Olga Isabel Chams Eljach es el nombre original de esta mujer, nacida en Barranquilla, en la costa norte colombiana, en 1921, hija de emigrantes libaneses, que adoptó el seudónimo de Meira Delmar, desde que le publicaron sus primeros versos, en la revista cubana Vanidades, en 1937, cuando solo tenía 16 años.
Estudió música en su ciudad natal, pero se decantó por la escritura, aunque nunca dejó de lado el ritmo y la armonía, que formaron siempre parte de su obra. “Era muy musical. Antes de escribir buscaba qué ritmo y qué melodía podría quedar bien con el poema”, recuerda el escritor e investigador Álvaro Suescún, quien fuera amigo de Meira
Considerada una de las poetisas más importantes de las letras colombianas, creó una poesía sentida marcada por el desamor, pero también por la muerte, el paisaje de su ciudad natal y la esencia Caribe que caracteriza a los habitantes de la región y que la conectó con escritores como Gabriel García Márquez, con quien continuamente se enfrascaba en extensas conversaciones.
Meira Delmar murió en 2009. Actualmente, la gobernación del departamento del Atlántico, provincia de donde es originaria, está organizando el concurso de obra inpedita “Un poema para Meira”, cuya convocatoria está abierta hasta el próximo 15 de julio.
Aquí, un ejemplo de su obra
Huésped sin sombra
Nada deja mi paso por la tierra. En el momento del callado viaje he de llevar lo que al nacer me traje: el rostro en paz y el corazón en guerra.
Ninguna voz repetirá la mía de nostálgico ardor y fiel asombro. La voz estremecida con que nombro el mar, la rosa, la melancolía.
No volverán mis ojos renacidos de la noche a la vida siempre ilesa, a beber como un vino la belleza de los mágicos cielos encendidos.
Esta sangre sedienta de hermosura por otras venas no será cobrada. No habrá manos que tomen, de pasada, la viva antorcha que en mis manos dura.
Ni frente que mi sueño mutilado recoja y cumpla victoriosamente. Conjuga mi existir tiempo presente sin futuro después de su pasado.
Término de mí misma, me rodeo con el anillo cegador del canto. Vana marea de pasión y llanto en mí naufraga cuanto miro y creo.
A nadie doy mi soledad. Conmigo vuelve a la orilla del pavor, ignota. Mido en silencio la final derrota. Tiemblo del día. Pero no lo digo.
Ficha
Título: Huesped sin sombra
Editorial: Ministerio de Educación Nacional, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1971