Tuvieron que pasar doce años para que Juan Carlos Méndez publique su segunda novela, Cierre de edición (Penguin Random House, 2022). Estuvo sumergido en el periodismo hasta 2015 cuando inició este libro que narra, como dice el título, los ajetreos en la semana de un cierre de edición de una revista en la visión del señor poeta. Hay gritos, insultos, amistades, romances y nostalgia; y hasta qué punto llega la ética cuando el personaje principal es retado para que escriba un reportaje que lo hará cuestionar su proceder periodístico.
—¿Crees que, en cierta manera, el periodismo ha secuestrado a la literatura?
—A mí me parece imposible escribir una novela si estás trabajando en una redacción. En el poco tiempo que hay libre se intenta descansar, pero no se puede reflexionar o plantear un proyecto, y, mucho menos, ejecutarlo. Esa ha sido mi experiencia y la de otros periodistas con los que trabajé. Recuerdo que habían periodistas que publicaban cada diez o quince años. Se puede decir que hacer una carrera de escritor, publicar cada tres o cinco años, es muy complicado. El trabajo no acaba cuando cierras tus notas porque inmediatamente tienes que estar pensando en otra. O simplemente hacer otra chamba para sobrevivir. El periodismo no es un trabajo de oficina porque tiene esa dinámica. Si es que quieres seguir haciendo bien tu trabajo, pero si no lo haces, te van a despedir muy pronto...
—Justo en el epígrafe aparece la frase “Primero es la comida, luego viene la moral” de la obra teatral La ópera de los tres centavos de Bertolt Brecht y luego en la mismo novela escribes: “Primero es el cierre, luego la moral”. Tiene mucha relación con lo que me acabas de decir con respecto al trabajo en un diario.
—Hago una referencia al ambiente de una redacción donde lo primero es sobrevivir y luego se puede preguntar si está bien o mal éticamente. En el ambiente que yo viví, todos éramos unos sobrevivientes que luchábamos por salvar nuestro pellejo y, en medio de esta imposición, está el cierre. No importa si no has almorzado o no has dormido, el cierre es lo más importante. En la redacción se están gritando, otros están llamando, todos se están moviendo y uno se tiene que sumergir en su texto para terminarlo...
—Se insultan y luego están tomando cervezas en un bar.
—Sí, es un ambiente muy intenso, en el cual se tiene que buscar la manera de concentración y culminar tu nota.
—En algún momento le preguntan al señor poeta cuándo va a dejar el periodismo y contesta que cuando consiga algo mejor. Pese a que el ambiente en un diario es tenso, a él le gusta estar allí aunque no lo admita.
—No me acuerdo quién lo dijo, pero solo se lo voy a atribuir a Enrique Zileri (fallecido director de Caretas) que mencionó que el periodismo es una adicción. En efecto, cambia tu ritmo temporal porque al cerrar en la madrugada, te levantas al mediodía y almuerzas en la noche; los días de descanso son un día de semana mientras que los domingos y los feriados estás trabajando.
—Hay mucha nostalgia en Cierre de edición: está el Superman del centro de Lima o el famoso librero Jorge Vega ‘Veguita’.
—Es inevitable. Hay un intento por hacer concreto este sentimiento de la nostalgia por ese pasado. Creo que la literatura es un ejercicio de memoria que permite que todos estos personajes y vivencias, de alguna manera, perduren y se rescaten en este libro.
—También hay mucha oralidad en Cierre de edición.
—La novela surgió con estos personajes. Cuando Cierre de edición comenzó a madurar no quería perder esta oralidad. Todos los personajes se están definiendo en sus interacciones verbales con los demás.
—Te tomó bastante tiempo escribir la novela porque estuviste sumergido en el periodismo.
—Fue una necesidad escribirla. Empecé en 2015 y en 2018 concluí la primera versión. En 2019 y 2020 escribí dos versiones más y allí le puse punto final. Poco antes de que empiece la pandemia firmé el contrato para publicar con Penguin Random House; y por eso me he demorado cerca de 7 años. Mi último libro lo publiqué en 2010 (Pandilla interior); me metí al periodismo totalmente y no pude sacar la cabeza por cinco años.
—¿Qué opinas del periodismo actual?
—El periodismo es imprescindible. Necesitamos reporteros que nos cuenten qué está pasando, que recojan la información y que la crucen para que luego pase por las manos de editores y tenga un control de calidad. Necesitamos periodistas, editores y prensa para que que la población y los políticos tomen decisiones adecuadas. Necesitamos a los periodistas en el hall de ‘Los pasos perdidos’ del Congreso para que controle el poder y los parlamentarias sepan que no pueden hacer lo que les venga en gana. El periodismo que está reflejado en Cierre de edición, prácticamente, no existe actualmente, pero el oficio sigue vigente. No es un tuitero que te da un dato y lo rebota, allí hay un diferencia.
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