Hay primeras frases de libros que nos quedan grabadas en la memoria por mucho tiempo, aunque no recordemos nada más de la obra que encabezan. Otras frases no iniciales sirven para denotar falsamente que uno ha leído completo algo de lo que solo se tiene presente esa frase (ejemplo: las evocativas magdalenas proustianas).
Entre las que me surgen ahora están las de Cien años de soledad y Crónica de una muerte anunciada:
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.
Y para no limitarme a García Márquez también la de Paul Nizan en el comienzo de Adén Arabia:
Yo tenía veinte años y no permitiré que nadie diga que es la edad más hermosa de la vida.
O Kafka en La metamorfosis:
Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto.
En la narrativa argentina debe haber muchas, pero la que me quedó más grabada está en el primer párrafo del libro del que quiero hablar hoy, Dos veces junio del gran Martín Kohan:
“¿A partir de qué edad se puede empesar (sic) a torturar a un niño’?”.
Leída por un conscripto que no puede evadir la compulsión de corregir el error de ortografía en el cuaderno de notas del consultorio de un médico militar, desencadena la que, a mi juicio, es la novela que mejor refleja el horror de la más reciente (me gustaría calificarla de definitivamente última) dictadura cívico-militar-eclesiástica que devastó la Argentina llegando a límites de perversidad nunca alcanzados antes.
Incurro en el defecto típico de los porteños (de muchos porteños) que suelen afirmar taxativamente que “la mejor pizza de Buenos Aires es la de…”. O “si no comiste en …nunca habrás probado carne a la parrilla en serio” y muchas exageraciones similares. No leí TODAS las novelas que trataron el tema desde uno u otro ángulo. La casa de los conejos de Laura Alcoba, aborda convincentemente la vida en clandestinidad de los militantes; los cuentos de 76 y la novela Campo de Mayo de Félix Bruzzone son también algunos ejemplos destacables seguramente entre muchos otros que desconozco.
Pero por alguna razón la forma de narrar los hechos en Dos veces junio, publicada por primera vez en 2002 y reeditada varias veces desde entonces, me parece enormemente eficaz. Con el trasfondo del Mundial de Fútbol de 1978, el autor desgrana una historia de apropiación de bebés, hijos de “desaparecidos”, ese eufemismo que no debemos tener ningún orgullo en reivindicar como argentinismo, pero que así en castellano se ha incorporado en diversas lenguas.
Martín Kohan ha venido desarrollando una obra consistente y siempre cercana a la realidad argentina o narrando la dictadura como en Ciencias morales, ganadora del premio Herralde en 2007 y luego adaptada al cine, o en Confesión, su novela más reciente aparecida en 2020, en la que la abuela del narrador, siendo una niña, observa con deseo el paso frente a su ventana de un atildado joven Jorge Videla en sus idas y regresos camino del Colegio Militar. No menos destacable es Bahía Blanca, un poco fuera de ese registro ideológico, que también se convirtió en película de estreno inminente.
El efecto envolvente de las narraciones de Kohan se mantiene en un libro totalmente diferente publicado hace un tiempo por Ediciones Godot. Bajo el título de Me acuerdo, contiene un inventario sin adjetivos de los nombres, marcas, eventos, programas de radio y televisión, personajes y personas que pueblan la memoria del autor. El poder evocativo de ese texto, especialmente para los lectores mayores de cierta edad, tiene un efecto narrativo que es complementado por el recuerdo del propio lector.
Dos veces junio, aun siendo una ficción, tiene la verosimilitud que la convierte en ayuda memoria útil, sin perder la simple belleza literaria con la que está escrito.
Quién es Martín Kohan
♦ Nació en Buenos Aires en 1967.
♦ Es escritor de novelas, ensayos y cuentos, Doctor en Letras y docente universitario de Teoría Literaria.
♦ Publicó Dos veces junio, Ciencias morales, Cuentas pendientes, Confesión, El país de la guerra y Me acuerdo, entre otros.
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