Cuatro Mundiales tuvieron que pasar para que la FIFA organizara la votación que serviría de confirmación institucional de una verdad popular. Durante el Mundial de 2002, disputado en Corea y Japón, la autoridad global del fútbol llevó a cabo una encuesta que consagró al gol-de-Maradona-a-los-ingleses como “El Gol del Siglo”. Pasaron 18 años más para que, por iniciativa de la organización Futbolistas Argentinos Agremiados, se estableciera el 22 de junio como Día del Futbolista Argentino. Tres meses después de que la fecha fuera fijada, en condiciones investigadas por la justicia, Diego Armando Maradona murió a los 60 años recién cumplidos.
Este 22 de junio se cumplen 36 años de ese partido vertiginoso que clasificó a la Argentina a la semifinal del Mundial de México, que ganaría pocos días después. Y 36 años de los cuatro minutos míticos en los que Maradona hizo primero su gol con la mano, que atribuyó a “La mano de Dios”, y después ese gol en el que dejó desparramados a cinco jugadores de Inglaterra, incluido el arquero.
Entre el minuto 51 y el minuto 55 de ese partido, el capitán argentino tejió para siempre su capa de héroe del deporte nacional. El relato del segundo gol que hizo en vivo el periodista Víctor Hugo Morales, su narración al galope y su emoción desbordada, terminó de sellar la épica.
El periodista especializado en deportes Andrés Burgo, autor de libros como La final de nuestras vidas y River para Félix y co-autor junto a Alejandro Wall de El último Maradona, cuando a Diego le cortaron las piernas, escribió también El partido. Argentina - Inglaterra 1986. El título de ese libro, una radiografía minuciosa de todo lo que pasó antes, durante y después del encuentro, da cuenta de algo que Burgo asegura sin dudar: que si hay que elegir 90 minutos que resuman al fútbol entero, son esos, los del 22 de junio de hace 36 años en el Estadio Azteca de Ciudad de México.
Cuatro preguntas a Andrés Burgo, autor de “El partido”
- El 22 de junio, día del Argentina - Inglaterra al que le dedicaste un libro entero, es el Día del Futbolista: ¿qué condensa ese partido que no haya en ningún otro?
- Ese partido es como un aleph. Condensa todo. La genialidad de Maradona; la picardía por cómo hace y defiende el primer gol; el gran evento global que son los mundiales; la relación entre la política y los deportes que en ese partido aparece muy fuerte por la reciente guerra de Malvinas; la rivalidad entre Argentina e Inglaterra; la épica de los relatores por lo que hizo Víctor Hugo con su “barrilete cósmico”; la mano de Dios; la deportividad de los ingleses, que se bancaron ser perjudicados y siguieron jugando; la lengua de Maradona, que aparece como si tuviera otra pierna izquierda; la violencia, porque ese día chocaron barras con hooligans; la historia increíble de una camiseta que Bilardo hizo comprar por un dólar y acaban de subastarla por 9 millones. Todo eso tiene ese partido. Y también tiene a otros futbolistas y a otros personajes secundarios que estuvieron alrededor del encuentro y que fueron parte de la construcción de ese partido. Hay una mirada para mí equivocada que dice que Maradona ganó ese partido solo, y no fue así. Hubo otras personas ahí para ganarlo. Si el fútbol cabe en 90 minutos, son los 90 minutos de ese partido.
- ¿Cómo hiciste para escribir un libro completísimo sobre el día más épico de la carrera de Maradona sin la voz de Maradona?
- No hablé con Maradona pero Maradona habló de ese partido un millón de veces. Obviamente intenté tenerlo, pero no llegué a él. Pero la verdad es que no me cambiaba tanto hablar con él porque no tenía nada muy original para preguntar. Me interesaba sobre todo hablar con los que nunca tienen voz. El libro también es eso: visibilizar a quienes Maradona hizo suyos ese día. Los ex combatientes de Malvinas futboleros, por ejemplo. Los tipos que cuatro años atrás habían combatido en la guerra y lloraron frente al televisor pensando que todo eso era una revancha. La voz de Maradona se resuelve con el archivo. Yo sabía que tenía que orbitar alrededor de él. Maradona era el Dios Sol, el Rey Sol. Yo tenía que ir por el resto de la galaxia tratando de hablar con todos aquellos que, en mayor o menor medida, fueron testigos o protagonistas primarios o secundarios de ese 22 de junio de 1986.
- ¿Qué datos fueron los que más te sorprendieron al reconstruir la historia de un partido del que seguramente ya sabías muchísimo?
