Con la idea de rescatar libros de “la furia de las novedades” y el propósito de buscar nuevos lectores, la editorialpo hace ya seis años que se da la tarea de reeditar obras de literatura argentina contemporánea que, por diferentes motivos, no se volvieron a publicar pero siguen siendo buscadas y recomendadas, demostrando que la potencia de la literatura trasciende la idea de novedad.
El catálogo del sello está compuesto por El amparo, de Gustavo Ferreyra; Rojo amor, de Aníbal Jarkowski; Tennessee, de Luis Gusmán, Plaza Irlanda, de Eduardo Muslip; Una reina perfecta, de Inés Garland; Kavanagh, de Esther Cross, Pequeñas intenciones, de Jorge Consiglio, Amores brutales, de Carlos Chernov, Frenesí, de José María Brindisi, La Anunciación, de María Negroni y Veneno, de Ariel Bermani.
El editor Yair Magrino, hoy a cargo del proyecto, cuenta que está trabajando en una novela de Esther Cross y si todo sale bien, habrá “dos sorpresas más para fin de año”. “No somos una editorial muy prolífica, pero queremos modificar esto en esta nueva etapa del sello. Queremos tener un plan editorial un poco más sólido, más orgánico, constante”, cuenta uno de los fundadores del sello, junto a Edgardo Scott, Virginia Gallardo, Martín Hain y Marina Arias, con quienes en su momento -explica- estaban “vinculados a la literatura desde diferentes lugares”. “En esas primeras reuniones éramos cinco protoeditores, que nos juntábamos en un café de Colegiales a hablar de libros, a buscarle una identidad al sello. Y en esas charlas, casi sin darnos cuenta, salió el rumbo, el perfil que queríamos darle a la editorial. Muchas veces nos recomendábamos libros inconseguibles, descatalogados y nos los íbamos prestando”, explica. Esos libros eran los de Jarkowski, Gusmán y Ferreyra que se convirtieron en los primeros en ser reeditados.
Magrino explica que la idea era “rescatar esos libros de la furia de novedades en la que estamos inmersos en la industria editorial” y argumenta que “la literatura argentina está llena de libros maravillosos que merecen encontrarse con nuevos lectores” entonces “con un poco de atolondramiento e ingenuidad” dieron el paso de ir a buscar a esos autores, a quienes ya conocían “al menos de pasada”. “La sorpresa fue obtener su visto bueno, y sobre todo, su alegría de que esos libros volvieran a circular”, afirma sobre ese inicio del proyecto que fue sufriendo cambios en la conformación, más que nada a partir de los tiempos, dedicación y energía que podían aportar todos a la iniciativa. “Hoy en día, la editorial es un proyecto unipersonal”, dice.
Sobre cómo se hace la selección de títulos, Magrino explica que “los primeros títulos surgieron de esa idea potente, de ese intercambio de libros” que hacían “casi en un plan de amistad”. “Después vino lo más complicado: sostener esa idea. Y lo primero que hicimos fue recurrir a nuestras propias bibliotecas -desarrolla-. Empezar a buscar entre lo que habíamos leído. Y comenzar una labor medio detectivesca: hurgar en colecciones de sellos importantes, otros que ya habían desaparecido. Una vez que la editorial empezó a rodar, también se acercaron autores a traernos libros con la idea de reeditarlos. Esa búsqueda fue un poco inorgánica, algo caótica. Pero siempre aparecían libros que nos maravillaban. Cuando los encontrábamos, todos los esfuerzos se reordenaban. Y primó siempre una voluntad democrática. Para que un libro existiera, todos teníamos que estar de acuerdo”.
Las obras tienen un prólogo y un posfacio: los primeros, por lo general, son escritos por personas que estuvieron involucradas con la edición original del libro y los segundos suelen sorprender porque -advierte Magrino- autores y autoras revisan su libro y reflexionan sobre cómo cambiaron sus formas de escribir o sus intereses. “Pero hay algo que permanece inmodificable: el amor por el libro que escribieron”, resalta. La escritora y traductora Inés Garland es una de las autoras convocadas por Clubcinco y esa propuesta se concretó con la publicación de su libro de cuentos Una reina perfecta, originalmente publicado en 2005.
