Un desamor y un corazón partido. Una palabra que cala hondo y que muchos no quieren escuchar, que es el término vejez. Una incontable cantidad de pájaros, desde pelícanos a piqueros y muy pocas tortugas, paradójicamente allí, en una acuarela de las Islas Galápagos vista desde un inicial viaje en autobús.
El escenario remite a La evolución de las especies y sobre todo a Charles Darwin, quien no solo ocupa el título de la obra sino que se involucra en muchos de los interrogantes que se plantea el personaje principal. En ese entorno discurre Darwin o el origen de la vejez, esta exquisita novela de Federico Jeanmaire en la que un músico, que está a punto de cumplir los 60 años, se interroga sobre su vida.
Puede calificarse como un viaje por el paraíso de cualquier explorador que se precie porque, en cada una de sus 216 páginas, el autor apela a una pintura precisa de la fauna que anida, crece y se aparea en este archipiélago mágico que el naturalista británico recorrió con voracidad científica.
Lagartos que descansan al sol, tortugas apesadumbradas que aparecen en “El Chato”, un lugar tan armado y tan cercano al turismo comercial, que dan pena. Y ¡las aves!, cada una con su particular modo de vida, de vínculos y de amor. Y la relación de cada una de esas especies con Darwin, que las estudió pero también hizo gala de su puntería y de su curiosidad para dejar algunos cuantos ejemplares menos sobre la faz de la tierra, hacer un nudo más en su soga de cuentas y sumar un dato relevante en su agenda de anotaciones.
Este libro de Federico Jeanmaire, que obtuvo el XXII Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones entre 1.305 obras procedentes de 36 países diferentes, es también, y sobre todo, un viaje introspectivo que entrelaza todos los conceptos sobre la vida y cada uno de sus sentidos.
El protagonista no solo sube y baja de autobuses, lanchas, laderas de volcanes, pintorescos hoteles, se sumerge en las aguas exóticas de este rincón del Pacífico o cambia de humor intempestivamente, sino que además, cada escena lo interroga sobre la vida, sobre el deseo, sobre el arte y la belleza. El vínculo entre el protagonista y Darwin, a quien ha leído y que está en cada rincón de las islas, tanto en los nombres de las calles como en la Estación Científica, se materializa en varias escenas en las que incluso cree escuchar su voz.
Y es ahí, frente a una de las estatuas más emblemáticas del investigador, aquella en la que está con un libro en la mano, cuando el músico le habla de Rut. ¿Y quién es Rut? Ella es la joven, “una cara rodeada de rulos azabaches”, con quien se deslumbró en un viaje a Barcelona y quien le dijo, sin tapujos, que era muy viejo para ella. El término vejez, cuando se está a punto de cumplir sesenta años, logra deshilachar un sinfín de interrogantes en el personaje principal.
Pero no solo Darwin lo interpela en las cuestiones del corazón sino que además lo cuestiona sobre definiciones clave como son la civilización, la juventud, la belleza y sobre todo el amor, mientras discurren sus días de vacaciones y ve a los pelícanos en plan de acecho.
“Y se me ocurre, mirándolos esperar confundidos entre las rocas, que aunque jamás yo haya sentido que el tiempo me sobrara, he pasado buena parte de mi vida esperando.
Tantas cosas.
He esperado el amor, por ejemplo.
Y cada tanto, muy de vez en cuando, reconozco haberlo encontrado”.
Lo cierto es que Jeanmaire trata el tema de la identidad de una forma similar a la que se le atribuye a Milan Kundera, quien aseguró que eso, el reconocerse, se descubre en la mirada del otro o en los espejos. “Todas las mujeres miden el paso del tiempo según el interés o el desinterés que los hombres manifiestan por su cuerpo”, cita el novelista checo, autor de La Identidad. El autor argentino lo hace en función de la mirada punzante, benévola desde la amistad genuina pero ausente desde el deseo, de la joven y rulosa Rut.
El libro también cuenta con un profundo y destacado análisis de Dios, de su ausencia o de su existencia, y también de la civilización. Y no deja de lado algunos cuestionamientos acerca de la forma de pensar de Darwin, que delata un cuestionable prejuicio hacia los pobladores y las costumbres de algunos de sus objetos de estudio.
“Evidentemente, Darwin y yo no pensamos lo mismo acerca de lo que significa la palabra civilización: para él era una construcción que sólo tenía que ver con las maneras en que se relacionaban entre sí los seres humanos y para mí, en cambio, se trata del vínculo que se da entre estos y el resto de las especies que les quedan cerca”, cita el personaje principal.
Las reflexiones del protagonista se intercalan con otros de los temas que lo cuestionan y que son la creación y la música. Intérprete de blues y jazz, lleva una armónica en el bolsillo izquierdo de su pantalón que le permite ahuyentar la apatía y cosechar aplausos con su versión de As time goes by frente a los lobos de mar y unos turistas que cayeron cautivados con ésta y su siguiente propuesta, una dedicada La Vie en Rose.
Pero si hay un punto de inflexión es cuando bebe una de las cervezas “Endémicas” (marca autóctona y real de las islas), que serán claves en su futuro. El broche de oro es un Adiós Nonino, único, emocionante e indispensable para completar su propia playlist.
En definitiva, Federico Jeanmaire, el “joven” escritor que nació en Baradero en 1957 y es licenciado en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el mismo que, en 1990, fue becado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de España para trabajar en la Sala de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, en Madrid, ese mismo, mantiene su espíritu de búsqueda, de estar siempre listo e inquieto para un nuevo desafío.
Quizás este libro no sea más que una declaración de principios, algo que deja entrever en algunos párrafos: “Se me ocurre que nunca he podido dejar de ser un caprichoso y un malcriado. Y que, quizás, estas páginas que no puedo parar de escribir constituyan una carta de amor. Una carta larguísima. Infinita. Cuyo único propósito sea convencer a Rut de que no estoy tan viejo como ella afirma”.
El autor obtuvo el Premio Emecé de Novela en 2008 por Vida interior y también ganó el Premio Clarín de Novela 2009 con la obra Más liviano que el aire. Además, fue finalista del Premio Herralde de Novela por su trabajo Amores enanos.
Ahora, con este libro se agiganta como un referente de la literatura hispanoamericana. Ya presentó la obra en Barcelona donde Rut se materializó ante los presentes: la mujer asistió al evento en la librería Lata Peinada. “De hecho, me he quedado estos días alojado en su casa -confesó el autor-, nos hemos convertido en grandes amigos”, contó a La Vanguardia.
Quién es Federico Jeanmaire
♦ Nació en Baradero, Provincia de Buenos Aires, en 1957
♦ Es licenciado en Letras, profesor universitario y especialista en El Quijote.
♦ Obtuvo numerosos y muy importantes premios, como el Rojas, el Emecé y el Clarín. También fue finalista del Premio Herralde de Novela.
♦ Publicó obras como Papá, Una virgen peronista, Tacos altos, Amores enanos, Miguel, Más liviano que el aire y Wërra, entre otros.
♦ Su obra fue traducida en más de veinte idiomas.
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