El ladino, idioma de los judíos expulsados de España en 1492, es en esencia el español del siglo XV. Conservado durante 500 años en las comunidades sefardíes de Turquía y los Balcanes, actualmente corre peligro de desaparecer... si no consigue el salto a la era digital.
Este es el objetivo de Alp Öktem y Pelin Dogan, miembros de la cooperativa catalana CollectivaT, dedicada a avanzar en la digitalización de lenguas minoritarias o poco estandarizadas, como el hausa o el tigriña en África y el ladino en Turquía, país de origen de estos lingüistas afincados en España.
“La era digital supone un peligro y una oportunidad para la supervivencia de este idioma. Desarrollamos aspectos como la traducción automática y un sintetizador de habla”, explica Öktem durante un taller realizado en el Instituto Cervantes en Estambul.
La ciudad acoge casi a la totalidad de los alrededor de 12.000 judíos sefardíes de Turquía, pero solo los más ancianos siguen hablando el ladino como idioma materno, al igual que unas pocas personas de las que en algún momento fueron grandes comunidades sefardíes, como Salónica o Sarajevo.
La lengua de la “grandmadre”
Ya a mediados del siglo XX, las familias sefardíes de Turquía preferían escolarizar a sus hijos en turco o, si podían permitírselo, en un colegio francés, por lo que hoy muchos solo recuerdan haber oído el idioma a sus abuelos.
Es el caso de Alberto Modiano, un fotógrafo de sesenta años, nacido en Estambul en una familia sefardí oriunda de Salónica. “Mi grandmadre y mi grandpadre estaban hablando toda la vida en Selanik en ladino. Yo estaba entendiendo el ladino cuando estaban hablando, de este modo yo puedo hablar ladino agora un poco”, declara.
Para que un idioma pueda mantenerse vivo en el siglo XXI, “un elemento fundamental es la existencia en la web”, opina Öktem, recordando que el inglés, hablado solo por el 15% de la población mundial (ya sea como lengua nativa o foránea), representa el 50 % del contenido de internet. “Como las herramientas modernas de inteligencia artificial se basan en datos, y estos datos vienen de internet, solo se optimizan para idiomas mayoritarios, como inglés, francés, castellano y chino”, dejando aún más marginados los que tienen poco interés comercial, apunta.
Primer traductor automático
“Nosotros desarrollamos el primer traductor automático para ladino: de ladino a turco, inglés y castellano, y viceversa”, señala Öktem mientras muestra el programa, accesible desde la web del “Sentro Sefaradi de Estambol”.
La buena noticia es que el ladino ya tiene una norma ortográfica común, tras años de debates y existe incluso una Wikipedia en ladino, por lo que el equipo de Öktem y Dogan ya puede trabajar con una versión estandarizada.
La ortografía del ladino a primera vista es bastante diferente a la del castellano actual: omite la H muda, reemplaza la C por la K y la S, según el valor fonético, usa la V en muchos casos donde en castellano se escribe B... pero una vez leído, la pronunciación -o pronunsiasyon- no difiere tanto, salvo por la J y la Z, que son sonoras, como en portugués. A esto se añaden vocablos caídos en desuso en el castellano moderno, como meldar (leer), préstamos del turco y griego, y cierta influencia del francés.
El ladino también se conservó durante siglos en Marruecos, pero allí fue reemplazado a principios del siglo XX por el castellano moderno, que pasó a ser lengua materna de la población sefardí local.
Un proceso similar se observa en Estambul, donde muchos jóvenes sefardíes prefieren aprender el castellano moderno para tener acceso a la cultura española e hispanoamericana, desde la literatura a la vida social y al mercado laboral.
Fuente: EFE
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