“No quise corregir nada. El libro tenía muchos años de correcciones previas a su primera publicación y prefería mantenerlo como era”, comenta la autora de Una vida más verdadera y La arquitectura del océano y destaca: “El prólogo de Liliana Heker, tan presente en los años de escritura de esos cuentos, me pareció emocionante, y también me encantó escribir ese posfacio y proponer la foto con la primerísima versión del cuento ‘La Penitencia’ para que los lectores tuvieran una idea de los años y años que pueden llevar la escritura y las reescrituras de un cuento (esa primera versión tenía como veinte años de antigüedad, pero se ve claramente el germen del cuento posterior)”.
Otro de los autores publicados por Clubcinco es Eduardo Muslip y en su caso la obra reeditada es Plaza Irlanda, una novela cuya primera edición estuvo a cargo de El cuenco de plata, en 2005. Sobre la vuelta a ese trabajo, que tiene un prólogo a cargo de Graciela Speranza, dice que lo llevó a volver a archivos que todavía conservaba en su computadora. “Se produce esto de encontrar la voz de uno pero que también deja de ser propia. Estuvo bueno que se nos diera un espacio para la reflexión porque también es una experiencia como lectores a través de los años. Es lindo ver ese paralelo entre cómo se va dando la transformación en la obra y también en paralelo la del escritor. Cuando el lector se encuentra con esa reflexión del escritor le puede aportar sobre sus propios procesos”, señala.
Garland dice que la hizo muy feliz la puesta en circulación nuevamente de Un reina perfecta, ya que explica que la edición de Alfaguara se había agotado y la de ClubCinco “sigue circulando, aparece en las redes” y la lleva a recibir mails de lectores nuevos. Para Muslip, “volver a obras que fueron escritas 10, 15 o 20 años atrás es un movimiento contrario a la lógica de comercialización y circulación de los libros porque están en una zona en la que se produce cierto vacío, ya que no están en librerías y tampoco son lo suficientemente viejos para pensar que se los puede conseguir como rescate”.
¿Cómo es el tema de los derechos con la editorial que las publicó inicialmente? ”Siempre fue un tema sensible. No tuvimos ningún problema en ese aspecto. Siempre hemos consultado con los autores y con los sellos que los libros estuvieran liberados. Hubo un par de veces, incluso aun cuando los libros estaban liberados, que los sellos nos comunicaron que aún tenían un remanente de libros, y decidimos no publicarlos. Sabemos lo que cuesta hacer un libro, y sobre todo venderlos en un mercado tan extraño como el editorial. Valoramos siempre los vínculos antes que cualquier otra cosa. Pensamos seguir rescatando libros y por suerte, la literatura argentina va dejando joyas por todos lados”, responde Magrino.
En ese sentido, Garland resalta que Julia Salztman, la editora que contrató sus dos primeros libros para Alfaguara, sostenía “la idea de mantenerlos en circulación y dar tiempo a que los lectores de libros posteriores pudieran buscar esos primeros, pero, salvo excepciones, el mercado de las grandes editoriales no parece compartir esa idea: salen muchas novedades cada mes y los libros van desapareciendo o hasta son destruidos para proveer materia prima para las novedades”.
“Me entristece la locura de las corridas para que un libro venda en el primer tiempo porque si no se descarta. No entro en esa locura. Los libros responden a la misma dinámica que muchas otras cosas, el consumo nos vuelve voraces y es difícil que algo se salve, hay que ponerle mucha conciencia y a veces ni siquiera nos damos cuenta de la manipulación que subyace a nuestras necesidades de consumir determinados productos. Por supuesto, me hubiera gustado que los libros se vieran exentos de eso, que, ante todo, no se los tratara como a productos. Es maravilloso que haya otras propuestas como la de Clubcinco”, resume Garland.
Fuente: Télam
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