aprender a usar el punto y la coma es como aprender a nadar o andar en bicicleta”, dice. Y agrega que es su signo de puntuación favorito.
En un recorrido fascinante por 6.000 años de escritura, el libro culmina con un estado de la cuestión sobre la puntuación en nuestro tiempo, el uso de los emojis y un retorno a la oralidad. Cómo la puntuación cambió la Historia es una carta abierta de amor a todo lo que los signos significaron —y lo hacen hasta hoy—para toda la Humanidad: la llave maestra para la comunicación. Nada más y nada menos.
“Adapte la puntuación al propósito del texto, el destinatario y el contexto. Por ejemplo, desear las buenas noches a la persona más amada que se encuentra en otra parte de Europa”, concluye en su libro Borch Michalsen. El amor por el lenguaje y la gramática ya se respira en el aire.
—¿Qué dice el lenguaje de una sociedad?
—Si una sociedad tiene un lenguaje bien desarrollado es bueno para la cultura, de la democracia y de la economía; porque escribir es pensar. Cuando lo hacemos y empezamos algo pasa en el cerebro, en el corazón, en el alma y, si escribo, existo. Entonces, un lenguaje bien desarrollado permite que exista un desarrollo en esa cultura y que exista libertad de expresión. Esa es una de las principales razones por las que Europa tuvo el desarrollo que tuvo en los últimos siglos, porque desarrolló un buen sistema de escritura y de puntuación.
—¿Con qué podríamos comparar a los signos de puntuación para comprender el aporte a la civilización?
—La puntuación es el software, una aplicación para compartir que facilita la comunicación y sin puntuación nada tiene sentido. La coma o el punto y coma son aplicaciones para compartir, lo cual es maravilloso. Ahora, si nosotros pensamos en aplicaciones, justamente lo que menos usamos en ellas o a lo que menos le damos importancia es a los signos de la puntuación.
—¿Por qué sucede eso?
—Las reglas de puntuación las aprendimos en la escuela, pero cuando nos comunicamos por whatsapp o por redes sociales escribimos de otra manera, utilizamos emojis y eso está bien. Lo importante es recordar el contexto porque la puntuación no se trata de las reglas, sino que es, más bien, una filosofía, una manera de pensar y debemos tomarlo en serio. Tenemos el habla y la escritura y, en el medio, existe esto que llamamos “textismo”, que es la comunicación que hacemos a través de nuestros celulares. El lenguaje es un organismo activo que se desarrolla, de lo contrario, todavía estaríamos hablando en latín o el vikingo, por ejemplo. Picasso dijo que hay que conocer las reglas como un profesional y romperlas como un artista.
—Recién mencionaba que el lenguaje es una cuestión viva y hace unos días el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires prohibió el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas, ¿Qué opina sobre eso?
—Estoy en desacuerdo con el gobierno. Te muestro en noruego cómo es [toma un cuaderno y escribe los pronombres “Han” “Hun” y “Hen”]. Tal vez las personas que están en el gobierno son señores mayores como yo que se criaron en los 70, pero me complace ver en Argentina las demostraciones de orgullo y descubrí que, tal vez, en Argentina sea un poco más liberal. Los idiomas cambian y el Parlamento no puede decidir la manera correcta de escribir y por qué. El lenguaje es político.
—¿Cómo es la cuestión del lenguaje inclusivo en Noruega?
—Es una discusión pero más y más gente lo usa. Los cambios son rápidos. Cinco años atrás, si usaba el inclusivo, probablemente no lo entendían pero hoy es más común, incluso en material del gobierno.
—Los signos de puntuación, ¿tienen género?
—Si tuvieran género, la mayoría serían inclusivos. El punto y coma es más femenino y el signo de exclamación, también, porque las mujeres lo usan mucho más que los hombres. El punto final era neutral, tal vez más masculino que femenino. El lenguaje está cambiando, por ejemplo, si envías un mensaje de texto a un amigo diciendo “¿Estás bien?” y te responde sí y un punto. Entonces, uno piensa que no está bien, quizá enojado o de malhumor. El punto final se convirtió en un signo passive-agressive. El mundo está cambiando y el idioma también.
—¿Importa usar bien los signos de puntuación?
