“Escribo porque tengo una necesidad innata. Escribo porque quiero leer libros como los que yo escribo. Escribo porque estoy enojado. Escribo porque sólo puedo tomar parte en la vida real si la modifico. Escribo porque creo en la literatura más que en otra cosa. Escribo porque esperan que escriba. Escribo porque es excitante poner la belleza del mundo en palabras. Escribo porque nunca supe administrar la felicidad y quiero ser feliz”, dijo Orhan Pamuk, el escritor turco que ganó el Premio Nobel en 2006, ovacionado en una de las gigantescas salas de la Feria de Guadalajara en 2018.
Pamuk ya había comenzado a escribir su nueva novela, Las noches de las pestes, en 2016 cuando la pandemia no estaba en el radar de la humanidad pero sí en la mente del escritor turco, y la pandemia del COVID-19 volvería a poner un tema olvidado en vigencia. Esta vez el Nobel turco nos sitúa en la imaginaria isla de Minguer y en el arranque del siglo XX para sumergirnos en la crudeza de la supervivencia y la lucha de los protagonistas que lidian con las prohibiciones de la cuarentena y la inestabilidad política y religiosa.
Desde la primera línea del libro, que tiene como narradora a una historiadora llamada Mina Minguerli, queda claro que en las siguientes más de 700 páginas el lector encontrará una “novela histórica como una historia escrita en forma de novela”, en la que cuenta un relato ambientado en 1901, durante una epidemia de peste bubónica.
La novela arranca con el viaje de la princesa Pakize Sultan y su esposo, el doctor Nuri Bey, a la isla imaginaria de Minguer, “la perla del Mediterráneo oriental”, en una comitiva oficial otomana. En la delegación va también el inspector de sanidad del imperio, el químico Bonkowski Pachá. Pero la isla queda aislada y el virus circula por los barrios musulmanes. Entonces, comienzan los inevitables paralelismos con lo que el mundo entero vive desde 2020: un gobernador que niega la enfermedad, la oposición de los comerciantes, los rumores, las rivalidades religiosas y una rebelión política. La trama vira al thriller ante el asesinato de un importante científico otomano que hará que la historia dé un vuelco.
Las noches de las pestes llegó a las librerías envuelta en una polémica: Orhan Pamuk fue acusado de ofender a uno de los fundadores de Turquía en sus páginas. Pero no es la primera vez que el escritor turco está envuelto en acusaciones por parte del gobierno de ese país. Por ejemplo, en 2005 enfrentó cargos por “insultar a la nación”. Se presentaron cargos contra el autor de Nieve y Mi nombre es rojo luego de que Pamuk dijera en una entrevista a una revista suiza que 30.000 kurdos y un millón de armenios habían sido asesinados en Turquía “sin que nadie se atreva a discutirlo”. En 2011 también fue condenado a indemnizar a los turcos con 6.000 liras (3.000 euros) por su defensa de armenios y kurdos. Su posición política, junto a la de otros escritores y artistas, vuelve a poner el foco en la libertad de expresión de Turquía.
Lo que es seguro es que esta nueva novela de Pamuk enriquece la narrativa de las plagas que iniciaron Alessandro Manzoni, Daniel Defoe y José Saramago.
“Las noches de la peste” (fragmento)
Introducción
Esta es tanto una novela histórica como una historia escrita en forma de novela. Cuando trataba de narrar los seis meses más intensos y agitados de la vida de la isla de Minguer, la perla del Mediterráneo oriental, añadí a mi relato numerosos acontecimientos de la historia de este país al que tanto amo.
Estaba investigando los hechos que se sucedieron en la isla tras la epidemia de peste de 1901 cuando sentí que la ciencia histórica no bastaría para explicar la subjetiva determinación de los héroes de este breve y dramático periodo y que mejoraría su comprensión con la ayuda del arte de la novela, así que he tratado de unir estas dos disciplinas.
No crean los lectores, por favor, que mi punto de partida son estos elevados problemas literarios. Primero llegaron a mis manos unas cartas cuya riqueza he intentado plasmar en el libro. Se me pidió la anotación y edición de las ciento trece cartas que Pakize Sultan, la tercera hija del trigésimo tercer sultán otomano, Murat V, escribió a su hermana mayor, Hatice Sultan, entre 1901 y 1913. El primer capítulo del libro que se disponen a leer consiste en un «prólogo del editor».
