Al filo de 1910, México tenía guerras internas y, a un año de que tomara la presidencia Francisco I. Madero, muchas personas combatieron a impulsadas por el llamado Plan de San Luis, un manifiesto publicado por Madero el 6 de noviembre de 1910, que llamaba a alzarse en armas para acabar con “la dictadura de Porfirio Díaz y establecer elecciones libres y democráticas”
Entre los que se unieron a esta guerra contra Porfirio Díaz, se destaca un coronel de nombre Amelio Robles, un hombre trans que, en esa convulsionada época, encontró la manera de ocultar su identidad ¿Cómo llegó a ser reconocido Amelio durante tan particular y conservadora época?
El ganador del Premio Novela Histórica Grijalbo-Claustro de Sor Juana 2019, Ignacio Casas, escribió “Amelio, mi coronel“, una ficción histórica que mezcla las historias de la Revolución Mexicana con la descripción del proceso por el cual pasó Malaquías Amelia de Jesús, de la ciudad de Guerrero, termina convertida en coronel. “Un personaje profundamente complejo, interesante, que debemos conocer”, como lo describe su autor.
Desde su nacimiento, en 1889, hasta su juventud fue reconocido como mujer. Las personas cercanas a ella mencionaron que era una persona muy diferente y desde muy pequeña ya usaba armas, andaba a caballo y hacía actividades que estaban relacionadas con los hombres.
A la edad de 23 años, todavía como Amelia, decidió unirse a las filas del Ejército Libertador del Sur, obtuvo trabajos de mensajería, contrabando de armas, víveres, lucha armada y misiones especiales. Tras su ingreso a las tropas, pudo dejar a un lado las enaguas (ropa interior para mujer) y el reboso para mantener a “Casimira”, la pistola de su difunto padre.
En los días que Amelia ingresó a las filas del movimiento revolucionario, les dijo a sus compañeros que se dirigieran a su persona como hombre: cambió su nombre a Amelio y pidió respeto.
Gabriela Cano, investigadora mexicana feminista, determinó que Amelio eligió mostrarse al mundo con un género distinto, en una época con un contexto muy difícil para las mujeres, ya que en la revolución mexicana eran reprimidas, violadas o secuestradas.
“Amelio Robles transitó de una identidad femenina impuesta a una masculinidad deseada: se sentía y se comportaba como hombre y su aspecto era varonil”, señala Cano.
Su historia también tiene amores y victorias que le permitieron encontrar fuerza en un contexto supremamente machista para poder gritar su nombre, que en un futuro sería admirado por generales, capitanes y tropas.
En 1918, cuando Venustiano Carranza gana la guerra y se convierte en presidente de México, Amelio fue nombrado soldado del Ejército Mexicano, además de haber participado en diferentes luchas con personajes como Chon Díaz, Heliodoro Castillo, Adrián Castrejón y Emiliano Zapata.
Su amistad con quien era su jefe en el ejército, Adrián Castrejón, le facilitó muchas cosas, ya que con sus contactos políticos le permitieron ser reconocido en las filas militares.
El ejército zapatista le ofrecieron el título de coronel, pero como este no era reconocido por la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) no se le brindó dicho nombramiento de manera oficial y mucho menos se le otorgó una pensión militar, como se la ofrecen a los militares.
En 1974 lo condecoraron y lo nombraron Veterano de la Revolución Mexicana, por haber colocado en los expedientes un acta de nacimiento apócrifo en donde la Sedena reconocía el género y el nombre de Amelio Malaquías Robles Ávila.
El carácter de Amelio era bravo, rudo. A quien le dijera algo con respecto a su género le disparaba y no le importaba quien fuera. Tuvo novias, entre ellas está Ángela Torres (con quien adoptó una niña) y Lupita Barrón.
La muerte sorprendió a Amelio en 1984 y, cinco años después de su muerte, el gobierno abrió un museo llamado “Amelia Robles” y una escuela primaria en su pueblo, con el cargo oficial de coronela.
La obra tiene pasajes que marcaron la vida de Amelio y esta es una novela que le hace homenaje a la vida que quiso vivir.
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