- Era un partido muy mencionado pero siempre contado a través de las mismas historias. No se profundizaba. Lo que intenté fue hacer doble o triple click en todas las historias posibles. ¿Por qué Victor Hugo dice “barrilete” en su relato, por ejemplo? Hablé con él para atar cabos sobre de dónde venía eso. (N. de la R.: en su investigación, Burgo da cuenta de que César Luis Menotti se había referido a Maradona, críticamente, como un “barrilete”. El relato habría sido una reivindicación del Diez). Otra: Maradona después del partido dice que había pensado en su hermano, en una recomendación que le había dado seis años antes después de que hiciera una jugada parecida a su segundo gol pero sin eludir al arquero. También contra Inglaterra, en Wembley. Primero Diego dijo que el hermano le había recomendado esquivar al arquero, después dice lo contrario. Entonces fui y hablé con el hermano. (N. de la R.: en El partido Hugo “Turco” Maradona le dice a Burgo que él le había señalado la posibilidad de “amagar y dejar pasar al arquero”). Otro ejemplo: en Internet está lleno de referencias a mitad de camino sobre qué pasó entre barras y hooligans. Hablé con ellos. Yo quería hacer un libro que atara cabos, que uniera muchas de esas historias que estaban sueltas por muchos lados, sobre un partido que generaba y genera fascinación. Es un libro que nació a partir de una curiosidad enorme. Cada vez que me cruzaba con alguien que había estado ese día en la cancha lo único que pensaba era “contame todo”.
- En la reedición de 2020 incluís un partido de fútbol femenino que Argentina le ganó 4 a 1 a Inglaterra en 1971 también en el Estadio Azteca. ¿Por qué tomaste esa decisión y por qué creés que no sabíamos casi nada de eso hasta hace no mucho?
- La de ese partido es una historia que yo no conocía, por eso no está en la primera edición. Hubo alguna otra cosa que tampoco estuvo en esa primera edición, por ejemplo la historia de un malvinense que vio el partido en las islas, que sí logré incluir en la reedición. Respecto del partido entre mujeres, la historia de Elba Selva, jugadora argentina de un mundial no oficial en 1971, estaba muy buena. En ese partido hizo los cuatro goles de Argentina. Lo que pasa es que el fútbol borró a las mujeres durante muchísimo tiempo. El libro sale en 2016, eran años bisagra para la visibilización del fútbol femenino, y me interesó la historia de Elba Selva, contada a partir de qué había hecho el 22 de junio de 1986. Ese domingo trabajaba como enfermera en un centro de diálisis. Le pregunté: “Ese día, el del 2 a 1 con goles de Maradona, ¿quién sabía que vos habías hecho esos cuatro goles?”. “Nadie excepto mis compañeras”, me dijo. Y repregunté: “¿Y lo contaste cuando viste a Maradona hacer esos dos goles en ese mismo escenario?”. Elba respondió: “Y no, ¿a quién le iba a importar?”. Me habría encantado que la historia llegase a la primera edición, pero por lo menos estuvo en la segunda.
“El partido” (fragmento)
Millones de personas saben qué significa «barrilete cósmico». Muy pocos, sin embargo, conocen la prehistoria de la metáfora. El relato más bello tiene un origen agrio: es un resabio de la vieja pelea bilardistas-menottistas. Comparar a Maradona con un barrilete no fue una ocurrencia de Víctor Hugo sino de Menotti, y no justamente como elogio: el ex técnico de la selección estaba peleado contra todo lo que fuera cercano a Bilardo y en ese resquemor también entró Maradona, el capitán del equipo dirigido por su enemigo.
Una semana antes de México 86, Menotti dijo que Maradona era un barrilete, una expresión con la que pretendía referirse a su (presunta) volatilidad emocional. Apenas empezó el torneo, algunos periodistas afines a Bilardo, entre ellos Víctor Hugo, contragolpearon a Menotti y empezaron a utilizar «barrilete» como un sinónimo feliz del 10. Con Maradona en plena reverberación y Argentina pasando etapas, esa palabra adquirió una carga de sarcasmo que se volvió contra Menotti. «Maradona, un barrilete que vuela alto», tituló Crónica el 3 de junio, el día siguiente al debut ante Corea. «Ya estamos entre los ocho mejores y el barrilete de nuestra ilusión vuela cada vez más alto», repitió ese diario el martes 17, después del triunfo ante Uruguay.
También Víctor Hugo, en los primeros partidos del Mundial, llamó un par de veces «barrilete» a Maradona, mitad para elogiar a Diego y mitad para devolverle a Menotti —de manera elíptica, sin mencionarlo— su propio veneno. El adjetivo «cósmico», y la pregunta «de qué planeta viniste», son invenciones instantáneas en el segundo gol.
Quién es Andrés Burgo
♦ Nació en Buenos Aires, Argentina.
♦ Es periodista y está especializado en deportes.
♦ Publicó libros como La final de nuestras vidas, River para Félix y, junto a Marcelo Gantman, Diego dijo, las 1000 mejores frases de toda la carrera del “10″.
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