Murió Ángeles Salvador, la escritora argentina de 50 años que cobró notoriedad en el ámbito literario tras publicar sus libros El papel preponderante del oxígeno y La última fiesta. La autora había sido internada a fines de mayo por un cuadro de neumonía bilateral por CoVid-19.
A pesar de no haber publicado nada hasta sus 45 años, Salvador se transformó rápidamente en una de las autoras argentinas más comentadas con la edición de su primer libro, El papel preponderante del oxígeno, en 2017. Esta novela cuenta la historia de Rosa, una peluquera “de voz narcótica y ojo quirúrgico” que llega a Buenos Aires para emplearse en una exclusiva peluquería de Barrio Norte, en la que cambian su nombre a Rose.
En su nuevo trabajo en la gran ciudad, Rosa aprende de todo: la feminidad que está de moda, el arte del peinado y del manoseo y cómo embellecer la decadencia a fuerza de fijador de pelo y entusiasmo. Pero Rosa, en su transformación involuntaria a Rose, también aprende a valerse del sexo para conseguir lo que quiere.
La vida de esta peluquera, sin embargo, terminará de cambiar por completo cuando, en una orgía, conozca a José, un taxista que está casado con su prima y que, fruto de esa unión endogámica, tiene dos hijos ciegos.
En una época de “revolución de las costumbres”, El papel preponderante del oxígeno narra con una prosa precisa, inteligente y divertida la vida secreta de la abarcativa y siempre cambiante clase media argentina, que se desplaza desde las humildes casitas del conurbano bonaerense hasta los opulentos lujos de Miami y Punta del Este.
Cuatro años después de su tardío debut literario, Salvador volvió con otra novela que, una vez más, captó la atención tanto del público como de la crítica por su manera solapada, fresca y original de narrar el lujo y la sordidez de las clases pudientes. La última fiesta, novela de 2021, cuenta la historia de Stella, una mujer que, desde la cárcel, escribe sus memorias. “Cuando me preparaba para los mejores días de mi vida vinieron los peores. Me llamo Stella Maris Blanco y cada mañana, cuando me despierto en esta celda que hice pintar de amarillo, me arrepiento de haber organizado la fiesta de mis cincuenta años porque por esa fiesta ya no veo el mar”, escribe la autora.
Desde la cárcel, Stella repasa y escudriña su vida en Buenos Aires, donde se casó con un médico que se metió en política exclusivamente por la plata. A lo largo de esta historia de corrupción y venganza, Stella recuerda cada segundo, cada conversación, cada gesto, cada invitado de la problemática fiesta por sus 50 años, convencida de que ahí yace la clave de su fracaso mortal, el motivo por el cual su vida cambió para siempre.
En una entrevista con Infobae a fines de 2021 en el marco de la publicación de La última fiesta, Salvador se definió como una “autora tardía” que tuvo que costear varias dificultades para poder dedicarse a la escritura.
“Fue después de que me separé. Tenía 38 años y tres hijos chiquitos y muy seguidos, Francisca, Catalina y Federico. Yo no tenía mucho sostén de cuidado, nadie que me ayudara. Eran tantos que, si no tenés una madre o una suegra que se metan con vos en tu casa –y eso no había–, quedás como tomada por esa situación: la separación, las mudanzas, y salir adelante de vuelta. Yo había quedado afectada en lo económico y también tenía esa necesidad de cuando empezás a estar un poquito mejor, de decir: ‘Algo quiero hacer yo también, yo existo’”, dijo Salvador.
Antes de dedicarse a las letras, la autora pasó por el mundo de la actuación, en el que tampoco se pudo desarrollar por obstáculos similares. “Cuando me separé y empecé a sentir que necesitaba hacer algo, no tenía forma de organizarme para volver a vincularme con ese mundo. No me alcanzaba para pagar todas las noches una niñera, no había abuelas, y tampoco quería dejarlos solos. Entonces, busqué mi salida: leí que empezaba un taller con Esteban Schmidt, y conseguí a alguien que se quedara con los chicos esas dos horas en que yo me iba a ir. Escribir era algo que podía hacer desde mi casa. Creo que una de las cosas que me llevó a ver que podía fue interactuar en Internet. Participaba en foros y chats, y me daba cuenta de que cuando armaba bien lo que quería decir, parecía que a la gente le gustaba la manera en que expresaba las ideas”, dijo en su entrevista con Mercedes Funes.
Además de actriz, en vista de las necesidades que se le fueron imponiendo como madre soltera de tres chicos, Salvador pasó por varios trabajos que poco tenían que ver con el mundo del arte, como administradora de un campo en el que la maltrataban o conserje de hotel.
La prematura muerte de Ángeles Salvador deja un hueco en la literatura argentina. En su entrevista de 2021 con Infobae, había comentado, en vista a un futuro en el mundo de las letras que se le abría sin reservas, sus próximos planes: “Creo que hoy lo que más quiero es poder escribir mejor, mejores novelas, con mejores estructuras. O hacer un libro de cuentos, o de poesía. A veces hace bien probar la versatilidad”.
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