—Sí. En la escuela, en el trabajo, en el diario, en la revista, en la universidad, en los negocios, debes usar correctamente los signos de puntuación como lo aprendimos en la sociedad. Si escribís correctamente, muestra que sos una persona seria y te toman en serio. Creo que los jóvenes saben que el contexto es todo. Cuando le escribes un amigo en WhatsApp está bien no prestarle atención a los signos de puntuación, pero si estás en la universidad sí tenés que tener en cuenta el contexto.
—¿Por qué el uso de la coma genera tantas dudas?
—Si googleas “errores relacionados al punto” no te aparece nada. Pero si googleas “errores con las comas” te aparecen mil millones de resultados y eso tiene que ver con que es muy difícil su uso, pero creo que no hay que tomarlo demasiado en serio. Existen dos sistemas de reglas relacionados con el uso de la coma: uno es el retórico, que son las pausas cuando hablamos; y otro es el sistema gramatical, que tiene que ver con la sintaxis, cómo las frases van juntas o no. A veces, estos dos sistemas coinciden y, a veces, no. Entonces, ¿Qué hacemos? No es sencillo. Este sistema gramatical fue desarrollado por un español Isidoro de Sevilla y él hizo distintas contribuciones.
—¿Cuáles?
—En primer lugar dijo que deberíamos leer en silencio, porque durante 2000 años las personas no habían leído en silencio, sino en voz alta. Y otra de las contribuciones que hizo es que había que desarrollar un sistema de puntuación basado en un análisis gramatical, lo cual resultó bastante aburrido. Durante siglos, todo el mundo basó la escritura en un sentido más musical que en las reglas gramaticales. Con el tiempo comenzamos a usar menos signos de puntuación y nos volvimos más flexibles. Eso hace que la sociedad se haya vuelto más flexible. La mejor regla sobre la coma es usar el punto final, porque hace que sea más fácil leer.
—¿Qué signo de puntuación deberíamos usar más?
—Ya mencioné el punto, pero también el punto y coma porque es hermoso, sensible, lindo y me gusta porque indica que algo sucedió, pero que algo va a suceder también, por eso me gusta tanto. Pero es posible vivir cien años sin usarlo, ni siquiera una sola vez y se puede ser periodista sin usarlo jamás.
—¿Cuál es el escenario futuro respecto a los signos de puntuación?
—Creo que el uso de los signos va a ser menor, la escritura va a ser más liviana y que el contexto va a cobrar relevancia. Los emojis, al igual que Internet llegaron para quedarse. La oralidad y la visualidad están volviendo, como en el inicio, al igual que los pictogramas. Los negocios tienen una influencia en el lenguaje, los las publicidades, las películas los programas de televisión son más cortos y tenemos que estar satisfechos en 30 segundos.
—En el libro menciona el 16 de abril como el Día del punto y coma, ¿lo festeja?
—¡Por supuesto! Lo celebro poniendo más puntos y comas en mis textos. Es un día maravilloso.
“Cómo la puntuación cambió la historia” (Fragmento)
La guerra de las comas danesas
Por lo general, los daneses no son conocidos por ser un pueblo particularmente belicoso, aunque existió un asunto que estuvo cerca de desatar una guerra civil: ¿es correcto colocar una coma antes de una oración subordinada (oración dependiente)?
Históricamente, los daneses siguieron el sistema alemán para el uso de las comas: debían ubicarse entre las oraciones sobre la base del análisis gramatical. Durante la reforma de la coma de 1918, este sistema se mantuvo, pero al mismo tiempo se introdujo el uso rítmico de las comas como alternativa válida. La coma de pausa rítmica estaba destinada a colocarse donde resultara natural hacer una pausa al hablar. Sin embargo, este sistema fue muy poco utilizado, y prevaleció la coma gramatical.
En danés, siempre debe haber una coma antes de una oración subordinada:
Vi forventer, at det bliver regnvejr.
Jeg gik, for at hun kunne være alene.
Spis, så længe du er sulten.
[Esperamos, que llueva].
[Me fui, para que ella pudiera estar sola].
[Come, mientras tengas hambre].
