El puente de Varolio es un diminuto órgano del cerebro que conecta con el cerebelo y la médula oblonga. La poeta Vanessa González, en su debut literario, quiso que estos versos sean un puente de equilibrio con el lector tal como sucede con su libro, Puente de Varolio (Colmillo Blanco, 2022).
La escritora peruana recuerda que con los editores se demoraron en elegir el título pero, al final, quedó por el que ella había optado.
“Quería unir los poemas, hacerlos bajo un tema de equilibrio. A Angie Arce y Gabriel Arriaga (editores) les convenció el símbolo del título. Tal vez dudaron un poco al preguntarse qué tanto podía transmitir Puente de Varolio porque los lectores desconocían a qué me refiero. Sin embargo, quería que se sorprendan que convivimos con este órgano”, dice en esta entrevista con Infobae.
—¿Por qué tuviste la idea de ponerle Puente de Varolio a tu poemario?
—Este órgano es tan importante que nos permite el equilibrio o realizar movimientos. Me gustó la simbología que nos podía otorgar este órgano que todos llevamos dentro y es lo que quería reflejar en este libro. Además, puedo jugar con la ambigüedad porque, como diría Cortázar, este puente no se sostiene de un solo lado. La primera impresión de los lectores es querer conocer dónde se encuentra este puente, en qué ciudad o país, pero es un puente que todos llevamos dentro.
—¿Cómo ubicas a Puente de Varolio en el campo poético? Te pregunto esto porque hay poemas amorosos, existenciales y hasta un poco críticos.
—He tratado de generar esta conexión porque, si bien hay poemas amorosos, hay un viaje dentro de mí. Quiero que el lector sienta como suyo este poemario y que genere una interpelación en las emociones.
— “Leo poesía/me dejo caer sobre las letras/les permito que me empapen/que salpiquen mi pasado”. A raíz de estos versos en Puente de Varolio, ¿qué significa la poesía para ti?
—La poesía es necesaria e imprescindible. Es una salvación, una cura para las heridas. Es un mar en el que todos deberíamos naufragar en algún momento de nuestra vida. Deberíamos promover la escritura y lectura de poesía a los niños.
—En tus versos se nota que tienes mucho apego por Lima...
—Lima es una gran inspiración. En este poemario también escribo sobre otras ciudades como Madrid, París, Estambul o Chiloé (al sur de Chile). Lima, por su parte, es especial, es una ciudad que siempre está gris. Se pueden generar muchas figuras simbólicas con este cielo que es formador del carácter de los limeños. Por eso, escribo: “es una ciudad ideal para los lectores/para los nostálgicos/para los que buscan encontrar a alguien en casa/para los pesimistas”. Tal vez en otra ciudad no hubiera escrito Puente de Varolio o no habría tenido ese estímulo para seguir escribiendo el libro, pero Lima, con su cielo, el smog y el ruido son inspiradoras y creativas. Lima es una ciudad poética.
—25 de julio, el último poema de Puente de Varolio se trata sobre el día de tu nacimiento, es un volver al comienzo.
—Creo que fue un buen cierre. Siempre pienso en mi nacimiento a través de mis emociones: las vivencias o las ciudades transitadas. Me imagino el momento y, de repente, los nacimientos también marcan los destinos.
—¿Quiénes son tus influencias literarias?
María Emilia Cornejo, Cristina Peri Rossi, Idea Vilariño y Alejandra Pizarnik. Me agradan su manera de enfocar los poemas y el ritmo en los versos. En el caso de Pizarnik he leído, además de sus poemarios, sus diarios y las correspondencias con su psiquiatra; hay mucha empatía y dolor. Por otro lado, en algún momento, quiero escribir acerca de la crítica social como lo ha hecho Peri Rossi.
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