El prólogo se hizo más largo, se enriqueció a medida que investigaba y se convirtió en el libro que tienen en sus manos. Antes que nada, debo confesar que me hechizaron la inteligencia y el encantador y en extremo sensible estilo de Pakize Sultan. Tenía poco de la avidez por la narración propia del historiador o del novelista, del interés por el detalle o del talento para la descripción. Yo soy una mujer que durante años se ha leído, en archivos ingleses y franceses, todos los informes que los embajadores redactaron en las ciudades portuarias del Imperio otomano, les dediqué mi doctorado y he publicado sesudos tratados. Ningún embajador ha llegado a relatar los mismos acontecimientos, los días del cólera o de la peste, con esa profundidad y belleza, ninguno de ellos percibe el ambiente de las ciudades portuarias otomanas ni los colores de sus mercados y bazares, ni oye los graznidos de las gaviotas ni el traqueteo de las ruedas de los coches de caballos. Puede que fuera la narración de Pakize Sultan, plena de vida, que se me hacía presente con una intensa sensibilidad hacia las personas, las cosas y los acontecimientos, lo que me sugirió que convirtiera el prólogo del editor en novela.
Mientras leía las cartas me hice la siguiente pregunta: ¿sería su condición de «mujer» el motivo de que Pakize Sultan pudiera describir los mismos hechos con más colorido y «minuciosidad» que los historiadores y embajadores? ¡No olvidemos que, durante los días de la epidemia, la redactora de esas cartas prácticamente no salía nunca de su habitación en las dependencias de invitados de la sede de la gobernación, y que solo se enteraba de lo que ocurría en la ciudad por lo que su marido médico le contaba! Al describir en sus cartas todo este mundo de hombres políticos, burócratas y médicos, Pakize Sultan logró identificarse con ellos. Yo también he intentado, tanto como he podido, darle vida a ese mundo en mi novela-historia. Y, por supuesto, es muy difícil estar a la altura de Pakize Sultan en claridad, brillantez y ansia de vivir.
Otro motivo de mi entusiasmo por estas magníficas misivas, que ocuparán por lo menos seiscientas páginas cuando se publiquen, es que, naturalmente, yo también soy hija de la isla de Minguer. Cuando era niña me solía topar con Pakize Sultan en los libros de texto, en artículos de periódicos y, sobre todo, en revistas infantiles nacionales (Lecciones Isleñas, Ciencia Histórica) en las que con periodicidad semanal se publicaban gestas de héroes históricos y novelas ilustradas. De hecho, sentía una especial cercanía con ella. De igual modo que la isla de Minguer pudiera resultar a los demás un lugar fabuloso, como salido de un cuento, Pakize Sultan era para mí una heroína mítica. Gracias a esas cartas que en un momento dado cayeron en mis manos, me encontré con un héroe fabuloso, el sultán, que consiguió cautivarme con sus problemas cotidianos, sus verdaderos sentimientos y, lo que es más importante, su fuerte personalidad y gran franqueza. Mis pacientes lectores también comprobarán al final del libro cómo he llegado a conocerla en persona.
He podido verificar la autenticidad del mundo descrito en estas cartas mediante mis trabajos en Estambul, en Minguer y en archivos de Inglaterra y Francia, así como con la revisión de las memorias y documentos de ese periodo. Sin embargo, mientras escribía mi novela histórica no pude evitar identificarme en parte con Pakize Sultan, como si sintiera que estaba escribiendo mi propia historia personal.
Quién es Orhan Pamuk
♦ Nació en Estambul, Turquía, en 1952.
♦ Cursó estudios de arquitectura y periodismo, y ha pasado largas temporadas en Estados Unidos como profesor en las universidades de Iowa y Columbia.
♦ Es autor de las novelas Cevdet Bey e hijos, La casa del silencio, El castillo blanco, El libro negro, La vida nueva, Me llamo Rojo, Nieve, El Museo de la Inocencia, Una sensación extraña y La mujer del pelo rojo, así como de los volúmenes de no ficción Otros colores, Estambul. Ciudad y recuerdos, La maleta de mi padre y El novelista ingenuo y sentimental.
♦ Ha obtenido el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia, el Premio Médicis Extranjero, el Premio Grinzane Cavour en Italia, el Premio Internacional IMPAC en Irlanda y el Premio de la Paz de los libreros alemanes.
♦ Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 2006.
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