Así escribieron los daneses hasta 1996, y siguió estando permitido escribir de esta manera incluso después de esa fecha. Con las nuevas reglas respecto a la coma, se introdujo un sistema paralelo y los daneses tuvieron la libertad de elección. Quien lo deseara, ya no tenía necesidad de colocar una coma inicial delante de las oraciones subordinadas, lo cual resultó esencial para la comprensión del significado de la oración en su conjunto. Así, de acuerdo con las nuevas reglas, los ejemplos citados más arriba quedarían:
Vi forventer at det bliver regnvejr.
Jeg gik for at hun kunne være alene.
Spis så længe du er sulten.
Sin embargo, lejos de traer orden, las nuevas reglas enfurecieron a la gente y la amenaza de guerra comenzó a rugir de forma continua, incluso después de que los daneses volvieran a modificar las reglas en 2004. Se introdujo un nuevo sistema para las comas, pero limitando la libertad de elección a una sola área. Los usuarios de la lengua podían elegir entre poner una coma delante de las oraciones subordinadas o bien dejarlas sin signo alguno.
El Dansk Språknævn [Consejo de la Lengua Danesa] se mostró a favor de eliminar la coma inicial, pero no contó con muchos seguidores. Los docentes se opusieron a la propuesta, al igual que los periodistas y los editores. El ministro de Educación reconoció que la modificación podría causar problemas cuando los alumnos pasen de una escuela que practica la coma gramatical a otra que enseña de acuerdo con las nuevas reglas. Casi todo el mundo siguió usando las viejas reglas, de lo que resulta que en danés hay un 40-50% más de comas respecto a las reglas que se aplican en noruego, sueco, islandés, inglés, holandés, italiano y francés.
Sin embargo, hay quienes optan por no utilizar la coma antes de las oraciones subordinadas. En el periódico Kristeligt Dagblad, Niels Davidsen-Nielsen escribió un artículo sobre las comas en la obra de seis volúmenes Mi lucha, del noruego Karl Ove Knausgård. La traductora danesa Sara Koch optó por no utilizar la coma en el comienzo de las subordinadas. ¿El resultado? Aquellos entusiastas de las reglas notaron que había apenas 37.332 comas menos. El total de 37.332 comas desaparecidas significa 37.332 pulsaciones de teclas menos, y Davidsen-Nielsen sugiere: “Quizás el editor pueda tomar en consideración publicar un volumen suplementario que contenga todas estas comas de forma gratuita”.
Los daneses siguen discutiendo sobre la coma, pero tal vez la guerra pueda cancelarse. Al menos, eso es lo que espera Jørn Lund, presidente del Dansk Språknævn. De acuerdo con el periódico Politiken, Lund propone que las viejas reglas puedan ser utilizadas, pero que, además, se introduzca un nuevo sistema, siguiendo el patrón de uso en Noruega y Suecia. Él llama a ese sistema “la coma libre”, y piensa que limpiará los textos daneses de las comas superfluas y se encontrará con aquellos a quienes no les importan las reglas gramaticales fijas. Con la coma libre, no será necesario que haya una coma antes de cada oración subordinada.
Pero aún está muy lejos el día que los daneses obtengan un nuevo sistema para las comas, e incluso deberán pasar muchos inviernos y primaveras antes de que la gente adopte alguno. Hasta entonces, los traductores de obras danesas en la mayor parte de Europa pueden contentarse con no tener que ingresar casi la mitad de las comas que figuran en el original de acuerdo con el estricto sistema gramatical del danés.
Visto desde afuera, es fácil pensar que la tradicional coma inicial danesa inhibe la fluidez y la comprensión cuando leemos, pero ¿es posible que funcione para quienes la usan? Una encuesta de 2018 concluye que los estudiantes de escuelas danesas mejoraron mucho en lo
que al uso de comas respecta desde 2014. En las escuelas danesas, los alumnos deben indicar, en sus exámenes de coma, si utilizan o no la coma inicial. La mayoría de ellos lo hace, y los informes de los examinadores de las escuelas respaldan la conclusión de la encuesta: los estudiantes mejoraron significativamente en lo que respecta al uso tradicional de las comas.
Quién es Bård Borch Michalsen
♦ Nació en Noruega en 1958.
♦ Trabajó como profesor asociado y vicerrector en la Universidad de Tromsø (UiT The Arctic University of Norway).
♦ Escribió varios libros sobre lenguaje y cultura.
♦ Signos de civilización. Cómo la puntuación cambió la historia es su primer libro traducido al castellano.
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